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El monstruo de la ciudad (1932)

El monstruo de la ciudad
86 min.
6,3
76
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Sinopsis
El jefe de policía, Jim Fitzpatrick, está luchando contra el gángster Sam Belmonte. Le pide a su deshonesto hermano Ed que le eche un ojo a Daisy, que estaba relacionada con Belmonte. (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Drama Crimen Policíaco
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Beast of the City
Duración
86 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de W. R. Burnett
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7
Todo o nada. La lucha de Jim Fitzpatrick.
El guión se basa en la lucha de Jim Fitzpatrick (Walter Huston) contra la corrupción, encarnada en el gánster Sam Belmonte, personaje que imita sutilmente la idiosincrasia de Al Capone. El inicio nos hace pensar una obra en que se va encontrar la típica película moralista policíaca, menospreciando al hampa y mostrando que lo correcto conduce a un reconocimiento correlativo, sin nada que temer. Según el film avanza, la negrura va acrecentándose, nos empapa de un sistema corrupto, de cobardía generalizada, de heroísmo menospreciado y vilipendiado; absorbiéndonos en un ambiente oscuro y sin salida. Lo peor de todo es el rodaje de los exteriores, donde el montaje de imágenes es de lo más burdo, además del personaje clave de Wallace Ford (Ed Fitzpatrick), poco creíble en algunos instantes. Jean Harlow, aunque con un papel muy corto, encaja a la perfección como femme fatale. Walter Huston es capaz de empatizarnos en la dualidad de cariñoso padre de familia e incorruptible y a veces extremadamente duro policía. El desenlace deja boquiabierto, pero es que hasta 1934 nos podemos encontrar films de esta dureza sin estar mutilados por la MPAA.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Morir, única dignidad posible
En el rótulo inicial, este film proclama su intención de contrarrestar la idealización del gánster que practicaban otras películas de la época y exaltar en cambio la labor policial, pero, como acertadamente apunta la crítica de Minyatur, poco a poco la narración va discurriendo por el lado más pesimista, sin consuelos morales efectivos, hasta desembocar en una escena final sorprendente por su violencia y nihilismo (disimulado en el heroísmo policial). Como muchas películas de la llamada época Precode, el interés sociológico supera en mucho al puramente cinematográfico; no olvidemos que el sonoro acababa de empezar y el cine había tenido que reinventar casi todo aspecto técnico o artístico, por lo que la sensación de las películas de entonces es de mucho peor acabado que el del ya muy rodado cine mudo de unos años antes.
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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