Jacques (2016)

Desde que emitieron la serie El Mundo Submarino de Jacques Cousteau, pocos capítulos me he perdido. Por eso tenía gran interés en ver la película, y no me ha decepcionado. Todo lo contrario, me ha gustado mucho. Y por ello estoy bastante en desacuerdo con las críticas de los especializados en cine. Me parece qué están equivocados. Primero porque la película tiene argumento y no se trata de un simple documental, cómo algunos lo tachan. Segundo, porque las imágenes son de gran calidad, y tercero y más importante, porque es un canto a la vida de las especies marinas y del medio ambiente, que nos estamos cargando a marchas forzadas en nuestro Planeta. Cousteau se dio cuenta, quizás un poco tarde, que sus documentales podían servir no sólo para ganar dinero, sino para concienciar a nuestra especie de que todo ser que vive en el Mar, tiene que ser protegido y no maltratado. Además, los actores y actrices creo que lo hacen bastante bien en sus papeles. Creo que es una muy buena película, que nadie debería perderse. Y si has visto cómo yo esos documentales en tu juventud, pues con más motivo.

Jérôme Salle (Zulu, Largo Winch) enfunda sus pistolas para sumergirnos en las profundidades de la tormentosa trayectoria profesional y vital de Jacques-Yves Cousteau (Lambert Wilson), famoso investigador francés que estudió el mar y dio a conocer a medio mundo las maravillas que se esconden en el océano. “Este hombre (Cousteau) cuenta la evolución de la relación entre el hombre y la naturaleza desde los años sesenta y setenta. Él sólo quería conquistar y explotar la naturaleza, entendió que estábamos destruyendo el planeta en el que vivimos y se convirtió en el mayor ecologista. Es una evolución interesante”, afirma el director sobre su interés por la biografía del protagonista. Estreno el 15 de septiembre.

Jugando con un arma de doble filo, la cinta francesa abre erróneamente con el final del relato, la fatídica muerte de Philippe, utilizando un recurso que simplemente resta intensidad al desenlace cuando lo que se buscaba era crear expectación innecesariamente. Obviando este fallo, seremos partícipes de las andaduras de Jacques Cousteau como comandante de su fiel barco, Calypso, a lo largo de varios años con más sombras que luces donde su carrera como célebre divulgador del mundo marino andará sobre la cuerda floja.

En su inicio, Jacques se nos presenta como un largometraje simpático, lleno de colores y vida; sin embargo, lentamente nos introducimos en un drama familiar narrado de manera convencional que, aunque no aburre, no consigue emocionar al público dada su escasa personalidad, otorgada anteriormente de manera indirecta por Wes Anderson en Life Aquatic. El espectador, que espera un acercamiento intimista que desmonte el mito del famoso investigador, descubre que este navío hace aguas y simplemente rasca la superficie de un gran iceberg.

“Al principio, el guion era más clásico y trataba menos la relación paternofilial. Me reuní con la viuda (Jan Cousteau) en Washington y me habló entre lágrimas de Philippe, de su vida cuando se querían, y me pareció que todo lo que me comentaba sobre su pareja era muy bonito. Al volver a Francia quise desarrollar su personaje, a través del cual contar con mayor intensidad y humanidad la evolución de Jacques en su relación con la ecología, ya que su hijo le ayudó a acelerar ese proyecto”, confiesa Jérôme Salle sobre lo que iba a ser primeramente el largometraje.

Si hay algo que engrandecer de Jacques son las magníficas imágenes subacuáticas que nos regala devolviéndonos esa esencia de los documentales del propio protagonista, además de transportarnos a escenarios realmente bellos con algún que otro momento de brillantez; la asfixiante escena con los tiburones o las nostálgicas estampas familiares. “Había muchos retos técnicos durante el rodaje, fue muy complicado. Una película de época, bastante maquillaje, niños, animales, rodar bajo el agua, en barcos… todo lo que no hay que hacer en el cine”, comentaba el director entre risas.

“Yo crecí con las películas de Cousteau. Era un personaje que marcó mi imaginación y mi consciente desde mi niñez; era como alguien de la familia. Lo extraño es que mi padre, que era actor, fue la voz francesa de sus documentales durante muchos años hacia el final. Y, por eso, me sentía un poco conectado al personaje. Fue la primera vez que tuve que hacer una transformación así para la edad hasta ese punto”, añade el actor Lambert Wilson sobre su conexión con el personaje.

Sin embargo, a pesar del protagonismo del veterano actor, es Audrey Tautou, representando a su dulce y más tarde amargada esposa en la ficción, quien se lleva el oro con un personaje bien dibujado y que comparte gran parte de la carga dramática. Todo ello sin menospreciar el trabajo de un esforzado Pierre Niney, pieza clave en este relato que arroja algo de esperanza a la especie humana.

Al igual que Cousteau, la película tiene una visión romántica sobre la conquista submarina en un contexto donde el hombre creía ser todopoderoso y capaz de utilizar la naturaleza a su antojo. A pesar de sus errores, el barco sale a flote para poder disfrutar plácidamente de su visionado. Citando a Hemingway, “el mar es dulce y hermoso, pero puede ser cruel”.

Crítica escrita por Antonio Fuentes Belando. Fotografías de Josune Ordoñez López

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