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El poder invisible (1951)

El poder invisible
87 min.
7,0
433
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Sinopsis
Durante una terrible noche de borrasca, el policía Johnny D'Amico es testigo de un asesinato en plena calle. El asesino asegura que es policía y mientras muestra una falsa placa de identificación, aprovecha para escapar. (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Drama Crimen Mafia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Mob
Duración
87 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
9
El poder ver una buena película de vez en cuando.
Se hacía buen cine entonces. Lo importante era el guion; los efectos especiales es lo de menos. No se estilaba, por lo que fuera. Hay que dar el valor que se merece a estas películas porque el trabajo realizado logra un buen conjunto casi siempre, son obras válidas y que perduran. Es el cine negro de antes. De grandes detalles, perfilando los personajes.

Broderick Crawford es un policía duro. No sólo por la pinta sino que el director le hace moverse por su apartamento con una botella de tercio de cerveza de un lado para otro. Con esto quiere decir que si se toma un vino blanco y una cerveza en un bar, a pares, no es que tema al poder invisible, ni que quiera aparentar ser muy duro, sino que bebe a base de bien, sin problemas, desde que se levanta por las mañanas.

Cuando coge un arma, no coge una pistola, se guarda dos. Porque además de duro, es un poli listo. En el cine negro no hay cabida para los graciosillos, no es para polis que piden un descafeinado con leche, por favor. Y sacarina. Tampoco hay cabida para criminales ocasionales. Los criminales son del tipo Lang. Los psicópatas. Los que alucinan torturando. A hombres y a mujeres. Los traidores. Los que se ocultan en la oscuridad y mantienen su personalidad en secreto.

Y los chivatos son todos de la peor especie. El chivato muere y nadie le echa de menos. Nadie tiene compasión por un chivato, ni el espectador siente pena alguna por ver un chivato muerto en la calle en medio de un charco de sangre. El espectador lo que quiere es que el poli duro agarre al asesino para que pague. Pero no porque haya matado a un chivato, sino porque todos queremos que alguien pague el pato. Porque a nosotros nos toca muchas veces pagar el pato y ya está bien.

El poder es invisible, pero se mueve por espacios bien visibles. Se mueve entre medias de mujeres, entre medias de matones y de trabajadores que te apartarán a un lado a la mínima. Entre garitos sucios y entre policías corruptos. Hoy día es muy difícil que alguien pudiera sobrevivir si se metiera en el cine negro de antes.
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24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
ON THE WATERFRONT
Unos pocos años antes de que se estrenara la célebre película a la que alude el título, Robert Parrish se acercaba en este eficaz filme a algunos de los temas característicos de la delincuencia portuaria, en este caso centrándose especialmente en el retrato de un mundo opaco, dominado por la corrupción y las apariencias.

El argumento nos presenta a un policía infiltrado que trata de desentrañar el entramado criminal que domina los muelles, por lo que deberá hacerse pasar por un trabajador de los mismos, aunque haciendo todo lo posible por aproximarse a las malas compañías. El retrato del ambiente portuario, aunque sucinto, resulta eficaz, transmitiendo el temor de los trabajadores, sometidos al dominio de la mafia, cuyo jefe permanece en la sombra pero controlándolo todo. Hay también acertados apuntes acerca de la escasa remuneración de los policías, y también de la brutalidad y falta de escrúpulos con los que tratan a sospechosos, circunstancia que aquí se vincula a la corrupción de alguno de los primeros. Pero lo más característico de la película es que casi ningún personaje es quien parece ser; desde el protagonista, que como infiltrado interpreta un papel, pasando por la gran mayoría de secundarios, apenas ninguno es sincero, lo que ayuda a potenciar esa sensación de desconfianza y apariencia que domina la cinta.

Realizada conforme a los parámetros habituales del género, la película cuenta con una fotografía contrastada y nocturna, buenas secuencias de pelea (la del almacén) y originales ejemplos de seguimientos policiales, a lo que cabe añadir algún plano meritorio (el final del "malo"). Además, el guión hace avanzar eficazmente la historia, y aunque los personajes no posean gran riqueza ni matices, esa carencia se compensa con algunos diálogos estupendos, duros y secos, siendo los mejores los que sostiene el protagonista con el recepcionista del hotel, llenos de cinismo e ironía. Las intepretaciones, francamente buenas, redondean el resultado, desde los estupendos secundarios (Neville Brand, Jay Adler, Ernest Borgnine, etc) hasta el protagonista, un excelente Broderick Crawford, al que el papel le vino como anillo al dedo.
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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