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In Darkness (2011)

In Darkness
144 min.
7,0
842
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TRÁILER (VO)
Sinopsis
En 1943, la ciudad polaca de Lvov vive sumida en la miseria debido a la ocupación nazi. Un día, Leopold Socha, un mezquino usurero, se encuentra con un grupo de refugiados judíos y los oculta con su dinero en el laberinto de las alcantarillas de la ciudad. De esta manera deja de interesarse sólo por sus negocios, y su vida experimenta un cambio esencial. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Histórico II Guerra Mundial Nazismo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Polonia Polonia
Título original:
W ciemnosci (In Darkness)
Duración
144 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Polonia-Alemania-Canadá;
Links
Premios
2011: Oscars: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2011: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor película extranjera
2011: Festival de Valladolid - Seminci: Sección oficial largometrajes a concurso
2011: Festival de Mar del Plata: Sección Internacional de largometrajes
2012: Premios del Cine Europeo: Nominada al Premio del público
6
¡Salgamos todos de las cloacas!
Muy bien construida, técnicamente impecable, bien interpretada, esta noningentésima entrega sobre el holocausto, obra de la buena directora polaca Agnieszka Holland. En esta ocasión la acción espacio-tiempo tiene lugar en las cloacas de una población, de nombre Lvov, durante los dos últimos años de la ocupación nazi.
Aquí debería terminar mi crítica porque cuando se ha visto muchas veces la misma película poco más hay que añadir en el visionado novecientos, pero para que no me acuséis de rácano me explayaré un poquito más.

A estas alturas, casi nadie va a discutir a los judios que vivieron uno de los episodios más horribles y deleznables de la historia de la humanidad (esta última palabra tal vez no debiera haber aparecido en este contexto). Creo no obstante que su obsesión, alimentada con ingentes cantidades de dinero, en que nadie olvide su terrible desgracia, les está impidiendo concentrarse en la realidad, incidiendo en monstruosidades sufridas en propia carne; todos sabéis a qué me estoy refiriendo, pero hay por aquí un señor con trenzas en la barba que me está poniendo nervioso y yo no soy tan valiente como Leopold Socha, al que acabaréis conociendo, queráis o no.

La solvente directora, hija de judío y católica, nacida en Varsovia en 1948, dirigió la magnífica "Europa, Europa" y en su interesante currículum tiene más historias referidas al histórico exterminio (donde por cierto hubo muchos comunistas, gitanos, republicanos españoles, y otras gentes de mal vivir); que de las que han dispuesto otros pueblos castigados y esclavizados; por ejemplo, si me permiten (ahora que el señor que me miraba mal se ha metido en la sinagoga), los palestinos.

No me acusen de ser antisionista, no lo soy, pero si a ustedes les pusieran, sólo quinientas veces, "M, el vampiro de Düsseldorf", acabarían aborreciéndola y quemarían la foto de Fritz Lang que cuelga en la cabecera de su cama.
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32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sonata para un buen hombre
Curioso el hecho de que, cuando el día a día consiste en levantarse y acostarse en una cama confortable, disponer de comida suficiente, compartir las horas con la gente querida en condiciones de un aceptable bienestar, entrar y salir libremente, realizar las tareas y ocupaciones con la motivación de hacer cosas útiles, necesarias y/o satisfactorias y recibir una paga con la que ir tirando... Curioso que, cuando no se ciernen terribles peligros, nos asustemos de las cosas más nimias. La oscuridad, las películas de miedo, los ratones, las ratas, los bichos. Llegar tarde al trabajo por algún imprevisto. Hablar en público. Hacer el ridículo. Decirle a alguien que te pirras por sus huesos. A veces, se experimenta verdadero terror ante situaciones que están muy lejos de amenazar de muerte. Como si el aletargado instinto buscara emociones fuertes para ponerse en funcionamiento alguna vez, ya que no dejamos de tener una parte irracional y primitiva, herencia de aquellos lejanos ancestros, guiada por pulsiones muy arraigadas, que prácticamente actúan por su cuenta. Los padres de la especie luchaban titánicamente por la supervivencia en un entorno salvaje y virgen. Ese fiero instinto de conservación ha pasado de una generación a otra, cambiando según las circunstancias. Y es obvio que permanece ahí, atento; porque incluso con todas las necesidades básicas cubiertas, seguimos alimentando miedos, recibiendo señales de amenaza.
Y si lo que se cierne es el odio, la guerra y el caos, todos los miedos superfluos se esfumarán para dar paso a la auténtica fuente del pánico: la misma muerte. El deseo de aferrarse a la vida hará palidecer todo lo demás, así que ya no importará hacer lo que sea que antes no habríamos hecho, ya dará igual tener que esconderse en unas cloacas asquerosas plagadas de aguas fétidas y de ratas si con ello la parca pasa de largo un poco más. Dará lo mismo respirar el aire corrompido, oler a tumba, llevar harapos sucios, comer en condiciones higiénicas nulas, dormir en un suelo duro y no ver la luz del sol. El instinto prevalecerá de nuevo para salvarnos. Seguramente porque el organismo es tan sabio que no necesita del raciocinio para actuar.
Pero por fortuna también hemos interiorizado otras pulsiones características del ser humano, que se desarrollan en diversos grados en cada uno (o estando ausentes en algunos). La compasión. La protección de los desvalidos contra los obstáculos.
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
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