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Amadeus (1984)

Amadeus
158 min.
7,7
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Sinopsis
Antonio Salieri es el músico más destacado de la corte del Emperador José II de Austria. Entregado completamente a la música, le promete a Dios humildad y castidad si, a cambio, conserva sus extraordinarias dotes musicales. Pero, después de la llegada a la corte de un joven llamado Wolfang Amadeus Mozart, Salieri queda relegado a un segundo plano. Enfurecido por la pérdida de protagonismo, hará todo lo posible para arruinar la carrera del músico de Salzburgo. Mientras tanto, Mozart, ajeno a las maquinaciones de Salieri, sorprende a todos con su genialidad como músico, pero también con sus excentricidades. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Biográfico Siglo XVIII Música
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Amadeus
Duración
158 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1984: 8 Oscars, incluyendo película, director, actor (F. Murray Abraham), guión adaptado
1984: 4 Globos de Oro, incluyendo Mejor película - Drama. 6 nominaciones
1985: 4 Premios BAFTA, incluyendo Mejor fotografía. 9 nominaciones
1984: Sindicato de Directores (DGA): Mejor director
1984: Premios César: Mejor película extranjera
10
"Mediocres del mundo... yo os absuelvo"
Aunque se trate de la adaptación de una obra teatral, se agradece que este 'Amadeus' se aparte del estilo convencional que suele abundar entre los "biopics" hoolywoodienses, habitualmente edulcarados y politicamente correctos. 'Amadeus' es una adpatación genial y perfecta de la obra de Peter Shaffer, quien firma también aquí el guión.

'Amadeus' está plagada de momentos memorables de buen cine, que impacta y divierte al mismo tiempo, como la escena en que un Mozart agonizante y en la cama dicta a Salieri su famoso 'Requiem', mientras éste no da crédito a la música que aparece en su cabeza cuando traduce esas partituras mentalmente, que Mozart parece estar improvisando por lo fácil que le resulta escribirlas y el ritmo al que lo hace.

'Amadeus' corría el riesgo de caer en el ridículo, pues presenta a Mozart como una criatura infantil, inmadura y que roza el retraso mental, por no decir que lo alcanza de lleno, por su comportamiento y su ya emblemática carcajada, pero este detalle sirve magistralmente a Milos Forman para justificar la envidia y la profunda ira que siente el personaje de Salieri, que en esos momentos es el músico preferido y más destacado de la corte.

La admiración mezclada con incomprensión y odio que Salieri siente por Mozart es el motor fundamental de esta admirable película, y los actores protagonistas ofrecen uno de los mejores duelos interpretativos que se han visto en una pantalla. Tanto Tom Hulce (Mozart), como F.Murray Abraham (Salieri) hacen creaciones magistrales y ambos fueron nominados al Oscar por sus papeles, ganando Murray Abraham merecidamente y, de paso, dándole la vuelta al inferior talento de su personaje frente al de Hulce.

Las secuencias de las representaciones musicales de las óperas son magníficas, como todo en la película, y, junto al excelente guión y la inspirada dirección, aspectos como la dirección artística, la fotografía, el montaje o la banda sonora adornan y enriquecen una de las mejores películas de la década de los 80.
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209 de 228 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Trágicos compases de envidia
¿Necesita la genialidad aposentarse en seres igual de iluminados en todas sus facetas? Por lo que se ve, no. El Mozart que nos presenta M.F. es un cretino infantiloide, voluptuoso, borrachín, con una sonrisa que habla de lo cercana que está la genialidad de la anormalidad; lo que si necesita la envidia, es de hacerse escoltar por buenas compañías.
La condena de la envidia es estar al lado de lo deseado. Así, la tragedia de Salieri no es su mediocridad, sino el castigo de ser testigo de una genialidad irrepetible, casi divina. De hecho, el duelo que se establece a lo largo del film, no es entre dos contrincantes Salieri “versus” Mozart. Salieri admira a Mozart. Asiste a sus estrenos arrobado sabiendo que aquello que está escuchando tiene el don de la inmortalidad al estar hecho desde la suprema belleza e inspiración. De este modo, el duelo lo establece Salieri contra Dios, contra ese Ser Supremo que al inicio de la obra le concede su deseo, sin saber la amargura que este llevará al toparse con la genialidad en el cuerpo de un ser mezquino y amoral, no en el suyo desde siempre consagrado a honrar a la divinidad.
M. Forman realiza un ejercicio de orfebrería a lo largo de todo el film convirtiéndose en un director de orquesta, donde todos los elementos que componen un film tan complejo (imagen, sonido, decorados, banda sonora) están armonizados y aparecen ante nosotros para hechizarnos. Es curioso el uso que hace de la banda sonora, dejando de lado su función mero fondo subrayante para hacerla protagonista de ese proceso de creación que nos va mostrando (fascinantes todas las secuencias en las que vemos cómo compone Mozart; cruel el instante en que Mozart adapta la marcha que Salieri le ha dedicado, tras escucharla una sola vez). Así, no es la imagen la que nos hace testigos, sino la música la que se presenta y nos sienta en primera fila.
Pero está sinfonía, necesita de buenos ejecutantes. Ya estamos habituados a que en el cine de Forman los repartos sean magistrales; de hecho, circula como una leyenda negra, sobre todo entre los que fueron protagonistas, de tras haber trabajado con Forman se ven condenados a tener una carrera irregular, pues ningún papel alcanza a lo que esté director extrae de sus interpretes. El dueto Hulce y su némesis: F.Murray Abraham está extraordinario, hasta quedar en nuestro imaginario cinéfilo como estos personajes. Finalmente, la ironía del destino se encargó de reparar las humillaciones sufridas por Salieri y fue F.Murray Abraham el que ganaría el Oscar por su interpretación. Un premio más que justo pues compone uno de los “malos” más fascinantes de la historia del cine. Los momentos sublimes se suceden como cuando lee las partituras originales de Mozart, la decadencia de su vejez, o todas las secuencias donde experimenta la humillación y vemos la intensidad de su odio contenido, pero no domesticado.
“Amadeus” es una bendición, una película que se halla a la misma altura de la genialidad y la envidia que relata.
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109 de 117 usuarios han encontrado esta crítica útil
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