El poder de una lágrima (1928)

Clem Rogers es un periodista novato que ahora trabaja en el Times escribiendo obituarios y sobre el estado del tiempo. Esto lo mantiene bastante desmotivado, pues lo convierte en el hazmerreír de sus guasones colegas, así que, cada tanto le pide a su jefe de redacción que le dé una oportunidad para probarse como reportero… y la oportunidad llega cuando alguien telefonea para dar la noticia de que el fiscal del distrito acaba de ser asesinado. Rogers es enviado ante la ausencia momentánea de sus colegas pero, “corre con tan mala suerte” que pierde su pase de periodista, y Bill Johnson, su incorregible compañero de labores quien ya se encuentra allí, ni siquiera se anima a reconocerlo para que le dejen entrar a la escena del crímen.

El director Frank Capra, que sabía desde entonces manejar con claridad los hilos del destino, pone las cosas en su lugar y todo sucede para que Clem Rogers pueda estar donde tiene que estar, y el cuento gringo de la mala suerte, queda regado por el piso cuando logramos entender la sabiduría de aquel dicho que afirma que “No hay mal que por bien no venga”… ¡Si tan sólo nos atreviéramos a Ver!

Esta es una película que, en la primera media hora, da la clara impresión de haber sido expresamente escrita para Harold Lloyd. El personaje intelectual con claras aspiraciones profesionales; con aire de tonto, pero recursivo; molestado por todos, mientras él se dispone a encontrar la ocasión de demostrar cuanto puede, no nos trae a la memoria otra imagen distinta que la del genial protagonista de “El hombre mosca”, “Venga Alegría!” o “El hermanito”. Y para reafirmar que no andamos tan despistados, la protagonista es Jobyna Ralston, la chica que le agitaba el corazón a Lloyd en algunos de sus mejores títulos.

Uno de los últimos filmes mudos de Frank Capra, “EL PODER DE UNA LÁGRIMA” (titulo improcedente que la convierte en melodrama sin tener nada de esto), terminó siendo protagonizada por Douglas Fairbanks Jr. quien cumple con su papel, aunque tiene poco notables aires de comediante. Y también aparece Mildred Harris (como Marie), una de aquellas adolescentes con las que alguna vez se casó Charles Chaplin.

¿Cómo llegó esta película a manos de Capra?, ¿Por qué no la protagonizó Harold Lloyd?, ¿Por qué Capra no habla de ella en su autobiografía? Son preguntas para las que no tenemos respuesta. Lo cierto es que se trata de un filme muy entretenido, con algunos momentos de grata comedia, con algo de suspenso e intriga bien ejecutado, y una persecución realizada con los mejores recursos de aquella época. Además, creo que sirve de aliento para ponerle rocío a una semana grisácea o para tomar impulso cuando sintamos que, en nuestra vida, no se realiza nada de lo que soñamos.

Título para Latinoamérica: “EL PODER DE LA PRENSA”