Jail Bait (Hidden Face) (1954)

Tiene también el defenestrado Ed Wood su acercamiento al cine negro. Y, como se pueden imaginar, el resultado es catastrófico. En todos sus apartados: desde lo pretendido hasta lo mostrado pasando por lo desarrollado. Que es la peor película que uno ha visto es su ya larga trayectoria por el noir, sin duda. Que es una de las acciones cinematográficas más atroces perpetradas en la época dorada de Hollywood, por supuesto. Que debe ser ejemplo de lo horrorosa que puede llegar a ser una película, doy fe de ello.

Y ya puede detenerse uno en el inexplicable y absurdo guión o en esa puesta en escena, más propia de una telenovela sudaméricana de la época que de un film medianamente serio. Por no hablar de una lamentable trama o de un espantoso final donde, además, se emula patéticamente una de las historias más apasionantes del noir de siempre: “La Senda Tenebrosa” de Daves. Pero me voy a detener en un aspecto que me indignó sobremanera. Y mira que ya es difícil que uno lo haga sentado frente a una pantalla.

Como ya hicieran aquella tiparraca ordinaria llamada “la Juani”, y que tan bien retrató LennyNero en esta página, o aquel personaje absurdo y gilipollas al que llamaban Napoleon Dynamite, Wood nos tortura, junto a su intérprete (no quiero ni escribir el nombre), con el peor y más penoso gánster de todos los tiempos (ya se me están acabando los descalificativos). Yo, que tanto he disfrutado con Tony Camonte, Eddie Barlett o Rocky Sullivan, resulta que a estas alturas me encuentro con este tipo, más cercano a lo cómico-ridículo-burlesco que a cualquier cosa que entendamos mínimamente por criminalidad. Qué pose, qué manera de ajusticiar, qué discurso…acojonante, acojonantemente bochornoso.

En fin, crítica descalificativa ésta a la que pongo punto final preguntándome si el tal Ed Wood no era un cachondo que desde su tumba se está riendo de todos nosotros. Qué hijoputa. Lo que está claro es que Jail Bait es un ejercicio de mofa cinematográfica donde yo (sí, sí, ríete cabrón) todavía ando preguntándome como coño el humo de la pólvora en vez de salir de la pistola recién disparada, sale del tipo al que ha alcanzado tres metros más allá. Supongo que la pólvora de Ed Wood era así. Qué huevos…

Anécdotas turbadoras:
- La banda sonora fue extraída de la película “Mesa of Lost Women” (Ron Ormond & Herbert Tevos, 1953).
- Herbert Rawlinson murió la mañana después que se rodara su última escena.
Es tan potente la película que da vértigo. El guión que se plantea, se rebusca, es rebuscado, el rebuscador que lo rebusque buen rebuscador será y tiene agujeros. Por esos agujeros se cuela el aire. El aire alimenta las llamas del Cine. El peliculón por antonomasia. Cebo de cárcel. El rock de la cárcel. Ahí al principio, cuando acontece la actuación cómica y de claqué es cuando se piensa en el concepto de found footage. ¿Qué hace esa secuencia en ese momento? ¿Es que Vic Brady y Don Gregor han ido al teatro antes de atracarlo? ¿Es la presentación del personaje “teatro”? Pero ya sabemos lo que es un teatro. Es algo completamente gratuito y eso es lo que tiene fuerza. Irradia humor el número teatral y eso pensaría Ed Wood para que contraste con la negrura de su película. Una negrura de cine negro, de teflón, inerte y desierto. El premio queda desierto. Hay inconformismo y hay un adorado Welles. El que lo adoraba era Ed Wood no yo. Y tiene fugas hacia él. Además que lo quería decir era que ese momento teatral de claqué y risas, tan gratuito como desconcertante, sirve como contrapeso para la operación rápida y en off de la cara de Vic Brady. Todo lo que está en films gore como “Los ojos sin rostro” o “Les predateurs de la nuit”, en “Jail bait” se resuelve con un fundido. Ese fundido tendrá sentido cuando unos años después se vean otras películas de cirugía facial. Hacer películas pensando en el futuro, películas generosas, que dejan espacios para lo venidero... esa es “Jail bait”. Cine de guión y de tres paredes, de sofás, de unas pistolas, desestructurado.