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Carlota: Amor es... veneno (1981)

Sinopsis
Carlota, señora de mediana edad, viuda y deprimida, conoce durante sus vacaciones a un empleado de Banca y acaba casándose con él. Para que su esposo esté pendiente de ella, se inventa una serie de crímenes sobre personas muy allegadas y que realmente han fallecido de muerte natural. Charlie, temeroso de ser otra víctima de su esposa Carlota, decide asesinarla. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Carlota (Amor es... veneno)
Duración
88 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción España-Italia;
Grupos
Adaptaciones de Miguel Mihura
5
Comedia de intriga y envenenado enredo
En 1981 el director italiano Stefano Rolla dirigió Carlota: amor es… veneno, basado en la obra teatral de Miguel Miura “Carlota”. Esta especie de ensayo detectivesco desarrollado entre librerías, personajes de contenida comicidad trágica, entre los cuales el torpe detective y su perspicaz esposa, el enamorado marido de su bondadosa mujer dispuesta a cualquier cosa con tal de dar emoción a su monótona y aburrida vida, donde no podía faltar el sospechoso servicio de la casa y las continuas alusiones al último difunto marido de Carlota Cavendish (Silvia Pinal) bella, llena de melancolía con continuados cambios de humor y mucha, demasiada imaginación que le lleva a la autoculpa de acciones pasadas no cometidas.

La niebla inglesa prepara la escena del encuentro entre los protagonistas: el famoso detective Douglas Hilton y su esposa Ethel (Rafael Alonso y May Heatherly), con el amigo y empleado de banca Charlie (Gastone Moschin) entre la impenitente bruma y alguna sorpresa no deseada que da pie al banquero para poner al día a su amigo detective sobre las desventuras que llevaron al empleado de banca hasta la inesperada viudedad narrándole al aguzado inspector los pormenores de los hechos acaecidos: el primer encuentro con Carlota, reencuentro en la librería regentada por las hermanas Miss Lillian y Miss Christie Coleman (Trini Alonso y María Isbert), el posterior compromiso y el desarrollo de los trágicos hechos de la muerte de la encantadora Carlota…

Nada como un largo flashback para mostrarnos el laberintico devenir del banquero, al que le cambia completamente su aburrida vida al conocer a su futura amada esposa, entre tediosas operaciones bancarias, Carlota, preñada de belleza y de seducción derramada ante el atónito empleado, proponiéndose desde ese feliz encuentro seducir a la bella aparecida entre preguntas y lisonjas propias el babeante enamorado que no se la consigue sacar de su cabeza, dispuesto a saber más sobre la misteriosa dama.

Cercano a la comedia de intriga y envenenado enredo, el metraje desarrolla los personajes en complicidad que lleva a confusión al enamorado Charlie a recelar del servicio de la casa, y al de su propia mujer. En un alarde de tergiversar los hechos y la mentira por pura diversión, se convierte en verdad irrefutable por el atemorizado marido al poder ser envenenado. La solución al enredo viene dada por la destacada y suspicaz inteligencia de Esther, la esposa del goloso detective Douglas, en un alarde de deducciones que él, las asume como propias. Finalmente
la luz de la verdad ilumina, además, los amores cruzados, los dudosos envenenamientos y la aparición de alguna difunta que nadie esperaba, incluso se nos ofrece un final abierto entre los dos implicados principales, a lo que contribuyen Margaret Watt (Antonella Lualdi), el Sargento Harris (Enzo D’Ausilio) y la criada Velda (Amelia de la Torre) entre otros.

Se trata pues, de una comedia de la que se han hecho diferentes versiones en cine, televión y teatro desde su estreno teatral en 1957. Stefano Rolla, además del importante elenco, dirige a los destacados actores que por sus largas trayectorias profesionales sobresalen por sus trabajos con Buñuel, Silvia Pinal, o con Coppola, Gastone Moschin entre otros grandes realizadores. Una curiosa coproducción hispano-italiana de 1981 que, aunque está plagado de tópicos detectivescos en atrezzo y escenografía, se deja ver con cierta sonrisa de aprobación contenida.
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