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Rosas perdidas (1963)

Sinopsis
Romance entre una mujer madura que se dedica al striptease y un adolescente.
(FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Stripper
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de William Inge
Links
6
Desnuda frente al mundo
Al igual que la de su coetáneo T. Williams, la obra de W. Inge ha sido ampliamente adaptada a la pantalla; en ambos casos, en virtud de los gustos de una época atraídos por el morbo de personajes sufrientes fruto de algún incierto conflicto de corte intrapsíquico. Pero si bien en los caracteres del primero se adivinan posibilidades de redención, los personajes de Inge se dibujan erráticos, equívocos y equivocados, siempre dirigidos al lugar erróneo en el momento inoportuno, arrastrando la maleta con la que cargan desde ningún sitio a ninguna parte.

En esta tesitura se inscribe “Rosas perdidas”, adaptación del drama teatral “A loss of roses” de 1959. En este producto se reseñan dos planos bien diferenciados y también descompensados, el técnico y el temático.

Franklin Schaffner es uno de los señeros representantes de la llamada Generación de la Televisión, medio en el que se iniciaron y cuyo arte y artificios aplicaron a la gran pantalla. En “Rosas perdidas” -su debut cinematográfico- ejemplifica esta traslación de los recursos televisivos al escenario con movimientos de cámara, encuadres y planos que producen una sensación más dinámica pero que no acaba de remontar el habitual y pernicioso estatismo de teatro filmado consiguiendo un resultado narrativo a lo sumo discreto.

`[Personalmente prefiero al Schaffner de los espacios abiertos: El señor de la Guerra (1965), El planeta de los simios (1968) o Patton (1970)].

En ese resultado influye el abordaje de un tópico conocido y espinoso: la relación sobrevenida y casi siempre extemporánea entre madurez y juventud, que tantas -como poco afortunadas- frecuentaciones ha ofrecido el cine (véase spoiler).

En esta ocasión el planteamiento acusa tintes de manierismo argumental, al buscar efectistamente la predisposición al conflicto: la llegada a un pueblo apacible, a la vez algo pacato y bastante fariseo, en un verano bochornoso de una corista irreflexiva e inestable que víctima de su infortunio se ve obligada a alojarse en la casa de una antigua conocida con hijo enmadrado. Bajo la acogida afable y el agradecimiento correspondido se sustenta una relación de dependencia entre lo samaritano y lo vampírico, lo que recompondrá el statu quo de los personajes en una mudanza emocional que saca a relucir la soledad, la orfandad, la carne y el deseo del triángulo. En este sentido, el título cinematográfico, The stripper, que alude a la protagonista bien puede extenderse al desnudamiento de los disfraces anímicos de los protagonistas.

A propósito, de lo mejor de la película, el striptease a base de primeros planos que Schaffner ofrece, no de la estríper sino de la aviesa jauría de espectadores. Por cierto, la solvencia interpretativa de Joanne Woodward -sin objeciones- no esconde su forzada elección como estríper para este film habida cuenta de su fragilidad frente a las rotundas mujeres de Inge en la pantalla (Marilyn Monroe o Kim Novack) y que para mi gusto hubieran recreado mejor el personaje en cuerpo y alma. Claire Trevor resulta notable y el soseras de Richard Beymer está como siempre.
A destacar la banda sonora de Jerry Goldsmith que musicó los mejores títulos de Schaffner.
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