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Yumeji (1991)

Yumeji
128 min.
7,1
46
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Trailer (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Historia semificticia del escritor y poeta Takehisa Yumeji. Tercer tomo de la trilogía Taishô Roman de Seijun Suzuki, precedido por Zigeunerweisen (1980) y Kageroza (1981), dramas e historias de fantasmas psicológicas y surrealistas unidas por estilo, temas y ambientación en el período Taishô (1912-1926). (FILMAFFINITY)
Género
Drama Fantástico Biográfico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Yumeji
Duración
128 min.
Guion
Música
Fotografía
Premios
1992: Japan Academy Awards: Nominada a Mejor sonido.
7
Cuentos de la luna pálida de la era Taisho III: Artistas sin rumbo, lagos encantados y amantes en lienzo
¡La pintura!, ¡el color! Puedo escuchar los colores, puedo oler la piel de las mujeres que posan para ser inmortalizadas en los grabados y lienzos más allá de las aguas del lago encantado de Kanazawa, tierras de romance, fantasmas y otros hechos extraños.
Amores de unos, pecados de otros, ¿qué es aquí real o no? Hikono, mi amor, dímelo antes de morir...

¿Qué belleza se esconde bajo esa piel? Piel de mujer. ¿Qué captaban los ojos de Mojiro (o Yumeji) Takehisa para plasmarlas en aquellas pinturas de formas tan inusualmente alargadas, de rostros tan tristes, de movimientos tan melancólicos y al mismo tiempo tan llenas de color? Eran los ojos de un artista único, cuya vida se vio marcada tanto por las aventuras amorosas como por las desilusiones y la muerte, sobre todo desde la de su adorada Hikono, auténtica compañera hasta el fin de sus días, acabándolos enfermo de tuberculosis (igual que ella) en el hospital de Nagano, casi a los 50 años...
El actor Kenji Sawada, sin embargo, es un Yumeji muy feliz, despreocupado, excéntrico y no poco irritante en la recreación que realiza Seijun Suzuki para una última entrega con la que completará la llamada Trilogía Taisho, periodo al que no volvía desde hacía casi una década, cuando decidió perderse en el mundo de los espectros, la sutileza de las emociones, el romanticismo místico y las almas femeninas de esa obra maestra del cine universal que es "Kagero-za". Con "Yumeji" no se abandona del todo dicho mundo aunque esta vez la historia no procede de una fuente literaria, sino de la propia invención de Yozo Tanaka.

Lo que vemos aquí en realidad, y desgraciadamente, no es una transcripción de los acontecimientos de la vida del pintor y poeta, no vamos a seguir sus turbulentos pasos; el director se detiene en la belleza romántica y el misterio de la hermética e impenetrable era Taisho que lleva concibiendo desde "Zigeunerweisen", en 1.917, cuando el artista, con 33 años y junto a su esposa y su hijo Fujihiko, presentó una exposición de pequeñas piezas líricas en el Kanaya Hall de Kanazawa, un instante de gloria y reconocimiento para él, que era lo que más ansiaba y nunca tuvo del todo...
Pero este es un 1.917 más fantástico que real. Según el film, que desde el primer minuto nos absorbe en un imaginario de figuras etéreas, movimientos hipnóticos y colores vibrantes, destacando los tonos ocres sobre el rojo y el marrón, muy pronunciados en esos ricos escenarios diseñados por el genio Noriyoshi Ikeya, Yumeji es un fanfarrón amante de las geishas, de la belleza del cuerpo femenino, un hombre que desfila entre el sueño y la realidad, entre los mundos de sensaciones que abren sus extrañas obras. Kimiko Yo, que me enamoró en "A Night in Nude", es la primera de la larga lista de mujeres que pasará ante los ojos del protagonista.

Tampoco se demora Suzuki en introducir ese toque absurdo tan ligado a un estilo que ha logrado definir como único, para hacer de la belleza artística algo sorprendente, inédito, capaz de dejar boquiabierto incluso al más experimentado en el surrealismo. En "Yumeji", sin embargo, esa belleza, ese misterio sobrecogedor, viene desde el universo de la pintura, tal como en "Zigeunerweisen" fue la música y en "Kagero-za" el teatro (podríamos hablar de una Trilogía de las Artes); la realidad se pinta en un precioso lienzo de comienzos del siglo XX igual que el artista pinta los cuerpos desnudos de las mujeres que ama.
Se introduce a la verdadera Hikono, encarnada por Masumi Miyazaki, pero el guión poco hincapié hace en ella, y al parecer no hay ni rastro de ningún hijo ni de la primera esposa de Yumeji, Tamaki. La realidad, si podemos concebir lo que nos presenta el cineasta como tal, sufre un desvío con un viaje a un lugar lejano, aquella misma Kanazawa en la que se perdía el Matsuzaki de "Kagero-za", la misma donde se supone que el artista se reunirá con Hikono, quien se recuperá de su tuberculosis. Una nueva posada sirve de refugio oculto entre frondosos bosques de enigmas, peligros y aventuras que desplazan la línea espacio-temporal a un plano de realidad distinto.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Sueño y realidad, muerte y amor, violencia y sexo, se vuelven a unir en un espectáculo fascinante. El rojo de la sangre inundando las habitaciones, los fantasmas regresando de los vivos desde las profundidades, Mariya en el suelo con sus caderas arqueadas y muslos brillantes, los fluidos del ojo reventado de Hasegawa, el campo de cereales y Yumeji perdido en él, evocando una muerte próxima, la que le llegaría 17 años después...
Por última vez Suzuki nos impregna con la nostalgia mágica, los registros sensibles de su particular era Taisho. Nada tiene sentido, pudo tenerlo, pero no lo hay dentro de estos límites. "Yumeji" es reconocida y galardonada a nivel internacional y considerada una de sus obras maestras; en este caso no estoy de acuerdo, lo que no resta para seguir dejándome impresionado ante tal catarata de imaginación, emociones y expresión artística cuyo objetivo es, simplemente, alcanzar el cenit de dicha expresión...
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