Mi bello legionario (1977)

El humor particular y conocido del famoso Marty Feldman se explaye en esta parodia de la película Beau Gest, basada en la novela de aventuras de Percival C. Wren.
Aprovecha toda secuencia para el gag, esa acción rápida con el efecto de causar la risa del espectador en escenas grotescas y exageradas. En ese aspecto la película es completa, una detrás de otra sin parar.
Muy cuidada en el desarrollo de su hilo argumental y con el añadido de un estupendo repertorio de actores, a destacar ella, Ann Margret, por supuesto, y los inolvidables Peter Ustinov y Trevor Howard.
Una película más del tirón que tuvo este hombre en aquellos años y sus seguidores supongo que quedarán contentos con ella.
El principio está realmente conseguido. Cuando el Lord va a mostrar su preciada esmeralda, abre la caja fuerte simulada en un retrato de la Reina Victoria, cuyos pezones de las tetas son las ruedas para marcar la combinación secreta y dice:
-Hijos míos, el día de mañana tendréis que hacer esto vosotros.
Luego ya, gustará según el humor de cada uno.

Pues sí, Mi bello legionario tiene momentos francamente divertidos. Enclavada en el género de comedia loca y de humor absurdo, y dirigida por el actor Marty Feldman (el rubio de un ojo para aquí y el otro para allá, el Igor de El jovencito Frankenstein), la película cuenta con gags de ésos de reirte con risa floja. Gags que quizá se salgan del argumento, nada profundo que digamos, pero que aunque sean considerados como isletas dentro de la historia, tienen bastante gracia.

La película es una parodia de las películas de aventuras de los años 30-40, tipo Gunga Din y sobre todo Beau Geste, de la cual toma el argumento para inventarse un puro delirio en el que está de por medio la inconfundible presencia de Feldman, la hermosura de Ann-Margret, a la sazón esposa de Mel Brooks, colega de Feldman, y de Michael York, uno de los peores actores de la historia del cine. Lo que en si Mi bello legionario poco tiene que decir: equívocos y situaciones vodevilescos que no constituyen el mayor atractivo de la cinta. Es decir, me río cuando Feldman, autor del guión también, se pone a parodiar escenas de la original Beau Geste (la de Feldman se llama en inglés The last remake of Beau Geste).

Y si se me apura, la película vendría a ser un antecedente más que evidente de las películas que un par de años después iniciarían los Zucker-Abrahams con Aterriza como puedas. El camino lo había iniciado de hecho Mel Brooks con esa El jovencito Frankenstein. Y Marty Feldman lo continúa con su cierta gracia.