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Esas mujeres (1964)

Esas mujeres
80 min.
5,9
650
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Sinopsis
Félix, un músico con gran talento, vive retirado en una suntuosa casa en compañía de siete mujeres. Llega entonces Cornelius, un periodista que desea escribir la biografía del maestro. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Suecia Suecia
Título original:
För att inte tala om alla dessa kvinnor
Duración
80 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
9
La obra más divertida de Bergman
El director sueco es de sobra conocido por ahondar en la psique humana tratando temas tan entrañables como la muerte, los celos o la locura. Aquí no veremos nada de ello afortunadamente. Esas mujeres es mi obra favorita de Bergman por variadas razones. Una de ellas sería por la maestría con la que utiliza el color en esta su primera obra tras el blanco y negro. Por una simetría visual cargante y bella como no he visto en ninguna otra película. Muchos de los encuadres que gasta el sueco en la obra, a pesar de su relativa sencillez, ofrecen al espectador un dibujo perfecto que consigue otorgar al film una sensación de irrealidad bastante notoria.

Luego está la historia. Perfecta. Graciosa. Ingeniosa. Sublime. Nunca he entendido porque Bergman no tiró por aquí con el resto de sus obras. Se hubiera quitado el sanbenito de tío coñazo y nos hubiera regalado risas a lo Woody Allen pero en europeo y en sueco, que tiene más mérito si cabe.

El tropel de mujeres que adoran a Félix es variopinto en edades y gustos. Nuestro amigo biógrafo las irá conociendo poco a poco e intentará servirse de ellas para llegar hasta Félix, ya que el tipo es una especie de jefe de las Ángeles de Charlie, pero el muy cabroncete no se conforma con tres, sino que tiene siete. Y todas se turnan para que el susodicho las cubra, guardando turno como es menester. Luego les toca el chelo y las gatitas quedan satisfechas hasta la próxima ocasión.

El amigo Félix es uno de mis héroes cinematográficos por excelencia. Humor a ratos surrealista y a ratos tontorron pero fabricado con mimo. Muy divertida.
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35 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
LAS MUJERES DE FÉLIX
Fantasía cómica en torno al culto a la personalidad del artista, las negociaciones de la fama y la vanidad de las cortes que se forman alrededor.
Aunque Bergman advierte en rótulo previo lo de “cualquier parecido con lo llamado Realidad”, o tal vez por eso, se nota que está despachando material privado y lidiando con fantasmas personales.

La primera sección se centra, con cámara frontal y estática, en el aparatoso funeral del maestro violonchelista Félix. Aparece el crítico Cornelius, histrión, petimetre, aspaventoso, y declama sin éxito pasajes de la biografía del maestro.
Y aparecen sucesivamente desde el fondo siete viudas del difunto que repiten la misma frase, menos la última, la oficial, quien entra en cuadro desde la posición del espectador y no dice nada.
Las siguientes secciones se ocupan, en cuenta atrás, de los días previos a la muerte, desde la llegada del biógrafo a la mansión para una entrevista.

Esa mansión, muy ostensiblemente un decorado con toques orientalistas, es uno de los procedimientos distanciadores. También lo son las interpretaciones, burlescas y sobreactuadas, en especial la del pedante Cornelius (a cargo de Jarl Kulle, notable); lo son asimismo los intertítulos, las frases de los personajes a cámara, los pastiches insertados (como el tango en blanco y negro, para sugerir el acto sexual sin chocar con la censura), la alternancia estrepitosa de un reiterado pasaje de la Suite nº2 de Bach con ráfagas de charlestón, las danzas y coreografías paródicas, las estatuas que se mueven o sangran…
Como las escenas de vodevil, con sus carreras, persecuciones y travestismo, son recursos numerosos para romper la ilusión realista e implicar al espectador en lo que le están contando.

Grotescas y farsescas, y ácidamente satíricas, quedan esas figuras del divo tan en otro nivel respecto a los mortales que ni se le alcanza a ver, ni siquiera en una máscara; de su gineceo de bellas mujeres, con cada una de las cuales tiene un pasado y un ‘feeling’, y que lo miman por turno (rebautizadas: Isolda, Traviata, Beatrice…); del zalamero e interesado biógrafo, que negocia contraprestaciones a cambio de que su semblanza sea laudatoria también en los “detalles personales”…
Forman un engranaje que no se detiene por el fallecimiento del maestro, cuya muerte es menos irreparable de lo que se dice: hay figuras de refresco y cada personaje vuelve a su puesto para reanudar la función, lejos ésta de acabar, como se duda mordazmente en el último fotograma.

Una de las escasas comedias de Bergman, su sentido del humor es tan vitriólico que la comicidad no está entre sus rasgos principales. Prevalece más bien una dura reflexión sobre el endiosamiento, la falsedad y la manipulación en el mundo del arte.
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
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