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The Invisible Man (1984)

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El Hombre invisible, versión soviética (1984)
The Invisible Man (1984) es una película soviética, dirigida por Aleksandr Zakharov, que como su propio nombre indica, adapta la novela de H.G Wells, de título homónimo, escrita en el año 1897. La película ha tenido (y tendrá, en este 2020 se va a estrenar otra película basada en el libro) numerosas adaptaciones, pero seguramente esta es la más exótica de todas, por pertenecer a una filmografía de habla no inglesa. El filme tuvo bastante éxito de taquilla, colocándose en el número 11 de películas más taquilleras en la URSS en 1985.

A pesar de que la película no es una adaptación totalmente fidedigna a la obra literaria en la que se basa, El Hombre Invisible de H.G Wells, lo cierto es que se suma a la corriente cinematográfica soviética de películas que adaptaron obras de la literatura occidental, con un acercamiento muy serio. Como los Diez Negritos (1987) de Stanislav Govorukhin o remontándonos años atrás, el Don Quijote (1957) de Grigori Kozintsev. Algunos elementos se cambiaron, como por ejemplo el final, pero en líneas generales se respetó el argumento. A pesar de que obviamente está rodada en ruso, la película intentó guardar bastante fidelidad, mostrando numerosos nombres (letreros, personajes) en inglés. La propia película fue rodada en los países bálticos, por ofrecer en principio una arquitectura más cercana a la inglesa.

También hay que añadir que la película tiene unos efectos especiales bastante interesantes, teniendo en cuenta que estamos en los años ochenta y que tampoco era una superproducción. Así la propia invisibilidad, resulta interesante y nos hace preguntar ¿Cómo rodaron estas escenas?, algo que es sinónimo de éxito. También nos encontramos con un diseño de producción interesante, que en algunos momentos, como por ejemplo cuando nos muestra el laboratorio del investigador principal o con la tienda mágica, se arriesga en ofrecer algo fuera de los estándares soviéticos.

La película pocas veces se aleja de la historia a la que se ciñe, y poco se puede añadir a la historia de Wells. Si es cierto que ese final que se incluyó, parece querernos mostrar un mensaje moralizante: La ambición solo puede llegar a la tragedia. También es verdad que tanto en los diálogos como en algunas de las situaciones que describe el filme se puede palpar un cierto aire de amargura. Nuestro personaje está condenado desde la primera escena, que ya resulta bastante simbólica al ser el propio entierro de su padre.

Entre muchas de las críticas que pueden leerse en la página rusa similar a Filmaffinity, Kinopoisk, muchos de los usuarios acostumbran a hablar de la película con nostalgia. Sabiendo que pese a no ser una obra de arte, la película tenía algunos elementos que hicieron que se quedara en la memoria. Y la verdad es que es cierto que The Invisible Man tiene algunas cosas que chocan y se puede llegar a entender porque se quedara en la memoria de los más pequeños. Por ejemplo, algunos toques terroríficos. Si bien la película no se encasilla dentro de este género, hay algunas escenas que resultan inquietantes, más bien terroríficas, si tenemos en cuenta que en la cinematografía de la URSS no existía el cine de terror porque chocaba de frente con la ideología socialista desarrollada en el país. Por ejemplo, la secuencia en la que vemos a nuestro hombre invisible comer.

Lo cierto es que la URSS era un país totalmente diferente de la Rusia actual. Y el cine como arte de masas no puede dejar de reflejar la misma sociedad. Y la ingenuidad que destilaba el filme era la misma que tenían muchos de los ciudadanos de aquella época, como también evocan muchas de las personas que vieron la película en sus críticas y comentarios. Es tan fuerte esta ingenuidad que en ocasiones parece que la película no pertenezca a la misma década que otras películas soviéticas. Recordemos que solo un año más tarde se rodaría Masacre: Ven y mira (1985), una de las películas más duras de la historia del cine mundial. Así fueron las contradicciones de la cinematografía de los años ochenta en la URSS.

Así nos encontramos ante una película que directamente se dedica a contarnos una historia, de la manera más clásica posible, con algún añadimiento de humor mientras suena música de vodevil de fondo (muy Bennyhilliano, todo sea dicho). Seguramente el lastre más grande de la película es una puesta en escena que resulta totalmente aburrida y sin pasión. Puede que sea por incompetencia del director, quien por otra parte no volvería a dirigir ningún proyecto serio más, o puede que fuera por intentar mostrar una puesta en escena parecida al propia literalidad de la obra (que de todas maneras sigue siendo un elemento que juega más bien en contra).

Por otra parte la música fue compuesta por Eduard Artemev, que se trata de uno de los compositores de bandas sonoras más célebres de la URSS, llegando a colaborar en obras como Solaris (1972) o Stalker (1979). A pesar de los momentos vodevilescos, la película tiene momentos donde la música sobresale por encima de la imagen.

Conclusión

No entra ni de lejos en lo mejor de la ciencia ficción/fantástico de la URSS. Su ingenuidad y la anémica puesta en escena lastran enormemente la película, que sólo será disfrutable para aquellos que como el replicante de Blade Runner, hayan visto de todo en la vida.

Crítica escrita para https://cinemagavia.es/
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