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Steve McQueen: The Man & Le Mans (2015)

Steve McQueen: The Man & Le Mans
112 min.
6,2
339
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Sinopsis
Documental alrededor del legendario actor Steve McQueen y la grabación de la película del año 1971 "Le Mans", la historia de la lucha de la estrella por hacer "la película definitiva sobre las carreras de coches". Como muestra de la pasión por esta competición deportiva, solía decir Steve McQueen: "Cuando estás corriendo, eso es vivir. Todo lo que sucede antes o después es simple espera." (FILMAFFINITY)
Género
Documental Biográfico Coches/Automovilismo Documental deportivo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Steve McQueen: The Man & Le Mans
Duración
112 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
8
A saco
Documental centrado en la afición de McQueen por los deportes a motor, y más concretamente, en la película que tanto se empeñó a llevar a cabo sobre las 24 horas de Le Mans. No fue nada fácil, y de todo ello queda patente en este trabajo firmado por los periodistas y/o documentalistas Gabriel Clarke y John McKenna.

Steve McQueen, como muchas estrellas, era un tipo peculiar, difícil. Era un tipo duro que venía de hacer películas como "Los siete magníficos" , "La gran evasión", "El rey del juego" o "Bullitt". Como dicen por ahí, era el actor favorito de los hombres. No olvidamos la secuencia en moto de "La gran evasión" o la magistral persecución en "Bullitt" con el Ford Mustang y el Dodge Charger a toda castaña por San Francisco. Por eso un día quiso llevar al cine su pasión por los automóviles, aún a sabiendas que eso era una locura. El documental no tarda mucho en centrarse en la película de 1971, no sin antes ofrecer algunas anécdotas, como la de aquellas 12 horas de Sebring, en las que hizo una meritoria segunda posición tras romperse el pie unos días antes montando en moto. Después la historia se convierte, en ocasiones, en una especie de "making of" de dicha película, con intervenciones de algunos de los implicados además de otros, como su reconstruida primera mujer o la de su hijo Chad. Emocionante la aportación del piloto David Piper, que tuvo la mala suerte de sufrir un accidente mientras rodaba para la película, perdiendo una parte de la pierna. A David Piper todavía se le podía ver, al menos hasta hace poco, en diversas carreras y concentraciones de coches clásicos, con su inseparable Porsche 917.

Supongo que interesará a los fans del actor, incluso es posible que muchos veamos a un tipo poco ejemplar en lo personal. Pero los que no se deberían perder este buen documental son los locos del motor en general y los aficionados a los deportivos clásicos en particular.
El resto de mortales probablemente van a aburrirse como una ostra.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Ícaro
Conquistó el mundo y perdió su alma. Una de esas frases morrocotudas que tanto gustan y tan poco dicen. Algo así se decía el bueno de Steve en sus horas bajas, o así lo podríamos resumir si por un momento fuésemos él, por qué no, como si estuviéramos apurando la última copa y a duras penas nos tuviésemos en pie en cualquier garito de mala muerte, tratando de llevarnos a la cama a esa aspirante a actriz que nos idolatra y que está deseando sentir/contar por fin que estuvo con McQueen, sí, el tipo duro de cara afable, el actor peligroso de mirada azul y pasión por la velocidad, el hombre hecho a sí mismo, el pendenciero, el iletrado, otra estrella fugaz más en la incineradora de los sueños húmedos californianos.
Digámoslo claro y sin marear la perdiz. El documental es ramplón, difuso, timorato y acomodaticio. Finalmente convencional y perezoso; olvidable, durmiente, poca cosa.
Pero lo que cuenta, poco, es, más o menos, interesante, la historia de un fracaso, de una monumental derrota que, como es bien sabido por todos, siempre es la victoria más resplandeciente (por su bello gesto a la contra, por su inútil verdad y rebeldía pura), o eso nos gustaría creer por lo menos antes de acostarnos a ver si cogemos el sueño un rato.
El proyecto que, por momentos, le tumbó (quizás se podría comparar a los casos de los cineastas americanos que irrumpieron felizmente en los setenta y que se tuvieron que enfrentar, sin casi excepción, a su inevitable y operístico y enloquecido destino. Ese suceso que tan bien explicó Biskind en su "Moteros tranquilos, toros salvajes". Los De Palma, Coppola, Scorsese, Lucas, Bogdanovich, Cimino o Friedkin), aquel en el que más se implicó y menos éxito y fulgor le deparó o tuvo. El rodaje eterno y desmadrado de "Las veinticuatro horas de Le Mans". O de cómo la egomanía, cuando estás en la cumbre y crees que lo tienes/puedes todo, te obliga a pensar que si has llegado a lo más alto siendo tú mismo, cómo ahora no vas a escuchar y seguir el dictado de tu propio corazón y, por lo tanto, hacer lo que te pide el cuerpo, sea, rodar de una vez por todas una peli de coches que sea libre, verdadera, sin ataduras, guion, director o mierdas parecidas. A mí, Sabino, que los arrollo, que soy el tito Steve y yo lo valgo y puedo con todo y soy capaz de hacer lo que quiera o se me antoje, director, escritor, actor, piloto y, ya de paso, follador felón a todo trapo y rato con toda la que se menee y se preste o algo siquiera se me acerque, que son muchedumbre y no tienen la más mínima pega, claro que sí.
No se hace pesado este periplo, pero flojea, merodea, declina y acaba en blanda retirada, el pie en tierra, un poco en la mierda, torpe, toscamente, sin clase, trampeando muy malamente.
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4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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