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Sleepy Eyes of Death 5: Sword of Fire (1965)

Película completa (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Por pura casualidad, el letal ronin Kyoshiro se cruza con Nui, perseguida por un loco que la quiere asesinar, y la salva a condición de recibir una recompensa...sin saber que esto le llevará a estar atrapado en una oscura conspiración organizada por Atobe, vasallo mayor de la familia noble Toda, quien robó una valiosa antigüedad a un grupo de piratas con quienes colaboraba en secreto. Ahora, aquellos que lograron quedar vivos deben ser eliminados para evitar que hablen, los rumores lleguen al shogun y se manche el nombre del clan.
Género
Drama Acción Samuráis Japón feudal Secuela
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Nemuri Kyôshirô 5: Enjôken
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
El samurái de la misa negra y el tesoro de los piratas
El samurái que llega y va a ninguna parte, se detiene en mitad del camino. "No necesito tus predicciones del futuro, yo vivo para el presente", dijo al adivino.
El presente se detiene por culpa de una mujer y otra vez él es avisado: "¡Vas a conocer la desgracia!", le dirán. Y es verdad...

Regreso por quinta vez de uno de los ronin más populares de los '60. Kyoshiro Nemuri pudo aspirar a tal honor gracias a su anterior aventura, donde los ejecutivos de Daiei dieron al fin en el clavo tras tantos intentos y definirlo por encima del resto de homólogos; Raizo Ichikawa tuvo que lidiar con algo que le incomodaba: encararlo desde una evolución antagónica con la que al público le sería difícil de simpatizar. Pero Kazuo Ikehiro pudo despertar el espíritu sádico, la condición nihilista y la misoginia más brutal del personaje de Renzaburo Shibata, acercándose a la esencia de sus novelas.
"Joyo-ken" se adelantaba en años a lo que un típico "chambara" podía ofrecer, y su polémico erotismo y cínica violencia pilló a todos por sorpresa, salvando la saga del naufragio y marcándola para la posteridad. Con "Enjo-ken", de nuevo tomado por el experto Kenji Misumi, simplemente se sigue el sendero, y lo abre una secuencia perfecta para la nueva forma de ser del protagonista, donde una mujer es perseguida por un loco armado ante su mirada impertérrita; su firme determinación a "no actuar sin recompensa" manifiesta la carencia de humanidad y la importancia del interés que ahora dominan en él.

Pero el tipo, al final asesinado, le ha dado su aviso, un presagio de fatalidad que acorrala al ronin sin él saberlo desde el mismísimo principio. El papel de la mujer es vital; en "Joyo-ken" una moría por primera vez en sus manos, y a partir de entonces las féminas intrigantes, asesinas, traidoras y chifladas girarán a su alrededor. Nui (la bellísima Tamao Nakamura otra vez junto a Ichikawa) logra su "venganza por despecho", pero Kyoshiro duda de la presencia del vasallo mayor de los Toda (Atobe) y su palabrería hace despertar sospechas; sin embargo, pese a su mayor perspicacia a la hora de desentrañar las intrigas, seguirá dejándose embaucar por el sexo opuesto.
En este sentido Misumi va un paso más allá (el deseo de dominación del protagonista cruza extremos despreciables); otro punto a su favor es que, aun apareciendo la habitual troupe de secundarios (cada uno con sus asuntos y algunos no muy bien tratados), Seiji Hoshikawa no tarda en presentar la trama, muy sencilla, que los conectará, y todas las situaciones y duelos derivarán de ella, con una antigüedad de gran valor robada por Atobe a un grupo de piratas y ofrecida al mercader Tahei, que jugaba a ser aliado de ellos, en el centro de todo. Pero, al contrario que en la primera "Sappo-cho", el codiciado objeto no es lo importante y pasa a un segundo plano.

Lo que aquí urge es que, a los supervivientes, es preciso eliminarlos para guardar la honra del clan. No se puede reprochar la actitud mordaz y codiciosa de Kyoshiro, pues, como vemos, la sociedad feudal en la que se mueve juega el rol de las apariencias bajo una viscosa maldad y corrupción moral sin excusas; la terrosidad de la fotografía de Fujio Morita refuerza este ambiente, mientras Misumi aumenta la violencia y apela a la deshumanización. Esto choca con la ambigüedad del ronin, atrapado en las conspiraciones de Atobe y Nui, cuya mareante persistencia tomará mucho tiempo en la película hasta dejarle algo de margen de libertad.
Es lo que presagian los pájaros pintados sobre las puertas del santuario donde se hospeda. Tras suceder esto se verá movido por inercia conforme la intriga extiende la violencia, y finalmente participando en ella cuando empiecen a atragantársele los constantes actos de injusticia; son dos jóvenes las que despiertan esa humanidad tan bien escondida: Oryo y Kayo (hijas de los piratas que perecieron por la mano de Atobe). En un gesto extraño y dramático del guión, Kyoshiro no sólo decide ayudarlas desinteresadamente, sino que revela parte de su oscuro pasado (a la primera chica, también cristiana) y una debilidad interior conmovida por la fe y la pureza de ambas.

Este espíritu ambivalente es perfecto para lograr su redención y el perdón del espectador por sus miserables actos de misoginia; en realidad él jamás asesinará a quien no lo merezca, ya sea hombre o mujer. Esto es uno de los mejores tratamientos que llevó a cabo Hoshikawa sobre el personaje, a pesar de su manía de presentar a otros secundarios y abandonarlos a las primeras de cambio; resulta injusto no desarrollar a esos interesantes y exóticos Oryo (encarnada por la gran Sanae Nakahara), Kozasa (la chica tatuada y vendida a Kyoshiro, que merecía una película para ella sola) o el pirata que renuncia a su vida anterior y se convierte en actor kabuki.
Sí es un acierto que ese personaje ansioso por desafiar al ronin a un duelo a muerte al final (un recurrente de la saga) forme parte esta vez de la trama y el grupo de villanos principales, y no sea otro guerrero de paso. Al margen de este batiburrillo de personajes y de subtramas, Misumi sabe desenredarlas con el buen ritmo que imprime al cuidado suspense, y aprovecha para rellenar huecos con varias escenas de lucha muy eficaces (aquí más dado a los planos generales y cortos y menos a la estilización de los travellings y planos-detalle que nos brindó en su anterior entrega, "Shobu").

Nadie dudará de su maestría al ver los combates en el bosque de árboles mustios y sobre todo el gran enfrentamiento climático en los pasillos exteriores del templo Higaki, a pleno sol y demostrando Ichikawa su pericia a la katana frente a olas imparables de enemigos, haciendo uso de su ya mitificado "en-getsu satsu-ho" ("corte de la Luna llena").
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