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Hasta el último aliento (1966)

Hasta el último aliento
144 min.
7,5
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Trailer (FRANCÉS)
Sinopsis
Gustave Manda es un peligroso criminal que, después de escapar de prisión, va a París para reunirse con sus socios y se ve envuelto en una matanza entre bandas rivales. Antes de abandonar el país, Gu necesita dar un último golpe para conseguir dinero, pero es perseguido por el inspector Blot. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Drama Crimen Policíaco Robos & Atracos Neo-noir
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Le deuxième souffle
Duración
144 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
Todos los hombres nacen inocentes, pero les dura poco
Melville se despidió del blanco y negro con una obra salvaje, desmesurada y negra como el tizón. La historia de un criminal fugado persiguiendo un futuro que sabe que no podrá tener se vuelve a convertir en la eterna reflexión melvilliniana sobre la ética, el honor y la lealtad, aunque en esta ocasión la amoralidad vira hacia unos extremos despiadados poco habituales en la obra de Melville. Choca mucho ver a Lino Ventura convertido en ese frío asesino carente de compasión ante aquellos chacales que están haciéndose con el reino del crimen organizado desterrando a reliquias como él, “acabadas” en ese nuevo mundo que unos jóvenes carentes de toda noción de honor y elevados por su tendencia al gatillo fácil están creando.

“Hasta el último aliento” es una de las obras más largas y complejas de Melville. Durante la primera hora es probable que la mayoría de espectadores anden un poco perdidos, con el desarrollo paralelo de tres tramas (la fuga de Gu, el golpe de Ricci y la investigación de Blot) aparentemente inconexas, pero poco a poco el puzzle se va completando y la trama se convierte en una gloriosa sinfonía, acompañada siempre de la ominosa y brillante fotografía en blanco y negro y la dirección siempre elegantísima de Melville. La escena del robo al furgón es una de las cosas mejores rodadas que he visto en mucho tiempo. La imagen de esos cuatro hombres de negro, con gabardina y sombrero, al borde del acantilado, expresa perfectamente la esencia de un estilo de cine, y de una negrura, de la que han bebido muchos de los mejores autores del cine contemporáneo

Es curioso comprobar cómo aparentemente estamos ante una obra “menor” de Melville. Desde luego, si todas las obras menores fuesen así el mundo, al menos para los cinéfilos, sería un lugar mejor.
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49 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Todo hombre al nacer adquiere un derecho inalienable: elegir su propia muerte.
Si ha existido un actor nacido para “tipo duro” éste es Lino Ventura. Su personaje destila instinto asesino y pundonor a partes iguales. Su mera presencia provoca inquietud en sus adversarios y sosiego entre los suyos. Si a ello unimos un guionista como José Giovanni, acreedor de cuentas pendientes con la gendarmería, el resultado es el cóctel perfecto, una bomba de relojería cuya cuenta atrás se activa en el momento en que el protagonista escapa de la cárcel en la secuencia inicial.

Auténtica perla negra de la filmografía de Melville, narrada con gran sobriedad en el uso de los medios de expresión cinematográfica y con un ritmo que va de menos a más al son de la cronología que va apareciendo en pantalla, su visionado no da tregua al espectador, pues cada diálogo, cada gesto, cada acción contienen información relativa al desarrollo de la trama o a la definición de los personajes.

A diferencia de otros filmes en que el atraco constituye el eje central del argumento, aquí el asalto al furgón es un mero vehículo que conduce a manifestar la verdadera dimensión ética del protagonista contrastándola con su brutalidad asesina, y es por esta cuestión de principios que 'Gu' Minda, machacado física y moralmente, consigue tomar un último aliento que nos deparará lo mejor de la película cuando parecía próxima a su fin. Principios que se asientan en códigos de conducta de una ética criminal que ignora el oxímoron y a los que el mismo 'Gu' aludirá en demoledora sentencia refiriéndose al policía cómplice detenido tras el asalto: "Cantará, no es como nosotros".

Película paradigmática del más genuino cine negro francés, más próxima a “Rififi” que a los cánones del negro hollywoodiense, cuyas afinidades con la magistral obra de Dassin son evidentes en términos de economía narrativa, temática argumental y diseño de personajes, y se ponen de manifiesto en largas secuencias carentes o escasas de diálogos –la fuga inicial o el asalto al furgón-, en el fatalismo existencial del ex presidiario que afronta su último golpe o en la reivindicación de que determinados valores no son patrimonio exclusivo de la gente de bien. Y, cómo no, en esa iconografía de bajos fondos tan característica del llamado cine polar.
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30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
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