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La portera ardiente (1988)

1
Oye ¿y no será medio puñalón?
Para mí es todo un orgullo ser el primer usuario de Filmaffinity en votar esta amalgama de secuencias morcillonescas, inundadas de personajes desesperados y ansiosos por "mojar el churro" extraconyugalmente, y haciedo uso de las metáforas más obscenas que uno pueda imaginar.
Y después dicen que "Gummo" no tiene argumento... madre del Señor hermoso y del Verbo Divino. "La portera ardiente" tiene menos incluso. De hecho, nunca ocurre nada. Cada escena es un cortejo de, por lo general, lo siguientes personajes: un morcillón, que tiene por esposa a una especie de Two Yupa con filiaciones militares, a la cual ignora sistemáticamente; otro morcillón que también desprecia a su esposa, a pesar de tener un amigo que se pasa toda la película recordándole los "muslotes" que tiene ésta; un tipo algo heteróclito que se hace pasar por policía -no sé si lo era o no realmente, no me quedó claro-, quien idea las típicas estrategias para montárselo con la chavala de turno, y que está casado con una señora de alta cuna.
En medio de tanto miembro erecto, mujeres continuamente avasalladas y puestas a prueba, infidelidades veladas y no tan veladas, y la portera. De encomiable entereza, la portera tiene más de borrica que de ardiente. Por eso, y por más cosas, esta obra no pasa de quasicomedia pseudoerótica.
Esperpéntico escombro cinético del todo irrecomendable, porque no sirve más que para pegarte el vacile en Filmaffinity, entre nuestros venerables compañeros cinéfilos.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
ENTRE LA VERBORREA DE CANTINFLAS Y LA CASPA
En una ciudad mexicana, un barrio de casas bajas, casi chabolas, bastante hechas polvo. Un grupo heterogéneo de vecinos: el que no se lava ni una vez al año, el músico todo el día con la flauta levantada y con ganas de cepillarse a toda tía que se ponga por delante, el militar de medio pelo que ansía cepillarse a la mujer del músico (entre otras, claro), el vendedor de chuches que sueña con cepillarse lo que le dejen, el policía que quiere cepillarse a la única virgen de la barriada... Y por parte de ellas, la mujer del músico, con cuerpo de gimnasio y líbido por las nubes, la mujer del militar, obediente en todo a su marido y que siempre aparece en el momento más inoportuno para él, la prostituta enamorada del policía, la vieja que también vende chuches, la virgen que no quiere dejar de serlo y, entre todas ellas, la portera de la comunidad, que es portera, cobradora de los alquileres, electricista, chica para todo, y encima adivina el porvenir con las cartas. Hay algún personaje más, pero de pasada.
Prácticamente todo el mundo se quiere cepillar a todo el mundo; las mentiras y malentendidos son constantes...
A ver, es una comedia chusca, de las que de una manera o de otra se hacen en todos los países, que pretende tener un cierto aire costumbrista y que a mí me ha sorprendido por la rapidez de sus diálogos. Prácticamente no dejan de hablar en toda la película, es una cháchara contínua de respuestas y contrarrespuestas...
Propuesta simpática pero decididamente cutre, me ha recordado mucho la verborrea incontenible y los dobles sentidos que utilizaba el cómico Mario Moreno "Cantinflas", pero éste no caía ni en lo chabacano ni en lo vulgarote, cosa en la que en esta película se recrean hasta el hartazgo.
Bueno, aquí tuvimos al tándem Pajares - Esteso, que también iban locos por mojar el melindro. En todos los países cuecen habas, y en México enchiladas.
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