Trailer (INGLÉS)
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- Año 1929. Entre dos amigos surge una gran rivalidad a causa del amor de una mujer. Leo, un gángster que domina la ciudad, y Tom, su lugarteniente, se enfrentan en una guerra abierta que desencadenará traiciones, conflictos políticos, corruptelas y escisiones internas. (FILMAFFINITY)
- Género
- Cine negro Drama Mafia Neo-noir Crimen Años 20
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1990 / Estados Unidos
- Título original:
- Miller's Crossing
- Duración
- 115 min.
- Guion
- Música
Premios
"Maravillosa, deslumbrante"
Carlos Boyero
[Diario El Mundo]
"Los Coen reinventan el cine negro en este filme sorprendente y virtuoso (...) película viva y apasionada (...) una obra maestra"
Miguel Ángel Palomo
[Diario El País]
13
10
Positiva
3
Neutra
0
Negativa
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Resucitando el hampa
9 de diciembre de 2007
“Muerte entre las flores” es una peli jodidamente bien hecha.
Pese a que una pulcra y concienzuda puesta en escena lidera holgadamente el amplio repertorio de virtudes de esta peli, el verdadero secreto del éxito de la obra de los Coen radica en su honestidad. "Miller’s Crossing" jamás pretende plagiar el espíritu original del cine negro. Se limita a recrearlo, eso sí, con un respeto y devoción encomiables. Coen resucita durante dos horas a Bogart, Bacall, Cagney, Robinson y Lorre orquestando un homenaje al género absolutamente magistral. Podría destacar el particular toque humorístico Coen, los diálogos cincelados en oro puro o ese sentido pictórico que los hermanísimos se preocupan por infundir en cada fotograma, pero esta vez me apetece distinguir por encima de todo una secuencia de acción en estado puro. El tiroteo entre Leo y los secuaces de Johnny en la casa del irlandés mientras esta se consume pasto de las llamas, con sintonía clásica incluída, merece indefectiblemente un laureado puesto de honor entre las mejores secuencias de la historia del séptimo arte.
Pese a que una pulcra y concienzuda puesta en escena lidera holgadamente el amplio repertorio de virtudes de esta peli, el verdadero secreto del éxito de la obra de los Coen radica en su honestidad. "Miller’s Crossing" jamás pretende plagiar el espíritu original del cine negro. Se limita a recrearlo, eso sí, con un respeto y devoción encomiables. Coen resucita durante dos horas a Bogart, Bacall, Cagney, Robinson y Lorre orquestando un homenaje al género absolutamente magistral. Podría destacar el particular toque humorístico Coen, los diálogos cincelados en oro puro o ese sentido pictórico que los hermanísimos se preocupan por infundir en cada fotograma, pero esta vez me apetece distinguir por encima de todo una secuencia de acción en estado puro. El tiroteo entre Leo y los secuaces de Johnny en la casa del irlandés mientras esta se consume pasto de las llamas, con sintonía clásica incluída, merece indefectiblemente un laureado puesto de honor entre las mejores secuencias de la historia del séptimo arte.
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167 de 212 usuarios han encontrado esta crítica útil
El principio del final
16 de marzo de 2008
El viento, hasta entonces adormecido, sopló con todas sus fuerzas. El sombrero se separó de su dueño, planeando sobre las tristes hojas caídas por la llegada del otoño. El bosque silencioso, de árboles contemplativos, ocultaba el cielo despejado. Se adentró a buscarlo. No había caminado ni diez metros cuando sintió la presión del cañón de una pistola en la espalda. Decidió no mirar ni preguntar. Siguió caminando. Con paso ligero y lágrimas en los ojos se había dirigido al final del camino.
Él, el film contemporáneo de cine negro sin aroma clásico, sin perdedores seductores ni hábiles de la palabra, sin estafadores presumidos ni admirable ironía, sin gabardinas ni corbatas alisadas, sin puros de primera clase ni planes interesados, iba a morir. Se volvió, y allí estaban, con sombreros distinguidos y trajes impolutos, sin pestañear: Ethan y Joel. Eran inmunes al gimoteo del aire y las miradas suplicantes. Dispararon sin temblor y con precisión, al corazón y a la cabeza. “Muerte entre las flores” sólo acababa de comenzar.
Él, el film contemporáneo de cine negro sin aroma clásico, sin perdedores seductores ni hábiles de la palabra, sin estafadores presumidos ni admirable ironía, sin gabardinas ni corbatas alisadas, sin puros de primera clase ni planes interesados, iba a morir. Se volvió, y allí estaban, con sombreros distinguidos y trajes impolutos, sin pestañear: Ethan y Joel. Eran inmunes al gimoteo del aire y las miradas suplicantes. Dispararon sin temblor y con precisión, al corazón y a la cabeza. “Muerte entre las flores” sólo acababa de comenzar.
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109 de 154 usuarios han encontrado esta crítica útil
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