God of the Piano (2019)

La música como campo de batalla no es un terreno desconocido, siempre se nos viene a la cabeza películas como "Amadeus" "Whiplash" o "La pianista" donde profesores sádicos o la rivalidad por ser el mejor suele provocar todo tipo de envidias y dilemas morales.

En esta película israelí se nos presenta a Anat una pianista que vive a la sombra de su padre que es un gran compositor. Cuando da a luz su primer hijo le informan que no responde a los sonidos y que posiblemente sea sordo, para ella el peor de los castigos, ya que tenía las esperanzas de que llegara a ser un gran pianista. En un arrebato de locura cambia las etiquetas de su hijo por la de otro recién nacido. Después de 12 años su hijo está listo para convertirse en el prodigio musical que ella nunca pudo ser.

Anat está magníficamente interpretada por Naama Preis una mujer fría e impasible que hará todo lo que tenga que hacer para garantizar que su hijo llegue a lo más alto, pero el precio que paga es demasiado y por dentro se encuentra desolada y llena de remordimientos, esto hará que la curiosidad por conocer a su verdadero hijo comience a aflorar.

Un magnífico relato psicológico en este drama familiar que dirige con mano firme y por primera vez Itay Tal.
Destino Arrakis.com

Hasta diez minutos antes de terminar la película, yo la hubiera puntuado con un diez. El tema, el ritmo y el suspense psicológico que se va desgranando, sutil, inquietante, mantiene el interés. Incluso diría que la escena final me parece acertada, un final poético y sugerente, pero lo que ocurre entre el principio de esos diez minutos finales y la escena final, "no ocurre". Es decir, echo en falta conectores, hay demasiados hilos sueltos que quedan exactamente así, sueltos. Y no tengo nada en contra de los hilos sueltos cuando en sí mismos ya son una narrativa, una poética, pero en este caso, cuando terminas de ver la película, te decepciona el hecho de que ciertos puntos de suspense que se habían generado para crearte unas expectativas (y las satisfacen), contrasten con otros que parecían llevar el mismo camino y se quedan a medias. Es como si la película jugara abiertamente a Hitchcock pero a partir de un momento se le dijera al espectador que no, que jugaba a Antonioni. Me parece una película muy difícil de puntuar con justicia. Le he puesto un seis, pero en realidad le pondría un diez y un uno al mismo tiempo, porque es una magnífica película mal resuelta, o no resuelta como su progresión auguraba.