Were the World Mine (2008)

Muchas veces, lo mejor de la película es lo que está, lo que no se cuenta, sino lo que se siente, simplemente. Recuerdo pasar una y otra vez por la parte en que el protagonista ensaya una de las canciones. Imborrable.

Sí, la película decae, no se sostiene hacia el final entre esa mezcla de realidad y fantasía. Sí, tiene un final demasiado dulzón. Pero, qué demonios, hace soñar, aunque sea durante unos segundos.

Haced una lista de las películas que consigan eso. Os sobrará mucho papel.

Como la montaña rusa... sube y sube, pero al final ella misma se encarga de bajar y caer por sí sola. Esto es lo que podría expresar de esta película. Un musical que podría tener más fuerza y que poseía los elementos para enmarcarse como una obra maestra del cine musical y de culto; pero la frialdad del como asume su papel Nathaniel David Becker no hace juego con el deseo que quiere tener Tanner Cohen (Una voz fabulosa).

Magia, mito, cuento... no sé como poder calificarla. Una noche de verano queda atropellada por el deseo fantasioso de Tom Gustafson. Buen intento, pero decae.