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La dimensión desconocida: Juego de sombras (TV) (1961)

La dimensión desconocida: Juego de sombras (TV)
25 min.
7,2
164
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Sinopsis
Adam Grant es acusado de asesinato y lo condenan a la pena de muerte en la silla eléctrica. Tras oír la sentencia, Grant reacciona violentamente suplicando que no pueden volver a matarle, y asegura que si él muere, todos desaparecerán. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Cine negro Episodio de TV
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Twilight Zone: Shadow Play
Duración
25 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
The Twilight Zone (Serie de TV 1959-1964)
10
62: La realidad de los sueños
Un hombre, acusado de asesinato, es condenado a muerte. A pesar de que los hechos apuntan en su contra, él sostiene que todo forma parte de una pesadilla.

La serie ya había explorado la relación entre la realidad y los sueños –por ejemplo, en “A World of Difference”-, pero nunca con la fuerza de este episodio. Impregnado de una atmósfera expresionista gracias a la dirección de John Brahm, el capítulo avanza acumulando tensión en torno a la figura de un eficaz Dennis Weaver (“El diablo sobre ruedas”). Este personaje, víctima de su cerebro, poco a poco nos convence de la inconsistencia de eso que llamamos realidad. Intenso, oscuro, el capítulo nos conduce por un sendero en el que, bien a través de la mente de un loco, bien por medio de un universo onírico, nos espera la silla eléctrica.

Charles Beaumont tomó como referencia para su guion un cuento muy breve firmado por él mismo, publicado en 1956 con el título de “Traumerei”. Básicamente, el relato versaba sobre un fiscal y un periodista que discutían acerca de los delirios de un condenado, quien afirmaba que el mundo no era más un sueño y éste se desvanecería cuando él muriera.

El episodio tuvo un remake en la actualización de “The Twilight Zone” de los ochenta -serie conocida en España como “Más allá de los límites de la realidad”-, en un capítulo de la primera temporada protagonizado por Peter Coyote.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Morir cada día.
(Mayo 2021*) Sugestivo 62 episodio de la popular serie tv antológica creada por Rod Serling para CBS, partiendo de un ingenioso y retorcido guión de Charles Beaumont, tomó como referencia para su guion un cuento muy breve (cuatro páginas) firmado por él mismo, publicado en 1956 con el título de “Traumerei” (traducido del Alemán “ensueño”), el relato versaba sobre un fiscal y un periodista que discutían acerca de los delirios de un condenado, quien afirmaba que el mundo no era más que un sueño y éste se desvanecería cuando él muriera. Para expandir la historia corta a una teleplay de media hora, Beaumont le dio al prisionero un nombre, primero Adam Trask y luego cambió a Adam Grant, una personalidad distinta y un papel central en la acción, esto aprovechado por el actor Dennis Weaver (eterno perseguido en “Duel”), para este rol al que da vida con gran vigor de desesperación. Esto sustentado por diálogos mordaces y puntiagudos en un crescendo dramático asfixiante, para desembocar en un final al que le falta el componente clásico sorpresivo, pero que a cambio establece una conclusión de calado en su pesimismo. La hábil y expresionista dirección es del germano John Brahm, habitual de la serie con 12 episodios dirigidos (además de dirigir en series como “The Outer Limits” o “Alfred Hitchcock presenta”). Todo bajo una idea que da para mucho de sub texto filosófico, auscultando temas como la fina línea que separa los sueños de la realidad, el solipsismo, la demencia, la moralidad de la pena de muerte, todo ello auspiciado por una ambientación opresiva, donde incluso se puede ver el germen de la obra maestra de Harold Ramis “Atrapado en el tiempo” (1993), ello bajo un espíritu Kafkiano perverso. Edificando un microuniverso dominado por las dudas, los dilemas, donde se llega a dudar de la propia existencia.

Narración de apertura: Adam Grant, un tipo de hombre anodino, declarado culpable de asesinato y sentenciado a la silla eléctrica. Como cualquier otro criminal atrapado en las ruedas de la justicia, está asustado, hasta la médula de sus huesos. Pero no es la prisión lo que le asusta, las largas y silenciosas noches de espera, el lento caminar hacia el cuartito o incluso la muerte misma. Es algo más que mantiene a Adam Grant en las garras calientes y sudorosas del miedo, algo peor que cualquier castigo que este mundo pueda ofrecer, algo que solo se encuentra en - The Twilight Zone.

Un jurado encuentra a Adam Grant (Dennis Weaver) culpable de asesinato y el juez lo condena a muerte. Grant se ríe con desesperación, luego exclama que se niega a morir de nuevo. Intenta frenéticamente decirles a los presentes, incluido el fiscal de distrito Henry Ritchie (Harry Townes) y el editor del periódico Paul Carson (King Wright), que está soñando y que, si lo ejecutan, todos dejarán de existir. Encerrado en el corredor de la muerte, Grant describe la experiencia de morir en la silla eléctrica , desde la perspectiva del condenado, a un compañero de prisión con escalofriantes detalles gráficos. De vuelta en la prisión, Grant espera a que Ritchie llegue como de costumbre, notando la inverosimilitud de que su compañero de recluso Jiggs (Wiiliam Edmondson) tenga un reloj que le diga la hora.

Posee un comienzo desconcertante, donde vemos al protagonista de perfil sentado en medio de una oscuridad total, la cámara lo rodea y entonces entra la luz y estamos en una sala de juicios donde el jurado entra tras deliberar sobre la sentencia, tras ello el ataque de ira de Grant, pues se siente en el epicentro de un bucle infernal, donde todos los días revive las 12 horas previas a su ejecución (que cual buena pesadilla kafkiana no se sabe cuál es su delito). Y mientras es sacado a la fuerza de la sala le grita aun periodista: "Dígale al fiscal de distrito que se está procesando a sí mismo, a todos en este edificio, ... a todos en el mundo". Lo cual nos pone ya en guardia sobre el núcleo del capítulo. A partir de aquí la historia discurre en paralelo en dos lugares. Por un lado la casa del fiscal debatiendo con el mencionado periodista sobre si es moral ejecutar al preso por considerarlo demente, y esto me chirría desde la mentalidad de 60 años después del estreno del episodio, y desde la mentalidad española, pues que el tema sea si está bien matar o no el estado en función de si estás loco o no, cuando debería ser a secas si es moral la pena capital, me es grimante todo esto; Por otro lado está el corredor de la muerte con Grant intentando convencer a los que tiene a su alrededor de que todos son fruto de su cabeza, todos son sueños, exponiendo argumentos que dan para el debate, como el hecho de que su juicio y ejecución tienen lugar el mismo día. Entre medias el propio Grant se siente inquieto al ver en los rostros de los que están cerca de él le recuerdan sospechosamente a otras personas, Todo este metrajetito de apenas 25 minutos muy bien aprovechados, con incluso tiempo para humor negro perverso, ejemplo claro es que tras comentar el modus operandi de la silla eléctrica en la prisión, saltamos a la casa del fiscal donde este saca del horno un pollo asado, alegoría retorcida sobre la ejecución.
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