Darse cuenta (1984)

Cuando la ví hace muchos me dejó en un estado de sensibilidad y melancolía inmenso. Vuelvo a verla después de tanto tiempo y parece que el tiempo no pasó, me quedé sin palabras, maravillada ante una película tan enorme y que no envejeció nada, te sigue llegando al corazón. Un joven muchacho de condición muy humilde tiene un accidente que lo deja en estado de coma. Transcurridos los primeros dias no hay una evolución, y el muchacho comienza a volverse un problema para su familia que no tiene los recursos para asistirlo. Y acá entra en escena un médico, desganado de todo, separado, apático, sin sueños, decepcionado de la vida y de la carrera. Le toca atender al joven casualmente, y se produce un gesto, un movimiento (voluntario o involuntario nadie lo sabe) y a partir de ése momento algo cambia en la vida del doctor, se propone contra viento y marea, a pesar de todos los obstáculos legales y médicos salvar al chico. Lo toma ya como algo personal y comprende que no todo está perdido, su misión es rescatarlo como sea. No puedo explicar lo que son las actuaciones, no parece una película, parece que asistimos a un documental porque los actores no actúan, tal es la veracidad como enfrentan sus roles. La recomiendo con todo el corazón, es una de las mejores películas argentinas sin ningúna duda, es un canto a la fé, a la vida, a la esperanza. Para quienes todavía creemos que no todo está perdido.

Gracias a una inesperada recomendación me he puesto delante de esta película argentina, lamentablemente desconocida en España. Lo cierto es que con "Darse cuenta" he recibido un buen impacto, algo dentro de mí se ha alterado, ha habido un movimiento interior cuyo culpable debo encontrarlo en el nombre del realizador en primer lugar y, sobre todo, en la tremenda interpretación del protagonista, Luis Brandoni.

La historia a priori es lacrimógena, no se presenta un argumento así si no hay intención de enviar un mensaje de contenido dramático: ahora bien, llegar a conmover no es tan fácil, y aquí se consigue. Además de la crítica social quiero destacar los secundarios, las historias paralelas trazadas mínimamente pero enriquecedoras y por supuesto el mensaje universal de la lucha por la vida, la esperanza y el optimismo, algo válido aquí, allí, ayer y mañana. Me quedo con el canto a la vida pero no porque sí, es por amistad, amor, solidaridad o lo que sea que nos hace ser humanos. El doctor y el paciente se encuentran igual, sin ganas de vivir, uno por una cosa, otro por otra. Esa es la excusa perfecta para hacerle un homenaje a la vida tal y como muchos lo entendemos.

Y yo pienso: a veces no todo está perdido