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Vida de este chico (1993)

Vida de este chico
114 min.
6,6
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Sinopsis
Drama ambientado en la década de los 50, en Estados Unidos, que retrata la adolescencia de un chico a través de la relación con su madre y con su cruel y autoritario padrastro. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Años 50 Familia Adolescencia Melodrama Biográfico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
This Boy's Life
Duración
114 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1993: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor actor sec. (DiCaprio)
1993: Asociación de Críticos de Los Angeles: Premio Nueva generación (DiCaprio)
1993: Asociación de Críticos de Chicago: Mejor actor revelación (Leonardo DiCaprio)
7
El descubrimiento de un gran actor
La biografía del escritor Tobías Wolf dio lugar a esta película que por momentos es previsible y en otras ocaciones es un perfecto ejemplo de cine clásico, en donde sabemos quién es el malo(ese padrastro encarnado por DeNiro) y en donde se recrea con música y buen vestuario la época de los 50. En esa década de idealismo familiar en la sociedad norteamericana, una madre bastante liberal y su hijo buscarán equipararse a la sociedad buscando la familia en un hombre vulgar y fascista que la tomará con el chico.

Si hay algo genial en esta película es Leonardo DiCaprio. Se merienda a un sobreactuado Robert DENiro y lo hace con la mayor convicción. Su cara de ángel se mezcla con registros de comedia o de drama, expresando emociones sólo con la mirada. Es increíble que tuviese solamente 16 años en esta película y aún más increíble que para mucha gente solo sea el chico Titanic. Esta película es una muestra de su gran talento como actor.
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65 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El mamón del silbato
Cuando contaba con mis nueve años me dio por merendar phosquitos, bollicaos y migotes de madalenas. Esto llevó a que mi metabolismo no comprendiera muy bien en qué consistía su misión en la etapa de crecimiento y me hiciera crecer a lo ancho más que a lo alto.

Un verano, al grupito de hermanos-primos nos dio por ir casi a diario a la piscina municipal (aun me pregunto el motivo de tal antojo ya que vivimos prácticamente a pie de playa). La cuestión es que en la municipal había dos piscinas; Arriba la de adultos y bajando unas escaleras se encontraba la de niños.

Estamos hablando de la primera mitad de la década de los ochenta. No se estilaba por aquellos entonces lo de colocar jóvenes atléticos socorristas en piscinas como sería lo natural. En la municipal había de vigilante un viejo tripón de unos 65 años con una pinta de amargado impresionante. Como atuendo no llevaba la clásica camiseta blanca con la cruz roja en la espalda ni el bañador color rojo. El uniforme de este personaje consistía en un pantalón de pinza color café con leche, una camisa blanca con estampados modelo "cortinas" y un Purito Rey en la comisura de los labios. Tenía la manía de meterse la camisa por dentro del pantalón dejando ver que lo llevaba por encima del ombligo, con dos cojones el abuelo.
Supuestamente este hombre sería el encargado de sacarte del agua en caso de que te diese un yuyu ahí dentro. Y la peña bañándose tan pancha.

Pues el caso es, que nosotros llegábamos a la municipal. Después de pagar las cien pesetas de entrada, nos íbamos escopetados a la piscina infantil con la intención de meternos en ella y no salir hasta que el viejo tocase el silbato como aviso del final de jornada.
Pero había un problema. Era un detalle al que nadie prestó nunca atención... salvo yo. El viejo me tenía manía.

Supuestamente yo entraba por edad en la categoría; "chaval con derecho a remojarme en la pequeña". Pero el tío, de vez en cuando asomaba su puta cabeza por la barandilla de la parte de arriba, en donde la piscina grande, y cuando me veía rodeado por docenas de niños de MI MISMA EDAD gritaba lo siguiente; ¡¡Gordo!! ¡¡¡gordoooo!!!.
Yo inmediatamente giraba mi cabeza hacia el cabrón intuyendo que "el gordo" era yo. Cuando se producía el vis a vis, ya no había más palabras; con su mano hacía un gesto bastante contundente que quería decir algo así como; lárgate de ahí. Tú a la grande.

No cuestionad mi reacción, tended en cuenta que era un estúpido crío. Pero yo me salía obediente de la piscina y subía las escaleras hacia ese incómodo mundo adulto. Es verdad que allí había auténticos bombones. Es cierto que las cachas de las pavas eran mejores que las de las niñas. Pero qué coño, yo quería estar con mi generación.

Sigue en spoiler...
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89 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
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