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La posada de Osaka (1954)

La posada de Osaka
122 min.
7,5
125
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Película completa (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
El idealista Sr. Mita, un directivo de una empresa de seguros, es degradado y enviado de la oficina central de Tokio a Osaka, donde conocerá a una variopinta colmena de desesperados que trabajan o frecuentan la posada donde se hospeda. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Osaka no yado (An Inn at Osaka)
Duración
122 min.
Guion
Música
Fotografía
Links
9
Un pequeño (y maravilloso) mundo creado por Heinosuke Gosho
La sensibilidad con la que están filmados muchos de los mejores momentos de "La posada de Osaka" es algo que muy pocos directores de cine son capaces de hacer sin caer en una cantidad de errores enormes. Heinosuke Gosho sabe tocar las teclas adecuadas para crear una historia que da vida a muchas otras, siempre a partir de los movimientos y los ojos de un personaje que por necesidad acapara la mayoría de minutos y sobre quien recae todo el peso del largometraje. Se trata de una verdadera joya, una película que fluye como un río, con caudales distintos según el tramo aunque siempre sin brusquedad, con múltiples personajes que son capaces de transmitir sus dramas con el mismo interés cada uno.

Podría decirse que es una película en la que nada pasa y en la que también pasa de todo.

Heinosuke Gosho es uno de los directores más desconocidos en occidente, mucho más que Naruse incluso, sin embargo vale muchísimo el esfuerzo que convenga para buscarlo. "La posada de Osaka" está a la altura de cualquier otro drama de esa misma época, momentos difíciles para una sociedad que empezaba a arrancar sus motores pero que aún arrastraba el pesado lastre de una guerra perdida. El protagonista va a caer a una posada, por fortuna para los espectadores, en la que entabla relaciones con todos aquellos con quienes se encuentra, especialmente del sexo femenino y de quienes de forma incondicional conoceremos sus problemas. Algunos son dramas, otros son verdaderas tragedias. Pero por delante de todo, destila una humanidad que va por delante y que es la fuerza que crea el camino y la moral correctos.

No todos son idealistas, también estamos rodeados de maldad y de ruindad. Esa posada es el ejemplo perfecto de lo que supone hacer una extrapolación de una pequeña (minúscula) parte del mundo: efectivamente, el mundo es así.

Gosho no se cansa de tropezar una y otra vez. El resultado final supone un equilibrio perfecto, es cine de calidad, en cada esquina, en cada minuto: desde la geisha alcohólica y enamorada a la dueña de la posada, todos aportan alguna cosa que vale la pena. Perderse y descubrir a Heinosuke Gosho es lo mejor que le puede pasar a cualquier cinéfilo.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La carencia de humanidad...
Observar el Mundo por medio de la constante búsqueda de honor, bondad y humanidad puede ser un completo error y llevar al que lo hace a fatales desengaños.
El Mundo, por desgracia, es como es; lo veremos a través de los ojos de un idealista que no podrá sino darse de bruces con la realidad cuando esta asoma en toda su plena miseria.

Y el encargado de exponerlo es Heinosuke Gosho, desconocido maestro clásico para el público occidental que como muchos coetáneos cultivó una extensa carrera y tuvo el placer de ser reconocido y galardonado en esa década en la que el cine japonés estaba siendo aceptado internacionalmente, por supuesto la de los años '50. "Where Chimneys are Seen" había sido proyectada en el Festival de Berlín y su popularidad no pudo ser mayor, deslumbrando al Mundo con su cine honesto, de líneas costumbristas y visión humanista. Poco después va a adaptar la famosa novela "Osaka no Yado", del prolífico Abe Shozo (disfrazado tras el alias Takitaro Minakami).
Éste, aprendiz del maestro Izumi Kyoka, es un poeta, crítico y autor muy centrado en la realidad cotidiana del momento, lo cual encaja perfectamente con el estilo del director. Pese a su título, el film no empieza en esa posada que en breve se convertirá en escenario primordial de la historia, sino en un izakaya de Osaka, ciudad a la que Kyoichi ha sido transferido tras protagonizar una "heroica" disputa con su jefe en Tokyo; a partir de aquí vamos a contemplar desde su punto de vista (o a ser forzados a ello) los muchos devenires y situaciones con los que tropezará cuando decida residir en dicho lugar.

Para comprender el grado de su ingenuidad se debe partir de la idea de que dejó su oficina por cuestiones morales y que es engañado por el hermano de la dueña de la posada (Ossan) para instalarse allí; fundamental esta perspectiva. Quizás Gosho se identifique con Mita, pero percibe antes que él, y nos lo hace saber, cómo esa Osaka de la incipiente recuperación económica parece más bien un basurero donde se arrojan los deshechos del país. Magnificada por sus luminosas aceras, altos edificios y monumentos históricos, la oscuridad es perpetua, y la posada Suigetsu el reflejo de esta decadencia.
Suerte de lúgubre reinterpretación del clásico "Gran Hotel" de Edmund Goulding, Gosho se presta a la teatralidad y nos encierra en los espacios reducidos de ese microcosmos para atender a la multitud de tragedias que allí tienen lugar, haciendo hincapié, cual Mizoguchi, en el inmenso sacrificio de la mujer, porque son ellas las impulsoras del drama y circulan, desde el interior y el exterior, alrededor de la figura tranquilizadora y leal de Mita:

La madre que no puede ir a ver a su hijo (Otsugi), la esposa insatisfecha (Orika), la geisha de corazón roto y alcohólica (Shizu), la joven despreocupada y vivaracha (Oyone), la avara y malévola dueña o una chica que ha tenido una desavenencia económica con él y cuyo padre está afectado del corazón (Omitsu).

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Y pese al suicidio, la traición y la decadencia, hay que aferrarse a cualquier cosa para vivir, por terrible que sea...esta verdad se acepta, se encara con dignidad. También Ozu nos enseñó muy bien que el tren pasa, la vida sigue, y que quizás las cosas puedan cambiar, pero en otro lugar, siempre hay que luchar por ello.
Gosho, por su parte, será de nuevo aplaudido y reconocido como el gran maestro que es por esta pequeña gran joya que da al cine japonés, uno de sus logros más duraderos.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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