Play (2019)

No abundan las comedias en la selección habitual del festival online Atlántida Film Fest, esa gran iniciativa de Filmin que nos alegra cinematográficamente el verano (y bien que hace falta en este de 2020), cada año desde hace diez.

La francesa 'Play' lo es -una comedia- de manera relativa y particular, ya que no es de esas que lo son porque pretenden hacer gracia, sino porque su contenido transmite alegría, frescura y buen rollo, debido a que el metraje consiste íntegramente en una simulación con actores de grabaciones caseras con momentos de la vida del protagonista, Max, desde que a sus trece años le regalaran en navidades una cámara de vídeo. De las noventeras, ya que en esa época empieza el (auto)registro de su vida en vídeo. Los instantes agradables y divertidos entre amigos, claro, y de ahí el tono de comedia, ya que no se graban en vídeo las desgracias o los malos momentos, aunque algún amago hay de eso, de manera algo forzada por lo poco creíble, como digo, que es documentar con una cámara ciertos momentos vitales.

Es fresca, muy agradable de ver y certera en su retrato de la adolescencia, la pandilla de amigos y la primera juventud. Y está muy bien producida, al trabajar con intérpretes un material que se tiene que pretender hacer pasar por "metraje encontrado", y a lo largo de veinticinco años. Una de las propuestas más refrescantes de la edición del Atlántida de este año.

Es una película amable, divertida, emotiva, simpática y bastante original.
Cuesta un poco entrar en ella, pero al cuarto de hora ya te ha seducido, sobre todo por las situaciones tan reales que muestra, (con muchas de ellas nos sentimos identificados), y con la forma de rodar, puesta en escena y actuaciones muy naturales.
Narra la vida de un grupo de amigos desde su adolescencia a la treintena, dividida en tres partes (los quince años, los veinte y los treinta). Muestra situaciones tan reales, con las que en muchas nos sentimos identificados.
Tiene una forma de rodar, una puesta en escena y unas actuaciones tan naturales que en alguna ocasión te planteas si han sido espontáneas. Si te dejas llevar, en algún momento, sobre todo de las dos primeras partes, llegas a pensar que no es un montaje de película preparada sino una grabación familiar real, aunque está claro que siguen el guión y que son diferentes actores en cada franja de tiempo. Lo que quiero decir es que es muy fresca, amable, divertida y dramática, como la vida misma por la que hemos pasado todos en nuestra adolescencia, por esas ilusiones, progresos y frustraciones que todos hemos vivido, no sólo siendo millenials sino también perteneciendo a generaciones anteriores.
Quizás la tercera parte es la menos espontánea, porque sigue un argumento más determinad, pero igualmente se disfruta, por la propia historia en sí y por los golpes de humor que incluye.
En definitiva, una película fresca, original, simpática, divertida y dramática, con la que a veces te identificas y que terminas de ver con una sonrisa en la cara, incluidos los títulos de crédito finales.
Una pequeña joya que te pasea por la nostalgia, el optimismo, lo dramático, la frustración, la simpatía, la amistad y, en definitiva, tu memoria. Es de agradecer una película así.