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Pàtria (2017)

Pàtria
103 min.
2,4
143
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Trailer (CATALÁN)
1
Mostrencos ovoides
Amistades del director, parte del equipo técnico, mecenas de la campaña de Verkami con la que se financió el film y otros invitados formaban una enorme cola frente al Aribau Club hasta dar la vuelta a la calle. Casi todos vestidos con sus mejores galas, contrastando fuertemente con mi camiseta de Cálico Electrónico, mis vaqueros rotos, mi bandolera y mi aspecto desaliñado.

Ante todo, las cartas sobre la mesa: soy el equivalente de la crítica cinematográfica al típico cuñao que baila en las bodas. No es que tenga ningún tipo de conocimiento sobre cine y menos aún un criterio a tener en cuenta.

Oía murmullos por aquí y por allá: gente comentando el enorme trabajo que ha llevado producir la película, un par de incautos que no parecían saber muy bien dónde se metían buscando en Wikipedia información poco antes de entrar en la sala y a un señor muy motivado diciéndole a sus amigos que Pàtria sería una mezcla entre El nombre de la rosa y Braveheart a la catalana.

Al entrar, me preguntaron si llevaba acompañante. Qué más quisiera yo. Al menos, me consolé pensando en que al no ser un pase de prensa matinal podría comer palomitas cual gorrinazo. Al comprar el bol y la bebida más grandes del menú, caí en la cuenta de que seguramente era la única persona que había comprado palomitas aquella tarde y de lo gañán que iba a quedar. Pero ya era tarde para los arrepentimientos.

Buscando asiento, el acomodador me prohibió el paso a las butacas más apetecibles que quedaban libres y me sentó en el peor lugar de toda la sala. Como llegué tarde por haberme entretenido comprando las palomitas tampoco había mucho sitio donde escoger. Lástima que tuviera que tocarme precisamente al lado de un señor más rancio que el programa de Bertín Osborne. Al verme colocar la bebida en el posavasos y haciendo malabares para sentarme sin tirarme las palomitas encima, noté cómo su mirada fulminante no expresaba otro pensamiento que no fuera «joder, putos millennials…».

Entró en escena Joan Frank Charansonnet, director de la película y la clase de persona que claramente ha editado su propia página de Wikipedia. No, en serio, echadle un ojo. Hay un cero por ciento de posibilidades de que la haya escrito alguien que no sea él mismo. Se puede ser más sinvergüenza, sí, pero hay que entrenarse a fondo. Sus primeras palabras fueron de agradecimiento hacia todos los presentes, las segundas fueron para quejarse de la gente que había ido a comprar palomitas.

Nos contó que el proyecto de Pàtria nació de un sueño por no sé qué cosas de su abuela, que el proceso había sido muy gratificante a la par que duro y nos pidió al público que si nos gustaba la cinta (y si no, también), repitiéramos el día del estreno y pagáramos por verla. Instantáneamente después de dicha petición, hubo un aplauso ensordecedor. Supongo que fue la sutil forma de los asistentes de decirle que no, que ni de coña íbamos a volver a verla y menos aún pagando. Pero de buen rollo, eso sí. Aquel aplauso era lo único con lo que le íbamos a recompensar el esfuerzo.

Su discurso terminó, como no podía ser de otra manera, con un pequeño alegato a la independiencia de Cataluña. Durante unos segundos temí que la cosa pudiera ponerse demasiado reivindicativa y nuestro presidente tuviera que tomar cartas en el asunto sacando los tanques a la calle e irrumpiendo en la sala para salvaguardar la unidad de España. Obviamente no ocurrió nada de eso, pero después de hora y pico de sufrimiento casi hubiera preferido a los tanques.

Pàtria nos cuenta la poco conocida leyenda de Otger Cataló, personaje de quien se dice que deriva el nombre de Cataluña. Los problemas principales de esta leyenda son que ni había dinero para contarla bien ni su historia daba para llenar 100 minutos. Por tanto, la mayor parte del metraje consiste en una trama paralela en la que un noble catalán pasa sus últimos días en un monasterio contándoles esta leyenda a un grupo de monjes que se encargarán de transcribir sus palabras para que puedan transmitirse a futuras generaciones.

Aquí sí. Aun a riesgo de quedar como puto millennial, reconozco que casi me dormí nada más empezar. Los primeros veinte minutos de la primera película épica catalana de la historia consisten principalmente en dos señores mayores hablando de sus movidas en un monasterio. Y debido a un insufrible doblaje (en la propia versión original catalana, ojo) costaba horrores seguir el hilo de la conversación. No es que necesite estímulos visuales loquísimos ni escenas de acción cada cinco minutos —disfruto como el que más de propuestas como The Young Pope—, pero si como director quieres jugártela a empezar tu obra con un ritmo pausado, por lo menos sería un detalle que se entendieran los diálogos.

Dentro del monasterio tienen lugar unas cuantas subtramas que no sólo no van hacia ninguna parte sino que además parecen totalmente fuera de lugar. Desconozco cuál sería la intención del director a la hora de contárnoslas y cómo encajan temáticamente con el resto de la cinta. Quizá me perdí algo. Quizá sólo querían llenar minutos a toda costa. Hay que admitir que estas escenas provocaron la mayor parte de las risas incómodas del público y que seguramente fueran los únicos momentos realmente disfrutables del film, ni que fuera sólo por la comedia involuntaria.

Hay que decir que el señor de la cola tenía razón. Pàtria es, en efecto, un cruce entre El nombre de la rosa y Braveheart. El problema es que se parece a la primera en las escenas dobladas para DVD de la versión extendida y a la segunda si estuviera producida por The Asylum. No me gusta echar leña al fuego, de verdad que no. Sé que el presupuesto no habrá sido precisamente holgado y que la cosa no daba para más. Eso podría justificar lo parcas que son las escenas de batalla, con apenas tres o cuatro extras dándose tortas de fondo, pero no el exceso de cámara lenta, la falta total de imaginación y la pereza en las coreografías.

Sigo en spoilers, sin spoilers.
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121 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Mala de matar. El bajo presupuesto no es excusa.
Esta película pretende poner un ladrillito, luego resulta que es un ladrillazo mal cocido y deforme, en la construcción mítica de Catalunya. Narra la aparición de un caballero que viene de Francia y libera Catalunya de los árabes. Y se ve que ahí empieza la historia de Catalunya. Estamos en el siglo VIII. Mi pregunta. ¿Y antes? ¿Qué era Catalunya en el siglo I? ¿Y en el siglo VII a. de C.? ¿Por qué el nacimiento de Catalunya empieza en ese momento? Misterio.
Remontándonos podemos llegar a los dinosaurios. ¿Había dinosaurios en Catalunya? ¿Fueron los dinosaurios los primeros catalanes? No, creo que no. No tengo ni idea de qué tipo de bicho era el primer ser vivo que puso sus pies, zarpas o lo que fuera en lo que hoy se llama Catalunya pero me importa un pimiento. Lo mismo que me importa un pimiento cualquier otra referencia a la historia de Catalunya, o de cualquier otro país actual. Entiéndase que dónde digo Catalunya, digo España, Francia o la Conchinchina. Entiéndase también que no estoy afirmando que la historia me importe un pimiento, estoy afirmando que las reinterpretaciones y usos de la historia para fines espurios me parece una estupidez. La historia hay que conocerla, y no por eso de no repetirla, que no es cierto, más que la estamos repitiendo ahora que es cuando más la conocemos, no ha pasado nunca, si no por el hecho de saber, pura y simplemente, saludable vicio del hombre.
Y ahora vayamos con la película.
Infumable. No había visto una película tan mala desde hace mucho tiempo.
Suelo ir al cine con un amigo y suelo escoger las películas yo, pues al salir me dijo,
-Hemos venido a ver películas afganas, iraníes, chinas, japonesas, coreanas, de esquimales pero tan malas como ésta nunca. Te has superado.
Me callé. ¿Qué iba a decir? No sé cómo saldrá nuestra amistad de esto.
Con la aparición de una ¿virgen? en el bosque que aprovechando que estás herido te viola a la vez que te cura para que lleves a cabo la liberación de lo que hoy es Catalunya me empecé a mosquear, menos mal que pusieron unas preciosas imágenes de los Pirineos. Después entrar en la vida cotidiana de un monasterio que tiene al lado un convento de monjas y ver los consabidos tocamientos y que había tema entre la madre superiora y uno de los frailes ya me subió la bilirrubina, menos mal que una panorámica del monasterio enclavado en un paraje bellísimo me frenó. A partir de aquí se van entrelazando las escenas, por un lado el monje que cuenta la historia del nacimiento de Catalunya y por otra las “duras batallas” que mantiene Otger Catalò, el violado, con los árabes para reconquistar la tierra sagrada que nunca debió ser sojuzgada y caer en manos impías, justo lo que piensa el Estado Islámico de Andalucía. Y ya toda la peli fue así, hasta el final. En que aparecieron unas imágenes de la actualidad y entonces me dije, claro, todo casa, era esto.
El guión no existe, son escenas emplastadas una detrás de otra. Las “duras batallas” entre catalanes y árabes cuando el director tenía a bien mostrarnos un plano general estaban compuestas por no más allá de cincuenta guerreros entre los dos bandos y no todos a caballo. No debería haber presupuesto. Por eso la cara de rabia y esfuerzo supremo que ponían los actores que representaban a los catalanes, al salir gratis, era de las que ponía yo cuando jugaba a los indios de pequeño. Los actores mal. Al ser doblados, doblemente mal.
Este buen francés, Otger Catalò, que viene a liberar a los catalanes no entiendo como no desistió al ver que iban llegando los caballeros que iban ayudarle y venían solos, sin tropas ni ná de ná, con lo puesto. Claro que viendo cómo iba pertrechado el ejercito árabe uno se preguntaba ¿Y estos, desde África, cómo han llegado aquí? Ver al jefe de los árabes pelear con nuestro héroe me hizo reír como en su tiempo sólo lo hizo Charlot.
Señor director, si no había presupuesto, pa que se metió.
Esta es una película que dentro de un tiempo lucirá muy armoniosa con las de Chuck Norris y parecidas glorias cinematográficas en el Paramount Channell. Iba a decir que era una peli se serie B, pero no, hay pelis de serie B que comparadas con esta son obras maestras.
Una duda. Del bebé que pretendidamente nace de la violación de nuestro héroe por parte de la ¿virgen? del bosque, ¿Qué se hizo? Porque no quiero ponerme a pensar en una cierta intención simbólica en la que el héroe es un esforzado carpintero, la aparición del bosque una virgen total y el bebé… no, no puede ser. A ver si ahora, que vivimos tiempos que nos acercan al 1 de Octubre, más de uno se va a poner a esperar la llegada del bebé que por fin liberará Catalunya, porque, créanme, enseguida me di cuenta de que allí donde yo veía árabes el director veía otra cosa. Lo ha disimulado tan mal, que a mí me pareció que en un determinado momento el jefe árabe dijo algo así como: “Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor. Mejor para mí el suyo beneficio político” No sé si porque yo lo tenía reciente o qué.
Si van a ver la película, pocas veces en su vida habrán perdido el tiempo tan lastimosamente. Y si a algún padre o madre le da por poner a su bebé Otger, allá ellos, son muy libres, pero que la razón no sea la película, plis.
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27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
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