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La ansiedad de Veronika Voss (1982)

La ansiedad de Veronika Voss
105 min.
7,2
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Sinopsis
Una famosa actriz alemana en el ocaso de su carrera recurre al alcohol y a las drogas con la esperanza de recuperar la fama perdida. Ésta es la última parte de la trilogía de Fassbinder sobre el desmoronamiento de los sueños de la Alemania Occidental de la posguerra. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Melodrama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Alemania del Oeste (RFA) Alemania del Oeste (RFA)
Título original:
Die Sehnsucht der Veronika Voss
Duración
105 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Trilogía BRD
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Premios
1982: Festival de Berlín: Oso de Oro
1982: Festival de Toronto: Premio FIPRESCI
8
La ansiedad de Rainer W. Fassbinder
Penúltima película de RWF y última concluída por él. Rodada en estudio, salvo fragmentos, contó con un presupuesto modesto. Obtuvo el Oso de Oro a la mejor película (Berlín), el premio de la crítica internacional (FIPRESCI) de Toronto y el premio a la mejor fotografía (Cámara Alemana). Se inspira libremente en la vida de la actriz Sybille Schmitz, una de las 10 mejores del cine, según RWF.

La acción tiene lugar en Munich en 1955. Narra la historia de Veronika (Rosel Zech), de unos 45 años, que triunfó en el cine nazi. Después, sus intervenciones en la pantalla han sido escasas y no trabaja desde 1952. Un periodista deportivo, Robert Krohn (Hilmar Thate) la conoce una noche de lluvia a la salida de un cine en el que han visto una película de ella. La atracción mútua lleva al periodista a investigar el misterio de Veronika. Al hilo de la narración, el autor explica la decepción que siente por la sociedad nacida del auge económico del "milagro alemán". Las posibilidades de construir una sociedad libre y justa se vieron fustradas, a ojos de RWF, por la corrupción, el afán desmedido de lucro y la nefasta cultura del "todo vale", que han alimentado la "desnaturalización" y la "americanización" de Alemania. Para el autor la situación no tiene salida, de ahí su pesimismo. En "El m. de Eva Braun" lamenta los estragos del afán de lucro sin límites, en "Lola" explica los horrores de la corrupción y aquí expone la inmoralidad de "todo vale" a la hora de ganar dinero, incluso la manipulación de personas frágiles acaudaladas. Cuando Veronika agradece a Katz los momentos de felicidad que le ha dado, ésta le dice: "no te los he dado, te los he vendido". El silencio que sigue subraya una respuesta mucho más dolorosa. Son escenas destacadas el encuentro nocturno de Veronika y Robert en la villa de ésta, la fiesta de despedida y las escenas finales.

La música, de inspiración dramática, incluye temas románticos, jazz, canciones de los 40 y fragmentos de bandas sonoras anteriores: "Lili Marlén", "Lola", etc. La fotografía luce intensos contrastes de blancos exageradamente iluminados y negros intensos, que evocan las películas expresionistas mudas. Las escenas intimistas cuentan con escasa iluminación y un aire tenebrista. La cámara ofrece enfoques de abajo arriba, primeros planos vibrantes, travellings excelentes, escenarios sobrecargados e inquietantes, imágenes duplicadas en espejos, etc. El guión se inspira en parte en "El crepúsculo de los dioses" y "La caída de los dioses". Construye una historia intensamente dramática y desgarradora. Los diálogos, bien elaborados, usan frases breves y contundentes. La decoración y el vestuario aportan elegancia, barroquismo y misterio. La interpretación es impecable, especialmente la de Rosel Zach. La dirección construye un relato inspirado, emocionante y de gran nivel cinematográfico.

La película culmina la trilogía del "milagro alemán". No es un cuento moral, es un grito de angustia y desesperación.
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56 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
ESTADOS CARENCIALES
Tercera de un proyecto de quince películas dedicadas a la Alemania contemporánea, el infatigable y prolífico Fassbinder la filmó poco antes de morir prematuramente a los 37 años, con unas cuarenta obras a la espalda, entre cine y TV.
Una de las virtudes de Fassbinder como autor es la gran capacidad para integrar sus narraciones en el correspondiente contexto social e histórico. Consigue que la acción discurra fluidamente por esas coordenadas, sin necesidad de forzar el suministro de datos. Hay que comprender que, tratándose de Alemania, el asunto es espinoso: el pasado en cuestión incluye realidades difíciles de asumir, como el periodo nazi o la ocupación aliada —personificada ésta en el oficial negro que se mueve por los domicilios como Pedro por su casa.

En la existencia de un periodista deportivo, que escribe poemas tristes y vive con una novia sensata, se cruza Veronika Voss, una bella actriz que tuvo su esplendor antes de la guerra, en la UFA de Goebbels. Ahora ha entrado en declive. Cautivado por la actriz, cuyo comportamiento consiste en veleidosos caprichos de diva, el periodista comprende enseguida que está enferma, aunque no le resulte fácil precisar la dolencia.
En funciones de investigador irá desarrollando una historia de corte ‘noir’, progresivamente ocupada por la morfina. Notará la morbosidas en torno a una misteriosa clínica dirigida por una doctora autoritaria, y detectará en sus pasillos y salas blancos realidades desconcertantes.

Con el blanco y negro escogido para este tirante y nervioso drama, el director refleja las influencias del Expresionismo, de la Nouvelle Vague y, esta vez, de Sternberg (más que del habitual modelo maestro, Sirk). El manierismo estilístico, basado en encuadres barrocos, crea un clima de distanciamiento y acentúa la extrañeza. Se apoya en imágenes reflejadas, iluminaciones complejas, interferencias de destellos, veladuras de cristales.

Fassbinder nunca maquilla su penetrante mirada a los cimientos del “milagro alemán”, incómoda porque no camufla lo duro y sórdido de las realidades que analiza. La depuración plástica y el ahorro de las concesiones al pensamiento oficial son la clave de la fuerza dramática con que resalta el infierno de la drogadicción. Detiene esa mirada en la personalidad dependiente, socavada por el ansia y la insatisfacción, así como en la prosperidad de élites que a costa de las carencias del débil amasan fortunas siempre, no importa si la vía es honrada o criminal. Élites de poderosos gestores, organizados en trama corrupta: formas lucrativas de mercado negro y estraperlo, tráfico de medicamentos en el mundo amoral de la posguerra, mundo no tan distinto del de hoy.

Porque otra gran virtud de Fassbinder al hacer cine histórico es la de no entenderlo como una excursión al pasado sino como su actualización: traer el pasado al presente para que ilumine sus claves.
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31 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
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