Pekíng Express (1951)

Al comienzo de la película la intriga se oculta en los recovecos del celuloide porque cada escena encierra un interrogante nuevo que el espectador trata en vano de resolver cuanto antes.
A medida que las claves del misterio se van desvelando, la pantalla cobra mayor interés y parece más luminosa porque el argumento posee fuerza intrínseca y la historia está contada con notable habilidad.
W. Dieterle ajusta los tiempos, acomoda el ritmo y estructura la peripecia para que el rompecabezas se vaya componiendo y cada pieza ajuste con la contigua sin dejar espacios en blanco.
Intensa, sugestiva, enigmática y aderezada con una excelente selección de primeros planos y con una magnífica actuación de J. Cotten.