Después de la guerra (2017)

Por decirlo en corto: "Après la guerre" es una mediocridad. Es un claro ejemplo de como malbaratar un argumento de gran potencial escogiendo su ángulo más convencional e inofensivo.

Admitamos que el punto de partida nada tiene que ver las fórmulas habituales que se sirven en nuestros multi-salas. En el contexto del plan Bolonia de 2002, asistimos a un atentado político cometido en la universidad de esa ciudad contra uno de los catedráticos ingenieros de dicho estropicio. El asesinato es reivindicado por unos terroristas que han adoptado el mismo nombre que otro grupo de la extrema izquierda de los años 70. Eso justifica el salto narrativo hacia la situación de uno los integrantes del antiguo grupo terrorista exiliado en Francia, a quien en vista de la coyuntura política, tanto en Italia como en Francia, ve como su suerte peligra, pues Italia tiene renovados motivos para reclamar su extradición y Francia ya no parece respetar el compromiso de Mitterand, quien ofreció asilo a cambio de abandonar la violencia.

Lo primero que me empezó a desagradar fue su estilo visual, muy mecánico y tópico. Gran parte de las escenas se resuelven de la misma forma: plano general para empezar y luego saltar a los planos medios y los planos de las caras. Se acaba la escena y, en la siguiente, repetir eso mismo. Casi todo el peso narrativo recae en los diálogos. La duración de los planos se limita a la información narrativa que transmite el guión, sin más. No hay componente sensorial, atmosférico, posibilidad de subtexto, ni nada. Cualquiera que haya visto un poco de cine estará de acuerdo que es así como operan las direcciones inexpertas, las que no se sienten seguras y deben acercar la cámara a los actores en busca de algo de expresividad y no prestan atención a las numerosas posibilidades de cada situación.

Así, a la larga, uno termina perdiendo el interés en lo que se cuenta, sensación agravada cuando además comprobamos que, de todas las vías que la historia ofrece, la directora se decanta por la más obvia y convencional. Por poner un ejemplo, del atentado terrorista del arranque la directora se desentiende por completo y lo descuida sin motivo aparente. Los terroristas del 2002 pasan a ser fantasmas de los que nada más sabremos. Además, se podría explorar los paralelismos entre la situación política italiana de inicios del 2000 con la de los años 70, como se relacionan las diferentes generaciones de la izquierda, qué tipo de tensiones hay entre sus diferentes facciones... alguien con más imaginación podría sacarle todavía más jugo pues las posibilidades no terminan ahí.

A todo lo anterior la directora apenas pasa de puntillas y prefiere una película sobre relaciones familiares. Los minutos iban pasando y con disgusto me fui dando cuenta que el principal interés se concentra entorno a Viola, la hija del exiliado, en cómo el pasado de su padre puede estropearle la posibilidad de jugar al voley y salir a los chiringuitos de playa. Centrándose de forma infantil en los sentimientos de la adolescente y descuidando las motivaciones del padre tiene el efecto de complacer a paladares conservadores: parece como si el egoísmo del padre arrastra a su hija hacia un lugar que ella no desea y dónde sus posibilidades de futuro serán inferiores. Los sentimientos de la chica dominan la narración y ni por un momento ella se preocupa por la suerte de su padre. Para ella, la vida de él no vale nada. Se pinta como que marcharse a Nicaragua es la única posibilidad y no se puede hacer ninguna otra cosa. Falso. Ella bien se puede marchar con la familia italiana, los inconvenientes que surgirían se podrían fácilmente asimilar y el padre podría librarse de la venganza judicial por parte del estado italiano. La película más o menos quita hierro a ese escenario, pero Viola lo ignora y por eso adopta una posición egoísta e infantil sin que la narración sea capaz de ponerle un contrapunto para dotarle de mayor madurez, de forma que parece que siempre le está dando la razón.

El segundo hilo narrativo es igual de ineficiente y torpe. Mediante una serie de escenas triviales, la película detalla la situación de la familia del exiliado, sin embargo la posición de cada uno de los personajes apenas varía y la verdad es que presenciar las clases de gimnasia de la niña, las cenas, o ver como la familia recibe llamadas y es amenazada por ciertos individuos no aporta absolutamente nada. Por si tanta torpeza no bastara, resulta que el marido de la hermana es juez y que en cierta forma el recorrido judicial de la extradición del hermano prófugo depende de él. Por las buenas la situación da un giro y ahí se acaba todo. La conexión entre los dos hilos narrativos es inexistente, una no tiene efecto en la otra, y, a pesar que la película dura poco más de 80 minutos, encima se estira artificialmente el magro terreno que abarca.

Quien haya visto la película de Sidney Lumet, "Running on Empty", podrá admitir la existencia de algunos paralelismos con ésta. La diferencia es que en "Après la guerre" los personajes son inmaduros y egoístas y su perspectiva es superficial y remilgada. Bajo su mirada conformista y acomodada se da a entender que la comodidad lo es todo y que los sacrificios por tu familia equivalen al fin del mundo. Por eso mismo la escena final del padre me parece abyecta y aborrecible. Si eso no es malbaratar una gran historia para ofrecer un producto reduccionista y superficial entonces no es nada. Para hacer una película acerca de desencuentros paterno-filiales no hacía falta recurrir a milongas políticas de ningún tipo.

La buena ambientación, fotografía y actuación ayuda mucho a ver el drama de unas vidas marcadas por un acto de terrorismo político perpetrado en el pasado. Un tema llevado al cine muchas veces pero que, si está bien desarrollado hace que cada película sea diferente.
Retrato de la vida que le espera a un terrorista, a su familia y conocidos cuando han pasado los años y ya no es un tema de primera página de prensa, pero que sigue en la mente de muchos ciudadanos, y para colmo ya no les protege una ley del gobierno de un país que les ha dado cobijo....
Un desenlace esperado, pero aún así sorprendente.
Bien por la Directora. Me ha gustado y aconsejo que la vean.