Paul (2011)

No hay nada mejor para retomar esto del cine, del cual andaba yo un tanto aburrido
(El Nicolás Cage no estrena, y eso me mata moralmente), con una peli de esas intrascendentes hasta decir basta.

El tema va de una pareja de frikis ingleses que han decidido darse una vuelta por Estados Unidos en plan turismo extraterrestre: Una convención de comic, una visita a los alrededores del área 41 y paletadas similares, que como bien sabéis están muy arraigadas en el reino yanky.

El caso es que durante una de estas excursiones, y después de un accidente, socorren a un doble de ET pero en plan macarra y fumeta (además de ser más enano y carecer de ese cuello que hacia a ET mucho más esbelto), después de que este sufra un accidente de automóvil. El engendro en cuestión fuma porros como un carretero, suelta tacos a doquier, es un bailongo y un cachondo mental de cuidado, y de esta manera se gana el cariño de los frikis en un pispás.

Estos le tienen que ayudar a llegar al punto de encuentro de su nave, ya que es perseguido por un infatigable agente de inteligencia, y luego más tarde por dos policías, que son unos gilipollas integrales, tanto en la realidad como en la ficción.

A todos estos personajes se junta una especie de testigo de Jehová que el conocer a Paul hace que cambie su vida, aunque solo lo demuestra durante la peli diciendo subnormalidades referentes al pito, las tetas, el culo y alguna bobada más, con lo que supongo se reirán chavales de 7 años para abajo, pues gracia, lo que se dice gracia, tiene poca.

Y ya está hecho el guión ¿Os imagináis que pasa? ¿Cuál será la siguiente escena?...¿Si?
¡Pues habéis acertado!

La verdad es que dentro de la tontuna general me he reído, tiene alguna escena auténticamente descacharrante, de ahí mi cinco, que pudiera igual ser un seis o un cuatro, se puede ver, y se agradece, de vez en cuando, pelis de estas para echar el rato y soltar alguna carcajada.

No se pierde nada por verla, pero no esperéis gran cosa.

“Paul” estaba destinada a hacerme sentir alguna especie de abducción cinematográfica, al menos a tenor de su tráiler, que he podido ver repetidas veces... dado que lo ponen en cada película que veo el en cine; pero lo que entrega Mottola en su cuarto largometraje no es tanto eso como una road movie entretenida y llevadera que evoca a la nostalgia y que requiere de cierto nivel de frikismo en la sangre para sentirse identificado con los personajes. El realizador ya intentó lo mismo en su generacional “Adventureland” y su no menos valiosa “Superbad”, con mejor suerte que en la presente cinta protagonizada por el dúo cómico formado por los británicos Simon Pegg y Nick Frost, quienes ya compartieran pantalla en “Hot Fuzz” y la descacharrante “Shaun of the Dead”. Aquí, además de ser los protagonistas (humanos) escriben el guión, uno al que no le habría venido mal un poco más de mala leche para funcionar más a menudo, no únicamente a ráfagas.

La historia sigue a dos frikis británicos que tras asistir a la Comic Com de San Diego deciden pegarse un viaje por los EEUU hasta llegar a Nuevo México, cruzando el Área 51. “La ruta perfecta como colofón de la convención”, en palabras de uno de ellos. Pero curiosamente por el camino toparán con Paul (voz de Seth Rogen), un alienígena malhablado y que poco tiene que ver con ET y cuya misión última, aunque se intuye rápido, no se descubre hasta cerca del final de la película. El problema de “Paul” es que es tan liviana y su humor tan blanco, salvo en ocasiones concretas, que al final termina por abrazarse a los convencionalismos y primar el ejercicio nostálgico al humorístico. Quizá también sean las expectativas, pues esperaba humor negro y una sátira inteligente del cine de extraterrestres (como ambos actores ya hicieran en sus dos colaboraciones previas con el cine de acción y de zombies, respectivamente) y al final lo que aquí se encuentra es una película familiar con algún chiste subido de tono.

Rogen se cepilla a sus compañeros de reparto y eso que sólo pone voz al alienígena Paul, una criatura terriblemente carismática, mientras que los secundarios (Bateman, Weaver y sobre todo, Wiig) aportan algo de luz. Pegg/Frost no están mal pero les he visto mucho mejor cuando no parecerían tener total control de la situación, vamos, bien controlados. Al final “Paul” es cine entretenido, llevadero, pero en absoluto memorable. Queda la personalidad del alienígena, los homenajes, que van desde Spielberg hasta una coña a costa de “Mi amigo Mac” y un tramo final que es convencional pero que cierra bien las subtramas. Un ejercicio modesto, hecho con corrección, pero que entierra la habilidad que Mottola había demostrado tener en sus dos films previos, utilizando sus herramientas para crear personajes con los que identificarse en todo momento. No es mala película, pero qué duda cabe de que “Paul” está por debajo de sus posibilidades.