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Madre sólo hay una (2016)

Madre sólo hay una
88 min.
5,7
304
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Sinopsis
Después de descubrir la verdad, que fueron robados por la mujer que él creía que era su madre cuando era niño, Pierre (cuyo verdadero nombre es Felipe) debe hacer frente a todas las consecuencias de las acciones de su madre y conocer a su familia biológica. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Maternidad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Brasil Brasil
Título original:
Mãe só há uma
Duración
88 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2016: Festival de Valladolid - Seminci: Mejor director y Actor (Nero)
2016: Festival de La Habana: Sección Oficial de largometrajes a concurso
4
Pierre o las ambigüedades
Hijos robados que son devueltos a su origen expoliado. El protagonista tiene diecisiete años y la adaptación es difícil, obviamente. Eso cuenta la película.
Se hace una apuesta interesante: ir al grano y no buscar el morbo; se trata de hacer naturalismo desechando lo más sensiblero o cutremente explicativo, de contar las cosas como son en su fugaz espontaneidad y difusa realidad. Como si los Dardenne se hubieran hecho brasileños de un día para otro, cuando menos te lo esperas. Casi. Sería un remedo de mismas o parecidas intenciones y, lógicamente, los maestros son muy buenos, peores resultados.
Vayamos primero con las cosas malas:
- El doblaje es atroz (no es culpa de la película. La tiene nuestro cerril país en este asunto. Es como si la historia fuera por un lado y las voces de los personajes por el otro).
- La cámara "nerviosa" y su mucho abuso. Se mete en las narices de los personajes y casi no vemos nada muchas veces. Lo que puede ser en principio una virtud acaba en puro vicio.
- La historia queda tan escurrida y despojada que es finalmente poca cosa; corta, pobre y demasiado escueta. Es bueno prescindir de rellenos innecesarios o tonterías facilonas, pero tampoco se puede, o no se debería ir al extremo contrario y montar la historia troceada a través de escenas unidas de manera brusca y (casi) azarosa en las que apenas se pasa del enunciado de los hechos. Además de que algunos momentos son repetitivos sin motivo y otros muy cortos sin ninguna necesidad.
- La película, más allá de su claro argumento, retrata una amenaza, un desconcierto o estupor, una profunda angustia, pero todo de fondo, soterrado, en segundo o tercer plano, sin caer en subrayados y evitando demagogias y sensacionalismos. Bien, pero se pasan y confunden al personal al convertir el medio (una forma como otra cualquiera de indagar en el mundo de manera más directa) en el fin (que debería consistir en contar del modo más eficaz y hondo, nada más y nada menos), aunque es una lícita opción. Hasta ese final en el que se desdicen, donde dije digo, digo diego, y optan por el exabrupto, el número y el griterío; por cantar a los cuatro vientos la real idea de la película, como si a última hora se arrepintiesen de su propuesta/apuesta alusiva y elíptica y temiesen que el espectador no hubiera entendido o enterado bien lo que allí estaba pasando. Y sí que lo habíamos entendido perfectamente, ese no era el problema, el fallo era otro, la falta de información y profundidad, el escaso desarrollo de esa idea o premisa.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
OBJETIVIDAD NARRATIVA
El robo de recién nacidos ha ocupado recientemente titulares de prensa, destapando unos hechos imposibles de aceptar. Se ha relacionado con la dictadura argentina y con la España de los ochenta. Lo difícil es hacer una película en la que este asunto sea fundamental, sin entrar en culpabilidades ni juicios políticos. Bien, Anna Muylaert lo ha conseguido.

Lo de menos para el argumento es contar quién fue el ladrón y por qué, quiénes apoyaron su fechoría. Aquí se trata de entender el papel de víctimas de todos los implicados. La madre ilegítima (esta sí) que de la noche a la mañana ve su mundo desmontarse, después de haber sacado adelante sola a dos niños. Los niños que se ven arrancados de su madre, sometida a juicio público, para de nuevo sentirse robados cuando ingresan en el hogar de sus padres biológicos. La madre primera que ahora es la nueva madre y mira a su hijo con una condescendencia y un amor antiguo y contenido durante dieciocho años. El padre primero y ahora nuevo que quiere al hijo que tuvo y no reconoce como tal a quien tiene delante.

Haber sido capaz de presentar este cuadro sin juzgar a ninguna de ellos es encomiable y por ello, Anna Muylaert merece reconocimientos como el premio a la mejor directora en la Seminci. Sus dardos van para la frialdad policial, para el injustificado espectáculo periodístico y para la insensibilidad del público.

Uno puede preguntarse qué gana viendo esta película. Es mucho. Además de ver un asunto candente desde dentro, desde donde importa: los sentimientos de los personajes. Además, puede estar seguro de ver un cine personal, diferente, nunca raro y sí profundamente humano.

Una mirada desde Brasil, que incluye una interesantísima ambientación de una juventud que mira a la sexualidad desde una perspectiva muy libre. Un enfoque que tiene puntos en común con otras películas procedentes de América Latina, como «Aquí no ha pasado nada» del chileno Fernández Almendras y como la mexicana «Güeros».

Que también recuerda a la anterior obra de la directora, «Una segunda madre», si bien ha dado dos pasos adelante, en mi opinión, en cuanto a capacidad de síntesis. Y en la habilidad para crear tensión en el espectador e implicarle en las preocupaciones de los personajes, sin favorecer la identificación con uno de ellos sobre los demás.

«Madre solo hay una» es buena y está muy bien interpretada. Naomi Nero obtuvo el reconocimiento a mejor actor en la Seminci y sorprende que no lo obtuviera la actriz Dani Nefusi, haciendo un papel doble de personajes contrastados que borda.

La quinta película de Muylaert crece en el recuerdo. Parece aún mejor cuando se piensa en ella que cuando brotaron aplausos en la sala (poco habitual) sobre el fundido a negro final. Y deja una imagen de despedida muy impactante acerca de la capacidad de empatía entre jóvenes diferentes, maravillosamente flexibles, en oposición a la rigidez adulta.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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