Lorca (1998)

Mediometraje engolado, sugerente y pretencioso.
Oscura reflexión poética sobre los últimos días de Lorca y su legado. Es un artefacto narrativo que juega/recrea tres temas/situaciones: los momentos finales del poeta y su fusilamiento, un mundo onírico (hay un sueño angustioso y recurrente) y simbólico (se muestra una especie de cielo en el que son protagonistas una niña angelical y su abuelo), y la gira amarga y patética de una minúscula compañía teatral por la miserable España de los años 50. Rompecabezas un tanto confuso y demasiado ambicioso; quiere decir demasiado en poco tiempo; hay demasiada densidad y poca claridad.
Historia rica en matices y perturbadora. Lírica y alucinada. Un acercamiento atrevido y original a un hecho demasiado manoseado y cargado de connotaciones de todo tipo (históricas, ideológicas, literarias...). Trata de ser una triste reflexión sobre el absurdo de la muerte y el destino trágico que compartimos todos; intenta reflejar el miedo más esencial y primigenio: el miedo a la muerte. El resultado se queda a medio camino: entre lo que se pretende y lo que se consigue hay una gran distancia; es un curioso, interesante y fallido intento por hacer algo diferente y valioso.

Este cortometraje dirigido por Iñaki Elizalde nos muestra de un modo muy "sui generis" los últimos días del poeta granadino Federico García Lorca. Lo hace desde una visión muy particular, mostrándonos a la persona y no al personaje, que se enfrenta a una muerte muy cercana y segura.
Iñaki Elizalde rueda este film en Navarra, dándole el papel protagonista a Miguel Bosé, al que encuentro muy concienciado con el personaje, ofreciendo una interpretación satisfactoria aunque poco creíble. Junto a Bosé cabe destacar la actuación de Juan Diego, un actor que no necesita presentación y que realiza el papel de Salvador, un imaginario personaje que comparte el calabozo con el poeta.
Personalmente el corto no me aporta nada a ningún nivel. Es más, si valoro las distintas secciones que componen el equipo de rodaje todo se convierte en un cajón desastre. Así la ambientación es pésima, a pesar del esmero tomado por los técnicos; llevando a un Lorca al paredón en un amanecer con niebla, frío y hasta diría lluvioso, esa no es la Granada que conozco en verano. Tampoco me convence la historia preambular y del epílogo, relacionada con las pesadillas que padece el poeta con una niña vestida de primera comunión. En fin, que más puedo decir para no ser muy destructivo. Se me ocurre..., no se me ocurre nada.