Directo a la fama (2009)

Lo único salvable del conjunto son las actuaciones. Todo lo demás de esta insoportable comedia o musical pasará desapercibida con más pena que gloria debido a una trama hueca, estúpida y carente de gracia.
Porque de nada sirve que las actuaciones sean aceptables (por decir algo) si les da a los actores unos papeles tan ridículos. Todd Louiso necesita una lección sobre como hacer cine y dirigir una película. Vale que se te ocurra "la maravillosa idea" de copiar la típica de instituto olvidable sin nada de originalidad, pero es que este tipo de obras le dan tres mil vueltas al bodrio que tenemos entre manos. Porque poner a Ben Stiller no le sirve de nada ni al citado director ni a la carrera cinematográfica del consagrado actor. Creo que no tiene ningún mérito ponerse a hacer el imbécil de esta manera, los continuos numeritos musicales solo sirven para dejar a quién visione esta gran estupidez más estupefacto/a de lo que ya puede estar ante el insufrible guión. Que me cuenten algo aunque sea, por favor. Que vale que los guiones no son en este tipo de pelis en las que los personajes buscan la fama una maravilla, pero que se atrevan a hacer el ridículo por un puñado de dólares, o por un 2,9 lo dice todo de algunas joyas cinematográficas. En fin, digo yo que el final al menos no es previsible creo... en buena parte porque el guionista decidió que nada tenga sentido en una historia que de acabar comprendiéndose argumentalmente al menos se haría un poquito más llevadera. Me compadezco de quiénes la hayan visto.

Ay, qué cosa; nunca habría pensado que una peli, por mala que fuera, me aburriría tanto como este subproducto en solo 84 minutos. El tal Todd Louiso, actorcillo secundario de poca monta, había debutado como director en Con amor, Liza, una obra intimista bastante interesante, con un Philip Seymour Hoffman soberbio, por lo que cabría esperar algo de talento, de chispa, de ingenio, o algo, en definitiva. Pero lo que pasa es que esta peli no ofrece nada, ni es graciosa, ni tiene calidad, ni sentimiento, lo que se traduce en un cero absoluto acentuado, si cabe, por la nula empatía que desprenden los protagonistas: se podría desear de Ben Stiller, a quien profeso una inexplicable admiración, algún toque de humor, en su papel de madurito director de teatro de instituto, enfrentado al personaje de Jason Schwartzman, el Marc Pease del título original, un "post-adolescente" anclado en lo que pudo haber sido y no llegó a ser, pero este cara a cara no lleva en absoluto a ninguna parte, la trama supuestamente evoluciona, sin que haya ningún hecho que trascienda lo puramente anecdótico. El resultado, un raro ejemplo de apología del aburrimiento más tontorrón.
Mi impresión es que el amigo Ben ha querido empujar un poquito a uno de sus colegas, Jason, con éxito en el espectro televisivo de allende los mares (las series Cracking Un, Bored to Death, etc), olvidándose del mondongo del asunto, que era hacer una película.
Probablemente, el resultado está dentro del top ten de las peores bazofias jamás excretadas.