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Tarzán y el arco iris (1972)

Tarzán y el arco iris
87 min.
3,6
64
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Sinopsis
Dos guerreros se disputan la elección de la jefatura de la tribu. Para ser elegidos tendrán que traer a la tribu el Gran Dios Verde, una estatua que se encuentra oculta. Tarzán ayuda al hijo del jefe, enfrentándose a los cazadores malvados que también andan tras la estatua. (FILMAFFINITY)
Género
Aventuras
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Tarzán y el arco iris
Duración
87 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción España-Italia-Filipinas;
Grupos
Tarzán
5
El Tarzán español más digno pese a un rodaje polémico y accidentado
La segunda de las incursiones setenteras del cine español en el personaje de Tarzán tal vez sea la más digna de la serie, además de la que presenta una historia más convencional, en la línea de los filmes de Tarzán que de pequeños todos hemos visto.

Rodada, al parecer, en Florida y Colombia, es asimismo, tal vez, y por contradictorio con lo anterior que parezca, la más antropológica y naturalista de la serie, hasta el punto de contar con algunas secuencias muy de‘’cine mondo’-como la de la cruel captura de un elefantito sobre la que hoy todo el mundo hubiese puesto el grito en el cielo- o las casi documentales del ceremonial de una tribu de indígenas amerindios con que se inicia y da término la serie.

Los escenarios naturales son asimismo utilizados con bastante acierto por Caño y la historia pergeñada por Santiago Moncada en la que un chavalín (el niño actor Robin Aristorenas) recibe ayuda de Tarzán para poder acceder a la jefatura de la tribu tras la muerte de su padre, en competencia con un malvado guerrero (Ricardo Rodríguez), mientras de modo paralelo unos cazadores esquilman de animales la selva, tienen su aquel.

Incluso no chirría demasiado y existe cierta consistencia en la subtrama de codicia y celos que envuelve a estos últimos y que podría resumirse así: Bob, un tipo apocado, fracasado y alcohólico (Angel Aranda) y su acaudalada esposa Helen (la actriz italo- tunecina Agata Flori) se han asociado con el desenvuelto Richard (Peter Lee Lawrence) para cazar animales en la selva y forrarse haciendo negocio con ellos en zoológicos y circos. Pero la latente atracción entre Richard y Helen y las sospechas de esta de que Bob se casó con ella por dinero enrarecen su convivencia.

La pena es que no se profundizara algo más en lo anteriormente enunciado pese a encontrarnos ante una película de bajo presupuesto realizada, tal como los exploradores del filme, para ganar dinero en poco tiempo aprovechando el mito de Tarzán.

Porque, eso sí, la presencia de alguien como Peter Lee Lawrence, actor alemán (se llamaba Karl Otto Hyrenbach und Thieme) sin el que no se entiende el spaghetti western y que no solo era un tipo bien parecido sino que tenía notorias dotes interpretativas, le da al filme un empaque muy distintivo, aunque no se aprovecharan todas sus posibilidades. Aparte de que la pareja formada por Aranda y la bella italo-tunecina no funciona nada mal, y en cuando salen en pantalla lo hacen aceptablemente bien.

La cinta fue asimismo noticia por el accidente que sufrieron Tarzán y su compañera, Steve Hawkes y Kitty Swan -que repitieron respecto a la entrega anterior, también a cargo de Caño- en la secuencia en que están atados, prisioneros de los exploradores, cuando unas hojas empapadas en gasolina ardieron más de lo debido y sufrieron graves quemaduras, en el 90 por ciento de su cuerpo.

No obstante parece que la más malparada fue Swan (o Kisten Svanholm, que así se llamaba esta actriz italodanesa). No volvería a hacer más películas tras meses hospitalizada. Y es que e accidente explicaría que los planos de esa secuencia en los que aparece ella sean de los más sonrojantes del film, ya que al no volver al rodaje hubo que utilizar a dobles de espaldas o insertos de ella rodados antes en que está sonriendo, con lo que parece que se está regocijando sádicamente cuando están torturando a Tarzán.

Sin embargo, Stephen Hawkes (o Stjepan Sipeck, que es como se llamaba el croata), corrió mejor suerte: al deshacer las ligaduras con que estaba atado el león que había sido previamente amaestrado para cortárselas en la ficción, parece que escapó del incendio algo mejor. Y en señal de agradecimiento al mundo animal, nuestro Tarzán crearía una reserva animal en Florida que regentaría hasta su muerte en 2019.

En suma, una peli como mínimo curiosa. Y con un rodaje más que accidentado. Y de cuyo resultado, hay que destacar, sobre todo, a Peter Lee Lawrence, que se come la función como villano en detrimento del héroe. Asombra que aquí solo tuviera 28 años!! Lástima que este prolífico y pinturero actor, que rodaba spaguetti-western como si fieran churros y estaba casado con nuestra Cristina Galbó, falleciera prematura y desgraciadamente dos años después, y con solo 30 años, de una grave enfermedad. Porque la trayectoria que llevaba era asombrosa.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Una aventura donde todo resulta previsible
Una película de aventuras en la selva cuyo rodaje debió ser incómodo y que cuenta con un Tarzán de marcada inexpresividad como es Steve Hawkes. A pesar de pertenecer el guión a un escritor tan hábil como Santiago Moncada la cinta no logra despertar un interés excepcional puesto que los personajes tienen un comportamiento demasiado elemental y sus reacciones se ven venir. La película tiene todos los tópicos del género al que pertenece y hay en ella algunos baches narrativos en los que el espectador se aburre. Hasta el momento en que Tarzán se encuentra con los componentes de la expedición que busca tesoros en la selva la acción se anima poco pero es sostenida por el pintoresquismo de las imágenes. El pintoresco cineasta Manuel Caño imprime al film un ritmo desigual pero aprovecha bien la naturaleza que tiene a su alrededor y ocasionalmente brinda unos interesantes movimientos de cámara. También se pueden destacar la música de los títulos de crédito y la interpretación del ya mítico Peter Lee Lawrence ya que el idolatrado actor asume con gracia su papel de aventurero tramposo y con un fastidioso sentido del humor que se manifiesta sobre todo en la escena en la que le acerca la serpiente muerta a la esposa de su compañero de aventuras que tiene una personalidad totalmente opuesta a la suya.
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