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La mujer de al lado (1981)

La mujer de al lado
106 min.
7,2
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Sinopsis
En una pequeña población, cerca de Grenoble, Mathilde Bauchard (Fanny Ardant) se encuentra a Bernard Coudray (Gérard Depardieu), un hombre con el que mantuvo una relación años atrás. A pesar de que ambos están casados, no pueden evitar volver a vivir un romance. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Drama Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
La Femme d'à côté
Duración
106 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1981: Premios César: 2 nominaciones
1984: Japan Academy Awards: Nominada a Mejor film de habla extranjera.
"Filme intimista y desesperadamente romántico. Truffaut desnuda la imaginación al límite para, en su austeridad, destilar pasión. Otra obra maestra de un director enamorado del cine y de la vida"
[Diario El País]
3
3
Positiva
0
Neutra
0
Negativa
8
Amor loco
Título 20º y penúltimo del realizador François Truffaut, escrito por él, Suzanne Schiffman y Jean Aurel. Se rodó durante la primavera de 1981 en las cercanías de Grenoble (Francia). Obtuvo 2 nominaciones a los César (actriz y actriz reparto). Se estrenó el 30-IX-1981 (Paris).

La acción tiene lugar en un pequeño caserío próximo a Grenoble, en 1981, a lo largo de 6 meses. Bertrand Coudray (Gérard Depardieu), su mujer y su hijo, forman una familia feliz y sin problemas. Cuando toman en alquiler la casa de al lado Mathilde (Fanny Ardant) y su marido, emergen recuerdos de hechos pasados.

La película desarrolla un singular drama romántico de amor "fou". El realizador explora una relación amorosa extraconyugal de fuerza arrebatadora. Al amparo de la misma se plantea con fina inteligencia cuestiones como la fragilidad de los sentimientos humanos (tema recurrente del autor), las dificultades del amor, la necesidad y los problemas de las relaciones de pareja. Investiga, además, el alcance y las limitaciones del amor, su relación con el sufrimiento y su viabilidad a costa de renuncias y sacrificios. También analiza los efectos positivos (plenitud, felicidad, integración social) y negativos del amor. Se preocupa de modo especial de éstos, cuando desatan fuerzas instintivas, que en ocasiones puden dar lugar a desórdenes psicológicos y emocionales. En casos extremos la fuerza de los instintos puede generar trastornos de bloqueo mental ("amour fou"), de los que se derivan comportamientos irracionales, infantiles, obsesivos y, a veces, autodestructivos. Los problemas suelen agravarse cuando un miembro de la pareja monopoliza las funciones de dominio en términos de manipulación y sometimiento del otro. La narración es sencilla, directa y neutral. Se enmarca en escenarios íntimos (hotel) y en tres cuadros colectivos: jornada social en el Club de tenis, el "garden-party" de los Bouchard y la presentación del libro escrito e ilustrado por Mathilde. Odile Jouve (Véronique Silver), gerente del Club, hace las veces de narradora experimentada. La presencia dispersa del humor culmina en dos escenas: el descosido del vestido de tarde de Mathilde y la búsqueda de Odile que hace el auxiliar de telégrafos. Las miradas tras las ventanas recuerdan y homenajean al Hitchcock de "La ventana indiscreta".

La música, de Georges Delerue, consta de 12 temas breves, instrumentales y melódicos, de entre los que destacan "La femme d'â coté", "L'amour dans la voiture", "Le secret de madame Jouve", "Garden Party" y otros. La fotografía se sirve de admirables planos secuencia, giros de cámara precisos, emotivos "zooms" de aproximación. La paleta es restringida, de colores cálidos (dorados, cremas y ocres) y de tonos suaves, contrastados con marrones oscuros y brillantes efectos de luz. La imagen trata de penetrar en el mundo interior de los protagonistas. Las interpretaciones de Depardieu y Ardant (primera colaboración con Truffaut) lucen calidad y riqueza de matices.
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31 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Buena dosis de amor desesperante y desesperado.
El tiempo lo cura todo. Así al menos quería pensar también Bernard. Pero el tiempo que hurtamos al destino no es nuestro, y no tiene el poder terapéutico de ese otro, el que dice curar.
Bernard no sabía realmente a que tiempo estaba apelando, pero el tiempo que se ocupaba de él no tenía pretensión curativa ninguna; nada de esa intención sanadora que se le suele atribuir. Tiempo cruel, que tras jugar 8 años con el sosiego de una persona decide que se ha cansado, dar la broma por concluida, y el juego por perdido para todo el mundo.
Buena dosis de amor desesperante y desesperado.
Dicen que el enamoramiento es un estado fisiológico que no dura más allá de los 3 años máxime. Para Truffaut dura mínimo 8. Claro que aquí no tenemos el enamoramiento de la parejita que levita, sino una especie de certeza destructora sobre la singularidad de la otra persona, y un deseo irreductible y fatal a participar plenamente de esa singularidad, o al menos, eso se deduce de la forma en que se perciben los protagonistas mutuamente. Para ese plazo de expiración del amor y la atracción se supone que se requiere el contacto continuo. En esta historia no tenemos eso, pero parece que durante todo ese tiempo los protagonistas no han tenido otra cosa en la cabeza que la vecindad de esa persona de su pasado.
A las primeras de cambio la frase “ni contigo ni sin ti” parece rotular a fuego la pasión que nos pintan. Por fortuna no nos encontramos ante un vaivén insulso y sin sentido, o ante un toma y daca al que no tomamos el pulso por la insipidez del retrato. Cuando vislumbramos un poco de la forma de ser de los personajes, y un poco de su pasado, entonces las sacudidas que sufre la relación, y que le otorgan fatídicos tonos, cobra una significación aplastante; sacudidas fruto del enfrentamiento entre la pasión y la particularidad que nos atrae en el otro con la certeza de las nítidas razones que provocaron la separación. Y repito que al menos yo capto la dimensión de esa fatídica relación sin que explícitamente la película me ponga en situación. Así, supongo que habrá que agradecer esto a unos inmensos Gerard Depardieu y Fanny Ardant, dando vida al inestable y exaltado Bernard y a la romántica y misteriosa Mathilde.
El personaje de Madame Odile, magnífico también, es otro ejemplo de que el tiempo solo cura cuando le viene en gana, que a veces nuestros esfuerzos por olvidar son inútiles, y además, suponen una eterna lucha contra nosotros mismos.
La película tiene un tremendo final, que quizá no se vea venir del todo, pero que llega henchido de horrible lucidez.
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
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