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Elena (2011)

Elena
105 min.
6,9
1.814
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Disponible en:
Suscripción
Tráiler (RUSO con subtítulos en ESPAÑOL)
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Sinopsis
Una mujer de avanzada edad debe elegir entre un saludable marido y un hijo alcohólico cuya enfermedad está llevando a la familia directamente a la pobreza. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Familia Vejez / Madurez
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Rusia Rusia
Título original:
Elena
Duración
105 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
2011: Festival de Cannes: Premio Especial del Jurado (sección "Una cierta mirada")
2011: Festival de Sevilla: Mejor actriz (Nadehhda Markina) (ex-aequo)
2011: Premios del Cine Europeo (EFA): Nominada a Mejor actriz.
7
Una película poética, una película política
Un simbólico cuervo se posa en un árbol al inicio de Elena. Un mal presagio que nos introduce en una casa que despierta. Elena cierra el despertador, se levanta, abre las cortinas de su cuarto, va al baño y empieza a preparar el desayuno. A la vez, el espectador va tomando consciencia del espacio y empieza a preguntarse quién es esa señora que Andrei Zvyagintsev filma con tanta atención. Elena esconde varios relatos, todos ellos asociados a un espacio diferente. La mujer que vemos no es un ama de casa normal y corriente. Tampoco una esposa en el sentido estricto. Es madre y abuela, aunque sus funciones como tal son algo peculiares. La película es un viaje de la Rusia bienestante a la marginal, el mismo trayecto que realiza Elena en tren para visitar a sus familiares. Tras la extraordinaria El regreso, acercamiento a una paternidad extraña que acababa en muerte, Zvyagintsev nos vuelve a introducir en una historia cruda de personajes que tienen mucho que esconder.

Desde esta parte del globo es difícil adivinar si Elena esconde un discurso sociocultural muy centrado en la Rusia de hoy en día, pero su poder metafórico llega intacto. Zvyagintsev viene a exponer la inflexibilidad de quienes tienen dinero y laceran con su látigo a los más desfavorecidos; a la vez que nos describe de una forma despiadada una clase social sin recursos, al borde de la marginalidad, el deshaucio y la incultura, o lo que es lo mismo, sin asideros morales ni materiales, sin perspectivas de futuro ni verdaderas ganas de ascender en la escala social. Hay, por lo menos se intuye, una simbólica representación de la Rusia comunista que no se ha adaptado a los tiempos capitalistas, unos por miedo, y en el caso de la película por pura desidia. Personajes miserables, unos y otros despreciables, víctimas o verdugos según se mire.

Zvyagintsev confirma su maestría: su cine tiene mucho de Tarkovsky y Kieslowski, es un animal que agoniza y expulsa sangre, y sus imágenes sacuden al espectador. El director cumple las funciones de cineasta y de movedor de conciencias. Con Zvyagintsev da la impresión que lo más importante está en lo que no se cuenta, o en los procesos que llevaron a los personajes y a la trama hasta el lugar donde el cineasta empieza a filmar. Cine social que no renuncia a la poesía (ese cuervo, o el plano que abre y cierra la película), aunque su lírica esté entre lo más feo de la sociedad, sin que por ello su estilo se entienda como feísta. Por su belleza, por su tristeza, por su compromiso y por la gran interpretación de Nadehna Markina, Elena tiene suficiente fuerza para aguantar hasta final de año como una de las mejores reflexiones y experiencias cinematográficas del 2012.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
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46 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Zvyagintsev se desprende de Tarkovsky
Las expectativas eran altísimas, trás las extraordinarias El regreso y The Banishment el bueno de Andrei se había convertido en una de las mayores esperanzas para el cine contemporáneo. Por lo que su tercera película se antojaba como una piedra de toque ¿Mantendría su altísimo nivel? ¿Sería una película fallida? Pues ni una cosa ni la otra, digamos que se ha quedado en un término medio. Buena película, de eso no hay duda, pero a Andrei se le exige más.

Lo primero que sorprende es como se ha desprendido drásticamente de toda influencia del maestro Tarkovsky. Siempre que en Rusia sale un director prometedor con puntos de conexión con su cine se le intenta comparar con él, enseguida se habla de un nuevo discípulo. De todos los que han salido en el panorama europeo de las últimas décadas, con excepción de Sokurov, Zvyagintsev era desde luego su discípulo más aventajado, parecía haber captado a la perfección la esencia de su cine. Pues bien, en su tercera película parece haber querido dejar atrás esa etiqueta y ha realizado una película en la que no se encuentra ninguna huella del maestro. En un intento de madurar artísticamente, de seguir su propio camino.

La película muestra con mucha frialdad una historia en apariencia sencilla, por lo que es fácil pensar que es una película algo simple. Pero cuando se empieza a reflexionar nos damos cuenta que solo es eso, una apariencia. Andrei muestra una reflexión sobre la Rusia contemporánea, sobre los nuevos valores tras la caída del régimen. Una sociedad que parece dominada por las ansias de poder adquisitivo, de culto al dinero. Todos sus personajes parecen moverse por esos instintos, sin importar su estatus social. Muestra una desoladora visión de la sociedad rusa actual, sin ética ni principios, que bien podría extenderse a otros países.

En ningún momento juzga a sus personajes, simplemente coloca su cámara y sus vidas van pasando ante nuestros ojos. Quizás el problema radique en que es demasiado lineal, demasiado plana, por ello cuesta entrar en ella, nos queda algo lejana. Lo bueno viene después, cuando uno empieza a reflexionar sobre la historia y va descubriendo que no es tan simple como parece...
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28 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
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