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El río que era un hombre (2011)

El río que era un hombre
80 min.
5,2
89
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Trailer
Sinopsis
Narra la historia de un joven alemán perdido en lejanas tierras africanas que tiene que luchar por su supervivencia. (FILMAFFINITY)
Género
Drama África Supervivencia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Alemania Alemania
Título original:
Der fluss war einst ein mensch (The River Used to Be a Man)
Duración
80 min.
Guion
Fotografía
Compañías
6
Confrontación
De ritmo moroso y planos sostenidos, El río que era un hombre se muestra práctica en el empleo de sus recursos: un travelling aéreo recorriendo la estepa botsuanesa nos sitúa y un plano que enfrenta a nuestro protagonista a ese río, del que escudriña el horizonte son la mejor praxis de lo que vendrá justo a continuación, pues en ella se funden como un todo dos características fundamentales en la ópera prima de Jan Zabeil: la serena y traslucida mirada de un cineasta con vocación, y la contraposición de sensaciones antagónicas. Es en esa contraposición donde quizá sorprende en mayor grado el trabajo de Zabeil cuando, en mitad de ese drama humano de supervivencia (que no se ve reflejado realmente como tal en casi ningún momento), el bávaro opta por confrontar una búsqueda por esa mentada supervivencia con planos generales que parecen orientados a mostrar ese inhóspito paraje en el que se pierde el protagonista como un remanso de paz y tranquilidad cuando realmente estamos en una situación extrema y verdaderamente incómoda.

Una incomodidad que sí parece trasladarse a alguna de las tomas nocturnas en forma de horror tangible que, formalmente incluso puede remitir al cine de terror más habitual (esos movimientos de cámara, esos primeros planos del rostro del muchacho perdido…) sin hacer especial mella en esa característica, pero sí tensando una atmósfera que el resto del film se mantiene prácticamente en calma. Son, quizá, esos sonidos nocturnos que no se sabe de donde provienen y van más allá de la desesperación de haberse extraviado sin lo que parecen opciones mínimas para encontrar el camino adecuado, lo que parecen azuzar un ambiente que Zabeil había mantenido sosegado hasta ese momento.

Escrita por los propios director y actor, El río que era un hombre parece hablarnos sobre una relación, la del protagonista, con todo el entorno que le rodea; pero no sólo un entorno en el que permanece perdido durante los primeros compases del film, sino también aquel que nos remite al folklore y la leyenda cuando, por fin, consigue encontrar rastros de vida humana, de sociedad. No obstante, es esa sociedad la que parece arrastrarle a una desesperanza que Zabeil no había captado de ese modo hasta ese momento: todo sigue permaneciendo en calma a su alrededor (pese a esa reveladora intromisión del monótono ruido de una lancha motora y esa refriega entre él y uno de los habitantes del pueblo), pero el rostro de ese muchacho ya transmite algo más que el temor a lo desconocido; es la angustia de alguien que se cree salvado pero, sin embargo, no podría estar más lejos de esa hipotética salvación en manos de unas creencias que parecen superar cualquier otra cosa.

No trata de demonizar, pese a ello, Zabeil esa sociedad, más bien vuelve a la carga con esa paleta de tonos enfrentados que dispone los tintes más fieros de un viaje justo cuando esa odisea por la salvación parecía totalmente decantada. Es, en el intento de fraguar con lo incomprensible, aquello que no posee explicación racional alguna —reflejado tanto en los aledaños de ese río, como en la tradición que parecen empuñar los individuos de ese pueblo encontrado casualmente—, donde la cinta del cineasta alemán parece fundir la naturaleza de ese personaje con otra que desconoce por completo y, por ende, nunca llega a comprender más que como un pretexto de salida. Una salida que se podrá producir o no finalmente, pero sin duda marcará de por sí sola la corriente de dos elementos opuestos destinados a seguir sendas que quedan mucho mejor marcadas por el servilismo de una visita complaciente, que por la propia convivencia de dos mundos que nunca llegarán a puntos equidistantes.


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Perdidos en África
“The River Used to Be a Man”es un arriesgado film alemán dirigido por Jan Zabeil que fue presentada en la sección a concurso “Nuevos Directores” del 59 festival Internacional de Cine de San Sebastián. Contra todo pronóstico, fue esta película la que se alzó con el galardón (una vez más el jurado de este certamen dejó boquiabiertos al público y la prensa con su decisión) pese a tener competidoras (operas primas y segundas producciones) que la superaban enormemente en todos los aspectos, al menos bajo mi opinión.

La historia (un guión realizado por el director junto al actor protagonista, Alexander Fehling) nos narra la historia de un joven alemán que queda perdido en tierras de África. Sus aventuras y desventuras, su lucha por la supervivencia, sus encuentros con los habitantes de los lugares por donde pasa, pero, sobre todas las cosas, su relación con la omnipresente naturaleza salvaje que le rodea por doquier…

La película transcurre a trompicones, tan perdida como su protagonista, sin un hilo argumental que atrape, se conforma con constituirse como una sucesión de hermosas postales valiéndose de los espectaculares paisajes por los que vaga el personaje principal. Transmite la inmensidad de las localizaciones, pero no así la soledad del joven perdido, ni la angustia del mismo, tanto el guión como la interpretación de Alexander Fehling se quedan cortos y no despiertan emoción alguna en el espectador que sólo vive, indiferente, el fluir de las imágenes de este viaje, en absoluto vital, ante sus ojos…

Una idea de partida que podía haber sido trepidante y hermosa de ver a un tiempo, pero que se queda lejos, muy lejos de conseguir su objetivo. El jurado pareció ver en ella unas virtudes que yo no atisbo, en mi opinión resultó una película bellamente hecha en lo visual, pero vacía, sin alma ni una verdadera historia que contar y una proyección que, pese a su corta duración lo que consigue es aburrir. Prescindible y Olvidable.

-Enoch-
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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