La graduada (1971)

Aunque pudiera verse como una versión femenina de "La ciudad no es para mí", lo cierto es que "La graduada" puede resultar una comedia muy divertida, atrevida y moderna.

Con un reparto de lo más lujoso, es una de las películas a desempolvar de Ozores. A destacar como más interesante: las modernas amigas (sobre todo Florinda Chico y Gracita Morales) que con sus diálogos sinceros y osados son a día de hoy más actuales y reivindicativos (por momentos cercanos a los de la Samantha de "Sexo en NY", lo que constituiría una disgresión bastante feminista) que los de cualquier comedia norteamericana contemporánea.

Aunque falten Simon y Garfunkel en la banda sonora, el guión y las interpretaciones compensan cualquier odiosa comparación con el genial clásico de Nichols y Hoffman.

El oportunista título no tiene nada que ver con "El graduado". Se trata sólo de un reclamo comercial. El argumento de la chica de pueblo tímida y reprimida que cuando va a la capital se desmelena, da mucho de sí de forma prometedora. Lo malo es que la realización deja mucho que desear. Parece teatro filmado con algún que otro golpe de zoom innecesario, apoyado sólo en los actores. Por si fuera poco, unas situaciones y diálogos que empiezan siendo divertidos, se convierten después en un insípido y aburrido melodrama con mucha moralina de vía estrecha. Sólo la intervención de la ventrilocua Mari Carmen, jovencísima y atractiva, con sus muñecos deslenguados, aporta algo de frescura a la función. Por lo demás, queda dilapidado un extraordinario elenco de intérpretes, así como la música original del omnipresente Antón García Abril.