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Good Time Max (2007)

Good Time Max
78 min.
5,6
235
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
El actor James Franco co-escribe, dirige y protagoniza este sorprendente drama sobre dos hermanos destinados a conseguir el éxito. A medida que van creciendo, cada uno va mostrando su personalidad: Adam es responsable, Max, inmaduro. Pero cuando Max se ve obligado a escapar de los narcotraficantes con los que trabaja, su hermano lo acompaña en su huida hacia California. A continuación, Adam reanuda fácilmente su carrera como médico. Por su parte, el alocado Max, que trabaja en una compañía de computadoras, se dedica al consumo de drogas, lo que acaba costándole el despido. Pero también Adam tiene problemas con los estupefacientes. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Drogas Cine independiente USA
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Good Time Max
Duración
78 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
Sigamos el Manifiesto Indy
Si juzgamos al cine independiente moderno oir lo que nos ofrece este film, éste parece haber desarrollado un lenguaje que a fuerza de repetirse ha empezado a perder frescura y efectividad. La receta es clara; elegimos personajes comunes pero peculiares y los ponemos enfrentamos a situaciones de su vida cotidiana, nos adentramos en sus crisis y en sus anhelos, mostramos sus relaciones y sus conflictos personales. Esa es la base argumental de cualquier filme independiente que se precie. Pero eso hay que recubrirlo formalmente de la apariencia clásica de film indy, no sea que nos quede ambiguo y lo confundamos con una simple peli europea de bajo presupuesto. Es indispensable utilizar varios formatos de imagen, vídeo digital, 35 milímetros, algún trozo con videocámara en mano; eso ya dará al crítico una buena idea de que estamos en el camino correcto. Es indispensable utilizar de vez en cuando la cámara al hombro y elegir encuadres poco habituales, de esos en los que parece que la cámara se nos quedó enchufada por accidente encima del sillón. Cualquiera que vea la película debe saber que hemos seguido atentamente el movimiento Dogma y que sea consciente de que vamos un paso más allá y nos apartamos voluntariamente del mismo porque en nuestro desarrollo del arte hemos encontrado la evolución necesaria del movimiento; pero todo muy intelectual.
Por último, tener una música apropiada, que al final genere una banda sonora de culto, vendible pero anticomercial. Guitarras alargadas hasta la desidia, tipo Chris Isaak pero sin el tipo, vamos una evolución necesaria al movimiento Isaak.
Con todo esto tendremos el perfecto film indy y poco importará que la película vaya de dos hermanos con tremendo potencial intelectual que se meten en el mundo de las drogas por causas muy distintas y que, pese a que durante todo el metraje pensamos que están en las antípodas uno del otro, resulte que pasan por experiencias vitales más conectadas de lo que parecía. Y sobre todo, importará que el retrato de los personajes sea tópico y bastante plano, que el desencadenante de la adición de uno de ellos no se analice demasiado bien, se deje a su aburrimiento endémico y que la adición del otro hermano se deba a un hecho tan tópico como perder a un paciente en la mesa de operaciones. Eso no es importante, lo que importa es seguir el manifiesto Indy.
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9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Bad Times Breaking
Buenos tiempos corrían para James Franco como creador total en el año de producción de la película, admítase la redundancia ante el juego de palabras, Good Time Max. El año 2.007 supuso la conclusión de la primera trilogía sobre el héroe arácnido Spiderman, en la que el actor encarnó a Harry Osborn, hijo del temible villano Duende Verde. Con su carrera en la interpretación consolidada, pero también un tanto encasillada y poco versátil, retomó su labor en el guión y tras la cámara para sacar adelante un proyecto en el que, de nuevo, cobran protagonismo los personajes desviados del camino correcto, solitarios y tristes, que necesitan de un estímulo, tragedia o revés para recuperar el rumbo correcto y asumir su existencia.

Podrían señalarse, de forma más personal que universal en su apreciación, a los realizadores Gregg Araki y Rian Johnson como las influencias creativas más salientes que presenta esta película, donde Franco apuesta por un estilo seco y áspero, de distanciada empatía, que provoca fascinación y rechazo, según lo requiera la situación, a golpe de imprevisible y espontáneo revés. Así mismo, turba las emociones a través de su recurrente concisión y de la explicitud de una sordidez más temática que expositiva. El retrato de la juventud vuelve a enturbiar el destino y el presente de estos anónimos y generalizados caracteres, que tan solo encuentran en los ambientes sórdidos y clandestinos un lugar sobre el que bombear sus ilusiones, esperanzas y equívocos estilos de vida.

No es casualidad, después de asumir también la dirección, guión y actuación en su iniciática Simiosis (2005), que Franco se reserve un protagonismo muy principal. Sin embargo, un punto que le destaca es no experimentar la sensación de estar cayendo en el exhibicionismo autoral egocentrista. Otros directores que también se hacen cargo de las tres labores principales parecen estar hablando por encima del espectador y más allá de la cámara, con cierta chulería y prepotencia, reservándose para ellos unos personajes que juzgan, emiten juicio y condenan, suponiendo un desdoblamiento o una extensión de sí mismos como creadores. Esto no ocurre, o al menos no de forma tan vergonzosa, con James Franco, cuyo aroma nostálgico cubre de melancolía el paisaje y a sus roles, que tan solo buscan un lugar en el mundo.

El peligroso negocio de las drogas al por menor, en las calles y sin garantías, se convierte en el escenario en que se desarrolla el relato, con unas hechuras pretendidamente estrechas y minimalistas. El drama del consumo y el cuelgue, así como el amasado de fortuna por estos dudosos méritos, no busca una pretensión elevada ni catártica. En este sentido, el director parece querer mostrarnos más bien la felicidad y el jolgorio efímero de aquellos que parecen reír hasta el segundo antes de caer por el precipicio. No es incapacidad narrativa, es desinterés discursivo. Películas como esta podrían carecer de diálogos, ya que por sí sola se sostiene ante la potencia de sus imágenes, la sangre existencial que tiene de base la historia y unos actores de ficción filmados a través de un realismo de documental.

Asumiendo el flamante presente de James Franco como director, es unánime afirmar que sus últimas tres películas, estrenadas todas ellas en el año 2.013, son sus más potentes representaciones. Hablamos de As I Lay Dying, Interior. Leather Bar y Child of God. Sin embargo, tomando Good Time Max como atributo referencial, se infiere que este serio y digno filme supuso un verdadero punto de inflexión en su carrera, y que sus películas posteriores –las más recientes a la fecha-, han bebido mucho de los criterios formales y temáticos que desarrollara en aquella cinta. Un título a reivindicar de forma intachable.

Crítica para www.magazinema.es
@WeisGuerrero @MagaZinema_
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