Magic, Magic (2013)

A diferencia de su compatriota chileno Nicolás López, Sebastián Silva si parece tener talento en sus venas. No puedo decirlo basándome en su filmografía completa pero sí en "Magic Magic", una producción que si bien tampoco es nada del otro mundo al menos se toma la molestia de crear una atmósfera opresiva que en todo momento contribuye a enrarecer una propuesta que podría equipararse a la de (la bastante superior) "Martha Marcy May Marlene", en la forma en que un personaje femenino intenta integrarse en un entorno que le es ajeno.

Aquí la trama nos habla de una joven que va a visitar a una amiga a Chile, sin contar con que la segunda iba a tener que alejarse de la ciudad. La protagonista se queda así al cuidado de la familia de su amiga, un grupo de personas con unas costumbres muy particulares que ella no acaba de entender, como cierta frialdad a la hora de tratar con los animales. Juno Temple borda el papel principal, para variar, en uno de esos personajes que le van como anillo al dedo: inadaptada con brotes psicóticos rarunos y cara descompuesta. El resto del reparto se limita a pasar por ahí, con la salvedad de Michael Cera que dan ganas de darle dos hostias y volverlo listo.

Lo mejor de "Magic Magic" es cómo Silva filma estos escenarios con cierto regusto onírico, algo a lo que ayuda la fotografía de Christopher Doyle (conocido por su trabajo con Wong Kar-Wai o en "La joven del agua" de M. Night Shyamalan) llena de contrastes y filtros muy particulares, con un vestuario repleto de tonos vivos (en el caso de Temple, como ese chubasquero amarillo) para contrastar con el resto de elementos. Muy cuidada a este nivel, con un final seco y cortante, es una pena que la película no sepa a más, porque ingredientes los tenía para conseguir ir lejos. Sobre decir, no obstante, que es un tipo de cine muy particular y que puede gustar más o menos dependiendo sobre todo del momento en que se ve, del estado de ánimo y de otros factores que tienen que ver con la conexión emocional que se pueda establecer con los personajes y las situaciones. Yo -aún dándole la nota que le doy- la recomiendo, no es ningún bodrio.

Tras aprender las nuevas reglas de juego para los medios de comunicación acreditados en el Festival, nos dispusimos recién llegados a Sitges a disfrutar de la primera película (de veinte) de una larga semana repleta de títulos.
Una película en mi juicio, poco apropiada para uno de los días con mayor afluencia de espectadores. Una cinta que se adentra en la oscura mente de quien padece un problema (por el que yo mismo he pasado) llamado insomnio.
Superada ya esa etapa, no puedo más que sentirme identificado con algunas de las vivencias que sufre la joven protagonista. Una Juno Temple extraordinaria, y un más que merecido premio a la mejor interpretación femenina en el palmarés final.
Producción chilena rodada en un paisaje extraordinario, película de difícil visionado en algunas de sus escenas, pero que deja satisfecho en su conjunto. Sin duda el haberla visto la primera, le beneficia, si me hubiera cogido algo más cansado, quizás mi valoración hubiera sido otra.
Y un personaje, el de Michael Cera, que sacará a más de uno de sus casillas (impagable en versión original mezclando inglés y español).
No es una cinta de terror, ni mucho menos un thriller psicológico (tal y como vende el tráiler) es un profundo análisis sobre cómo se deforma la realidad a tu alrededor cuando sufres un insomnio severo.
No es redonda, y tiene poco de fantástico (salvo quizás por la brujería final). Sinceramente, no sé que hacía esta película en este festival. Pero me ha dejado satisfecho.