Muero cada amanecer (1939)

Uno de los films más esperados por los fans del cine de gangsters y noir en general, debido al encuentro de dos de las máximas estrellas del género. En su momento una producción importante y el primer proyecto de relevante para Raft en la Warner, después de su marcha de la Paramount.
Cagney interpreta al periodista incriminado y encerrado, en su obsesión por escapar de los papeles de gangster, que aquí va a parar a George Raft en una magnífica interpretación. Cagney está muy bien, sobre todo en la escena de los interrogatorios y el director opta por un tono duro mezclado con elementos descaradamente melodramáticos, pero efectivos. George Raft se encuentra en su salsa, como gangster de buen fondo. Se trata de uno de los films de cárcel mejor rodados de la historia e incomprensiblemente, a pesar de la reunión de sus dos estrellas, ha pasado relativamente olvidado por la historia de nuestro peculiar país. De hecho hoy día, ni siquiera está editado en España.

Es un film, que por sus elementos melodramáticos gusta al público femenino, a la par que al masculino por su dureza, logrando un equilibrio difícil y admirable.

Frank Ross (James Cagney) es un periodista que ha descubierto un esquema de corrupción de un candidato a gobernador del estado. El candidato tiene una banda de criminales que atrapa a Frank, lo golpean y lo rocían con “whiskey”, lo montan en un auto y provocan un accidente donde mueren tres personas, Frank es sentenciado a 20 años por un crimen que no cometió. En la prisión Frank conocerá a un notorio delincuente, Stacey (George Raft), que lo ayudará a descubrir la verdad.

Interesante drama que nos demuestra el poder de las garras de la corrupción en el sistema gubernamental (fiscales, jueces, guardias penales, oficiales de la Junta de Libertad Condicional). Las actuaciones de estas dos leyendas del cine, James Cagney y George Raft, son memorables, este fue el único film en que laboraron juntos. James Cagney destaca en su papel por lo melodramático y su dureza, George Raft por lo frío y calculador.

Se comenta que antes de iniciarse en el cine, George Raft anduvo seriamente mezclado con el auténtico gangster, que luego él imitaría en sus películas. James Cagney es sinónimo del cine negro, además de ser su mejor intérprete.