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Steve Jobs (2015)

Steve Jobs
121 min.
6,1
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Premios
2015: Premios Oscar: Nominada a actor (Fassbender) y actriz de reparto (Winslet)
2015: Globos de Oro: Mejor guion y actriz de reparto (Kate Winslet)
2015: Premios BAFTA: Mejor actriz de reparto (Kate Winslet)
2015: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor actor (Michael Fassbender)
2015: Satellite Awards: Mejor guion adaptado. 4 nominaciones
8
Steve Jobs, sistema cerrado
He de confesar que en mi casa nunca ha habido ni un solo producto de Apple, por lo que mi admiración hacia este señor es más bien escasa. Los motivos que me llevaron a ver esta película, además de que me gusta ir al cine, son principalmente dos y tienen nombre y apellidos: Danny Boyle y Michael Fassbender. Del primero podemos decir que probablemente sea uno de los directores británicos más influyentes de las últimas décadas, con obras a sus espaldas como Trainspotting (1996) o la ganadora del Oscar Slumdog Millionaire (2008). Sobre el segundo diremos que le abala su pasado (Hunger, Shame o 12 años de esclavitud), le reafirma su presente y nos ilusiona su futuro. Un actor a tener en cuenta.

Pero bueno, centrémonos en la película. Personalmente, me ha gustado mucho, y además creo que funciona a diferentes niveles. El primero. y puede que más importante, es que entretiene. Y no es para nada sencillo que un filme de 2 horas sustentado a base de diálogos lo haga, pero está claro que la excelente banda sonora (con una enorme presencia de Bob Dylan) y su dinámico montaje ayudan a conseguirlo. Y aquí hay que hacer un inciso. Si bien es cierto que existe una máxima en el audiovisual que dicta show, don't tell, no es menos cierto que presenciar un film con buenos diálogos a través de buenas interpretaciones es una de las mayores delicias para los amantes del 7º arte. Y en esta película los hay. Además, no hay que olvidarse de la dificultad que supone escribir diálogos aceptables para la gran pantalla, sin duda la parte más compleja a la hora de construir un guión.

Ya que hablamos del guión, vamos a profundizar un poco en su estructura. Tres actos claramente diferenciados al más puro estilo aristotélico con dos poderosos clímax más o menos claros y situados correctamente. Me llama especialmente la atención el planteamiento de la historia y su fantástico uso de la elipsis. Como buenos voyeurs que somos (¿por qué sino veríamos películas?), se nos ofrece lo que habitualmente no se muestra y, en este caso, donde ocurre lo más interesante: entre bastidores, los cual nos recuerda algo a Birdman (2014). Si quisiéramos ver las presentaciones de los productos iríamos a YouTube, no al cine, pero aquí se nos cuenta lo que hay detrás de ellas.

Otro de los niveles a los que funciona es al interpretativo. Uno de los motivos por los que las 2 horas de metraje no se hacen pesados es por el gran nivel del elenco (y de sus diálogos también). Aunque todos los secundarios rayan a buen nivel, es sin duda el principal, Michael Fassbender, el que carga el peso del filme a sus espaldas. Y es que su enorme trabajo a la hora de dar vida al antisocial y perfeccionista Steve Jobs seguro que no pasa desapercibido para la Academia.

Las comparaciones son odiosas, pero en este caso es imposible no pensar en La Red Social (2010), entre otras cosas porque el guionista de ambas películas es el mismo, Aaron Sorkin. Las dos nos hablan de dos seres incomprendidos, obsesivos y visionarios que a través de la tecnología alcanzaron el reconocimiento mundial y algunos que otros millones de dólares. La principal diferencia que yo veo entre ambas es que la película de Fincher nos cuenta el inicio del gigante que ahora es Facebook y, en cambio, Doyle prefirió utilizar lo que en literatura se llama in media res, es decir, empezar por el medio. Cuando empieza el film nos encontramos a un Steve Jobs famoso (no venerado como después) en una empresa llamada Apple que está a la vanguardia en su terreno.

El último nivel de los que hablábamos al principio es que funciona como jarro de agua fría, como llamada de atención a todos aquellos que lo elevan al nivel de un Dios. Como todos los genios, Jobs tiene un lado oscuro que, por lo que retrata el biopic (basado por cierto en la biografía homónima y autorizada del empresario informático) es muy grande. En él se nos habla de sus relaciones profesionales y familiares, aunque en mi opinión a las segundas les faltan algo de profundidad. Steve Jobs es retratado como una especie de Sheldon Cooper obsesivo, orgulloso, cínico y totalitario (de hecho hay un momento en el cual se compara con Julio César). Una de esas personas que adoran el control y se niegan a admitir que no tienen la razón absoluta. Parafraseando al rapero Rafael Lechowski: "que necia vanidad la del genio, que en un mundo a punto de extinguirse, sueña con ser eterno". Razón no le falta.
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130 de 158 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Relumbrón público y miserias privadas
El éxito de esta cinta radica sobre todo en su excelente guión, que no pretende narrar la vida de su mesiánico protagonista de forma canónica y previsible, sino que se centra sólo en tres momentos significativos pero que muestran a la perfección la clase de persona que era (endiosado, engreído, brillante y acomplejado), sus inadaptación constante (su falta de empatía, su nula tolerancia a la frustración, sus notorias carencias afectivas), su delirio por el diseño, la imagen y el marketing más allá de lo utilitario, sino como un fin en sí mismo (sobrevender humo, anunciar lo inexistente, pergeñar sueños arrogantes) y su maniático empeño por el control total y su opacidad absoluta.

¿Fue Steve Jobs un genio? En la medida en que la palabra ‘genio’ ha sufrido una devaluación constante y se utiliza con inflacionaria generosidad, sin rigor y como mero reclamo publicitario vacío de significado, la pregunta carece de cualquier interés. Quizás este interrogante haya sido importante para algunas personas retratadas en esta biografía nada complaciente sobre una persona que supo servirse del poder de la imagen para labrarse y difundir un olimpo personal, machacón y ególatra de sí mismo, sin más aval que su personalidad arrolladora, obsesiva y grandilocuente.

Como siempre en una biografía, no estamos ante la verdad absoluta de los hechos (que es inabarcable, multiforme e inasible), sino ante un posible enfoque, una visión, una potencial lectura de lo que quizás fue más significativo, centrándose en unos aspectos y omitiendo otros, pero es innegable que la representación que prevalece resulta verosímil y se ajusta bastante a los datos objetivos de su periplo vital: fue un hijo entregado en adopción, fue un padre que se negó durante lustros a reconocer a su hija biológica, fundó una empresa, fue echado de la misma, fracasó y resucitó, regresó finalmente en loor de multitudes y dejó su huella en todo lo que emprendió. El que el soberbio guión de Aaron Sorkin se detenga en ciertos aspectos ingratos, no añade ni resta valor al proyecto, sino que su máximo logro radica en crear un personaje verosímil y redondeado que da la sensación de haber podido ser tal y como se refleja en pantalla.

También se ilustra con nitidez la discrepancia entre imagen pública y vida privada, entre el brillo del escenario y la mezquindad entre candilejas. Para ello ha contado con la inestimable complicidad y entrega de Michael Fassbender y Kate Winslet, ambos inmensos. Quizás haya a quien le perezca que contiene demasiados diálogos y demasiada poca acción, pero debemos de ponderar la importancia de la palabra como pilar de la cultura o sucumbiremos a los idólatras iletrados de la imagen.
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