Sangre en la boca (2016)

Violento relato, de buena factura el que nos ocupa, que versa en torno a la delgada línea que puede haber entre éxito y fracaso, entre libertad y engaño... entre violencia y maltrato.

Un asombroso cambio de registro de Sbaraglia que, en uno de sus papeles más oscuros, demuestra que es un todoterreno camaleónico y nos atiza a propios y extraños un buen croché en la mandíbula, al menos a los que como a mí, este actor no era de nuestra admiración. Leonardo se mete, y a nosotros con él, en la piel de un visceral boxeador de bastante éxito y fama en el crepúsculo de su carrera.

La increíblemente bella y exuberante Eva De Dominici nos enamora desde el primer plano y nos obsesiona ya en el segundo... del mismo modo que le sucede al personaje de Leonardo Sbaraglia.

Buenos planos pugilísticos, aunque no comparables a los mejores del género y buenas escenas de cama aunque a lo mejor ocupan un poco más del metraje necesario.

Estoy entre el 6 y el 7 en mi nota... Un 6'4.

A mí esta película me ha gustado. Trata de un boxeador de mediana edad, con esposa e hijos, con renombre por haber ganado un campeonato continental, que tira todo por la borda al encapricharse de una jovencita. La chica es Eva de Dominici (Eva Quattrocchi), que no se puede estar más buena. Sería capaz de revivir a un muerto, y más con la pasión que despliega. Impresionante.

La parte que más chirría es poner a Sbaraglia de campeón de boxeo. Ni siquiera tiene los músculos marcados, y el hombre tiene ya 46 añazos. Ha habido casos como Bernard Hopkins que fue campeón con 48 años, y George Foreman con 46, pero son casos excepcionales. Sinceramente, Sbaraglia, en la peli, tiene más aspecto de yonki, que de deportista.

Todas las películas de boxeo suelen ir de un aspirante que se esfuerza hasta conseguir el título, o son biopics de grandes leyendas. Aquí tenemos justo a lo contrario, al antihéroe.