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Satan's Sword (1960)

Sinopsis
La historia sigue la vida de Ryunosuke Tsukue, un samurai amoral y la de un maestro de espada con un estilo poco ortodoxo.
Género
Acción Drama Samuráis Japón feudal
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Daibosatsu tôge
Duración
106 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
8
Ryunosuke Tsukue y la espada del Mal
Llegados los '60 se iban a perder las estoicas tradiciones que invadían al cine popular y con ellas su clasicismo para entrar en una era de mutación, renovación y, por qué no admitirlo, perversión de esas mismas tradiciones...

Es universalmente sabido que el género histórico se vería trastocado de pies a cabeza al aparecer el ronin errante y oportunista de Akira Kurosawa, pero es de obligación afirmar que poco antes llegó otro personaje legendario el cual crearía escuela para toda una generación de samuráis cínicos y violentos, diferentes, y ese fue Ryunosuke Tsukue. Su nacimiento, sin embargo, databa de casi medio siglo atrás, cuando el famoso autor y redactor Kaizan Nakazato, eminencia en cuanto a literatura popular en Japón, decidió crear la serie más extensa que se había escrito.
Y pudo estar orgulloso, pues su serialización abarcó nada menos que tres décadas, siendo objeto de ferviente estudio y admiración. Hiroshi Inagaki fue el primero de muchos directores en trasladarla a la gran pantalla, y con cada innovación que aparecía en la industria cinematográfica se hizo preciso volver a adaptar la historia; tras haberse hecho en mudo, Kunio Watanabe aprovechó el sonido, y Tomu Uchida el paso del blanco y negro al color...entonces llega la generalización de la pantalla panorámica, que va a resultar perfecta para el "jidai-geki".

Y desde Daiei se piensa una nueva versión, que encargan a Kenji Misumi, quien no tardaría en convertirse en uno de los maestros del cine histórico y de aventuras; éste abre la trama en la majestuosidad de una naturaleza enfervorecida, dotada de cierta extrañeza fascinante. Teinosuke Kinugasa, genio del cine, escribe el guión, vital para marcar la diferencia entre esta versión y las anteriores de "Daibosatsu Toge"; ello y la destreza del director, quien recrea la escena inicial centrando su atención en dos aspectos clave: la belleza abrumadora del paisaje y la violencia, expuesta directa, áspera y sin florituras en pantalla.
El asesinato del anciano peregrino en la cumbre del paso Daibosatsu por el espadachín desconocido es la iniciadora de una vorágine de desgracias que arrastrará a todos y cada uno de los personajes; Kinugasa capta a la perfección la visión amarga de Nakazato en cuanto a la fatalidad de un destino que se torna en impasible maestro de ceremonias. Pero parece ser que las vidas de aquéllos quedan en manos de Tsukue, a quien presta su gélido rostro un Raizo Ichikawa cuya interpretación significó un antes y un después en su carrera y en todo el "chambara".

Pese a las buenas encarnaciones de Denjiro Okochi y Chiezo Kataoka, Ichikawa captura como nadie la oscura psicología y el cinismo destructor del personaje, abriéndose paso con furia inusitada entre los muchos samuráis de lealtad y honor que poblaban el género, y haciendo de su crueldad un sello inconfundible para distinguirse de otros antihéroes. Es el torneo contra Bunnojo Utsuki el catalizador de la desgracia de los mencionados personajes, principalmente la esposa (Ohama, violada por el protagonista) y el hermano de éste (Hyoma, lanzado a una cruzada de venganza ayudado por Toranosuke Shimada, maestro samurái que existió realmente).
Nieta del anciano asesinado y adoptada por el ladrón Shichibei, Omatsu tiene una parte importante en la historia, y junto a Ohama se genera un terrible discurso acerca del sufrimiento femenino en el Japón feudal; Kinugasa hace así malabares para centrarse de manera adecuada en todos estos secundarios, cuyas desventuras individuales iremos siguiendo hasta que sus vidas choquen en un último acto que tiene lugar en Kyoto, mientras somos testigos de cómo la vida de Tsukue desciende del cinismo al impasible nihilismo y poco a poco a la ausencia de salvación y a la locura depredadora (haciendo imposible empatizar con el personaje y el propio actor).

Siguiendo una lógica narrativa que se ve plagada de algunos de los tics más reconocibles del "chambara" (metódicos actos de venganza, conspiraciones entre grupos de samuráis, mujeres instigadoras, injusticia social, incluso algunos encuentros románticos), la intriga argumental desarrollada eficazmente por Misumi es realzada por su manejo de la estilizada puesta en escena y su obsesión por el detalle, la composición y la belleza de las formas y la fotografía, a cargo de Hiroshi Imai, además de su habilidad para filmar acción, tanto en espacios abiertos como reducidos. Gran ejemplo son la matanza de Shimada en el paisaje nevado y el sorprendente tramo final.
Se nota la mano de Kinugasa pues por un momento seremos absorbidos por el descenso a la locura del protagonista, proyectada a un escenario donde se desplazan las líneas de la realidad hasta rayar atmósferas de puro terror y fantasmagoría aunque sin efecto ostentativo (los demonios que atormentan la mente de Tsukue jamás se extrapolan a la realidad). Y así se deja en suspenso, en pleno estallido de tensión psicológica y física, esta historia, que sería continuada en una segunda parte cuyo rodaje se inició nada más estrenarse la que nos ocupa.

Ichikawa, rodeado de grandes actores como Shogo Shimada, Bontaro Miake, un exepcional Chishu Ryu que llena la pantalla cada vez que aparece y la bella Tamao Nakamura, con quien el primero haría pareja en innumerables films para Daiei, abre un nuevo camino a los ronin que estaban por llegar en la década (algunos de los cuales él daría vida) gracias a su odioso, arrogante, manipulador y deambulatorio samurái maldito.
Misumi dirige la siguiente entrega aunque no terminó la triogía, y es realmente una lástima que ésta haya quedado enterrada en un olvido injusto, incluso para los fans del género; parte de culpa la tuvo esa posterior versión de la historia realizada por Kihachi Okamoto con Tatsuya Nakadai (el mejor Ryunosuke Tsukue que existió en el cine, todo sea dicho), cuyo reconocimiento fue mayor para el público...
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