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Risa en la oscuridad (1969)

Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Adaptación de la novela de Vladimir Nabokov. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Laughter in the Dark (La chambre obscure)
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción Reino Unido-Francia;
Grupos
Adaptaciones de Vladimir Nabokov
Links
Premios
1969: Festival de San Sebastián: Mejor actor (Nicol Williamson)
5
Risas y lagrimas
Irregular adaptación de la novela “Habitación oscura” (1932), cuyos personajes y situaciones adoptan cierto aire caricaturesco que los despoja de la esencia (arquetípica) cuajada de sutileza e ironía con que los retrata Nabokov.

Richardson, que arrancó en el “Free cinema” encadenando un acierto tras otro, justo por el carisma de unos personajes fascinantes (Mirando hacia atrás con ira, El animador, Un sabor a miel, La soledad del corredor…) perdió norte en los setenta derivando de cineasta autor (vinculado a la productora Woodfall) a cineasta menestral con marchamo USA.

Y aquí, en su transvase al cine, lo substancial de los personajes nabokovianos, a camino entre el patetismo de su pasión y la infamia de su dependencia, no encuentra en Richardson la finura para el retrato psicológico de personalidades mórbidas que se nos presentan a la vez culpables y víctimas de unos actos indiscernibles entre su (i)responsabilidad y la fatalidad del destino. En Nabokov, esta ambigüedad es diseccionada con una ironía, amarga, malsana, a veces fatal, que es la impronta del escritor ruso, pero nunca de matiz burlón que es de lo que adolece en el film.

“Laughter in the dark” es una historia de personajes perdidos, antes que perdedores, atrapados en el impasse de su propia rutina e insatisfacción e incapaces de calcular las consecuencias de sus desvaríos. Un burgués, casado, respetable y de mediana edad se flecha con una dieciohochoañera evasiva, caprichosa, de vida parásita, que lo arrastrará hacia el encelamiento, la desesperación y la desgracia. Las vicisitudes de la relación, a la que se suma un tercero, evidenciaran las limitaciones y los excesos en que cae la servidumbre humana (de la que tan acertadamente escribió S. Maugham) y que tanto en éste como en Nabokov perfilan la tragedia, pero no así en Richardson donde adquiere tintes tragicómicos, por ejemplo en las escenas playeras de Mallorca.

Otra traba a la narración serían las actuaciones, precisadas de caracteres más carismáticos frente al espectador y más enfáticos con los personajes. Pensemos que el actor originalmente elegido era el bronco y temperamental Richard Burton cuyos tropiezos etílicos lo permutaron por el académico y lacio Nicol Williamson, con la nuevaolera Karina de partenaire y un tercero en discordia absolutamente prescindible.
Pasable.
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