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Competencia desleal (2001)

Competencia desleal
110 min.
7,1
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Sinopsis
Umberto es el propietario de una elegante sastrería, pero está perdiendo clientes debido a la competencia que le hace Leone, un sastre judío. La rivalidad profesional propicia toda clase de estrategias y trucos sucios. Sin embargo, sus hijos pequeños van juntos al colegio y sus hijos mayores son novios. Esta situación cambiará cuando, en 1938, el gobierno italiano aprueba las leyes raciales contra los judíos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Años 30 Nazismo Comedia dramática Trabajo/empleo Infancia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Concorrenza sleale
Duración
110 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-Francia;
Links
Premios
2000: Premios David di Donatello: Mejor diseño de producción. 4 nominaciones
2001: Premios del Cine Europeo: Nominada a mejor guión
"Un film imprescindible para entender este convulsionado, extraño comienzo de milenio"
[Fotogramas]
"Un conmovedor ejemplo de la competencia desleal entre la bondad y la miseria humana"
[Cinemanía]
3
3
Positiva
0
Neutra
0
Negativa
8
Lealtad en tiempos adversos
Dos vendedores de ropa, cuyas tiendas están lindantes sobre la misma calle, tienen permanentes rivalidades para atraer la atención de los clientes: Umberto, italiano proveniente de Milán, es propietario de una elegante sastrería romana que comienza a perder clientes a favor de su vecino judío, Leone, que sacrifica la calidad pero rebaja precios. La rivalidad permanente es la generadora de varios roces que se resuelven como "gags" cómicos.
Sin embargo sus hermosas familias se vinculan por la respectiva amistad entre los hijos menores y un romance entre los hijos adolescentes.
Como en tantas de sus comedias, desde el punto de vista actoral no hay un protagonismo excluyente sino varios, y de distintas generaciones: niños, adolescentes, adultos y viejos que producen un efecto coral capaz de sumar diferentes puntos de vista, en este caso manteniendo la unidad con el hilo narrativo conductor de la mirada infantil de los niños amigos, lo que aporta frescura e inocencia al relato.
La película registra las leyes raciales que se establecieron en la Italia de 1938 contra los judíos que estaban integrados al pueblo italiano desde 2000 años atrás. Luego de la alianza entre Mussolini y Hitler se implementaron prohibiciones segregacionistas y absurdas como no poder escuchar radio, ni ejercer la profesión o incluso no poder recibir enseñanza pública, en el caso de los niños judíos.
Pero, a contracorriente de la política imperante, es conmovedor el cambio de actitud de Umberto hacia su vecino Leone: cuando comienza la persecución de éste y su família, la injusticia los acerca en vez de dividirlos. Sus antiguas rivalidades parecen ingenuas comparadas con esta real competencia desleal, la de un Estado que se vuelve desmesuradamente injusto con un sector de la población.
Último sobreviviente de aquella comedia italiana hija del neorrealismo, posteriormente devenida en liviana y conciliadora, Ettore Scola, referente ineludible en el cine italiano contemporáneo, demuestra hasta qué punto ha seguido fiel al mantenimiento de la profundidad, siempre atento a los rasgos psicológicos y sociales. Sus temas preferidos siguen siendo la amistad, el amor, la solidaridad, la historia y los cambios provocados por el tiempo que pasa. Como en todas sus películas aquí también está presente el trasfondo politico, la lucha de individuos que intentan sobrellevar una sociedad que le es adversa y -por supuesto- la entrañable presencia de la ciudad, del barrio y de la familia. Toda la acción ocurre entre ambas casas contiguas y sobre esa melancólica calle empedrada donde como en "Gente de Roma" pasan constantemente los tranvías, mudos testigos del tiempo social y la temperatura humana que se quiere capturar.
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Scola nunca defrauda.
Qué gran cineasta es el italiano. Su vuelta a la gran pantalla en el siglo XXI se produjo con esta historia revisionista, humanista y crítica. Crítica a un pasado en el que su pueblo también cayó bajo las garras de la sin razón para entrar a formar parte de aquel eje del mal que tanto daño a hecho a la historia de la humanidad. Pero Scola es diferente. Scola es humor, es sátira, es romanticismo, es calidez, es cercanía. Aunque también, y dado lo serio del asunto, sabe ser dramático, desesperante, áspero, directo y realista. Y créanme, jugar con tantos matices no suele salir siempre bien.

La historia se ubica en Roma, en 1938, cuando Europa se dirigía irremediablemente a una de las mayores infamias de su historia. Allí, Scola nos presenta a dos comerciantes dedicados al rubro textil, Umberto y Sergio, uno judío otro italiano, vecinos, de puerta con puerta, que pasan sus días entre las disputas propias de la situación por ver quien lleva a su tienda a más o mejores clientes. Mientras, sus hijos mayores cruzan pasiones y sus hijos pequeños crecen el uno al lado del otro compartiendo experiencias y vivencias propias de la edad. Scola narra a través de los ojos de estos últimos (calidez) creando unos vínculos entre las familias que no se rompen ni ante la peor de las competencias (romanticismo).

Sin embargo la situación empeora cuando comienzan a entrar en vigor la leyes antisemitas. Aquí la película se torna difícil. La desazón y la desesperanza se apodera de unos personajes sobrepasados por los acontecimientos e impotentes ante lo que se les viene encima. Scola se vuelve duro. Critica con aspereza y expone situaciones de lo más avergonzantes para el espectador (sobre todo si es ciudadano italiano, claro está) haciéndole ver sin remilgos ningunos una realidad que se apoderó de ellos no muchos años atrás. Para esto utiliza muy bien la figura de Depardieu, hermano profersor e intelectual de Umberto y que dota de razones el mensaje final del director. Sin embargo, la cinta no abandonará nunca ese tono entrañable y de buen humor muy característico de ese cine italiano que nos gusta tanto y que tiene la virtud de hacer de cualquier drama un bonito paisaje lleno de humor y descartando cualquier acercamiento a la oscuridad de la tragedia.

Película de estudio, rodada a lo largo de una calle, con ambientación espectacular donde el director cuenta en su reparto con un buen elenco de grandes actores italianos y de un Depardieu que aporta unos momentos más que interesantes. Destacar a Diego Abatantuono (Umberto) en una interpretación llena de personalidad y que alcanza un nivel excelente. Así que más que buena esta vuelta de uno de los grandes del cine italiano, pertenciente a esa escuela alimentada en el neorrealismo y que ha sabido adaptarse a lo tiempos contando historias "para todos los públicos" pero sin dejar de "molestar" con una realidad que nunca deberá ser olvidada.
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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