The Last Posse (1953)

Esta película podría tomarse como la reconstrucción de un crimen… o mejor de varios crímenes. Razones para cada uno de ellos… ¿Cuáles justificados y cuáles injustificados?... ¿Quién gana y quién pierde?... Pero, también podría ser la historia de un secreto revelado y la redención de un hombre a quien el miedo tenía derrotado.

Contada a partir de la llegada a Roswell de un grupo de jinetes, entre los cuales el sheriff se haya gravemente herido, <<EL ÚNICO TESTIGO>>, se sirve de un grupo de calificados protagonistas: Broderick Crawford, John Derek, Charles Bickford, James Bell, Wanda Hendrix… para construir un puñado de valiosos personajes con muy claras motivaciones para hacer lo que, en cada momento, deciden hacer. A medida que vamos viendo los diferentes flashbacks con los que se reconstruye lo acaecido durante el viaje de aquellos hombres, el conocimiento de ellos se incrementa y el destino se encargará de ir poniendo las cosas en su lugar.

Vuelvo a confirmar con esta película que, Alfred Werker, es uno de esos directores que se merecen un mejor sitial del que hasta ahora han tenido, pues, en los 5 o 6 filmes que le he visto hasta ahora, demuestra que tiene una muy definida sensibilidad y una manera de contar bastante creativa no obstante la austeridad con la que rueda sus filmes. Un poco a la manera de Budd Boetticher, Werker se asienta en lo preciso, y no alarga jamás una película con una escena que no transmita nada; y lo mejor de todo, es que dirige muy bien a sus actores y consigue siempre personajes con aliento y con personalidades que logran conectar muy fácilmente con los espectadores.

Hay cosas que se trata de entenderlas. Por ejemplo: El sheriff John Frazier (Crawford), se ha vuelto alcohólico y negligente porque, ante el poder y la maldad de Samson Drune, se siente impotente y doblegado. Pero, su aprecio por Jed Clayton, el hijo adoptado por Drune, arrastrado por el mal camino, y lo que “su padre” hace con los Romer, es claramente la chispa que prende la mecha de la voluntad y es cuando llega la hora de ser alguien o no serlo nunca más.

Igual podríamos ver a Jeb: Convencido de que quien lo asume como un hijo es un hombre bueno, pero, ignora que quizás busca resarcir un grave error del pasado que lo condenaría al desprecio… y de paso, esa “bondad” se hunde en el presente con acciones que jamás alguien honesto aceptará. La moral de Jeb también por influencia tambalea, pero a todos nos llega ese magnífico momento en que podremos decidir entre enderezar el camino o seguir rumbo a la oscuridad.

Quedo a gusto con esta historia de esperanza y redención, escrita por Seymour Bennett, Connie Lee y Kenneth Gamer. Demostrado queda una vez más, que Alfred Werker sabe bastante de westerns y también creo que sabe mucho acerca de la vida.

Título para Latinoamérica: EL ÚNICO TESTIGO