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Defiendo mi vida (1939)

Defiendo mi vida
88 min.
6,3
28
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Sinopsis
Amargado después de estar en la cárcel por un robo que no cometió, Joe Bell pronto vuelve a prisión, en una cárcel con plantación. Su amor por la hija del capataz les lleva a un enfrentamiento entre ellos, lo que hará que el viejo capataz muera de un ataque al corazón. Joe y Mabel se fugan porque piensan que nadie creería a un tipo como él. (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Intriga
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Dust Be My Destiny
Duración
88 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
9
Huyendo del destino
No me explico la baja nota que tiene este film. Reconozco que lo vi con reparo al ver que aquí era puntuado por debajo de 6. Pero el reparto y el equipo que participaba me animaron. Max Steiner en la música y en la fotografía James Wong Howe ya son garantía de calidad. Y por supuesto John Garfield. La historia no es nueva, la hemos visto más veces en el cine: un hombre inocente es condenado por error, no tiene justicia, y esta situación parece formar parte de su destino. Lo que tiene este film más asentado es el romance entre Garfield y la maravillosa Priscilla Lane, pues está extraordinaria: una actuación impecable, pocas veces se habrá visto tal embeleso en la pantalla, tanta dulzura y frescura que derrochan las escenas en las que aparece.
La película posee un gran ritmo, peca a veces de ingenuidad, otras de situaciones poco consistentes, pero todo esto se puede pasar, ya que lo que interesa es la relación amorosa entre los protagonistas, y cómo va evoluiocnando, y esas maravillosas gentes que se cruzan en su camino. Pues este film tiene toques y momentos de Capra: a pesar de parecer un"noir" por la temática (aunque en 1939 quizá aún es temprano para este concepto), el film es una especie de drama romántico más bien. Nombro a Capra porque veremos al menos dos personajes extraordinarios que se cruzan en la vida de estos enamorados fugitivos, más salidos de un cuento, llenos de alegría y optimismo, lo que otorga momentos de gran alegría y casi de comedia. Pronto todo vuelve a la tragedia del destino del fugado, pero al final veremos un juicio donde todo cobra sentido. Ritmo, romance, belleza, es una película que merece mucho más crédito, y recomiendo a los amantes de la edad de oro del cine que la vean sin prejuicios: sin ser una obra maestra, yo he disfrutado muchísimo y ha llegado a emocionarme con algunas escenas magníficamente llevadas, con gran sensibilidad y sentimiento
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
SE ENVEJECE DEPRISA CUANDO HUYES
Hay un momento en esta cinta impregnada de un inopinado romanticismo en el que la dulce Mabel le dice al duro Joe: "Es lo que siempre había soñado, encontrar a alguien con quien hablar." Nos puede parecer poca cosa pero si ella es maltratada por un padrastro borracho y él acaba de pasar año y medio en la cárcel de forma injusta, una apacible conversación con alguien que en lugar de despreciarte te ama, puede concebirse entonces no como una mera rutina sino como un bálsamo capaz de sanar las heridas del alma, aunque ésta haya sido pisoteada con saña e indiferencia.
Así las cosas, la pareja protagonista (memorables interpretaciones de Garfield y Lane) inicia la huida. Su fachada, es decir, lo que se expone y se ve a primera vista, revela una hechizante dulzura en Mabel y una rudeza de colegial en Joe. Sin embargo, en su interior, la resistente, dura y tenaz es ella; el blando de corazón, noble y valiente es él. Mabel cree a pies juntillas en un futuro digno; Joe, aun descreído, nunca pierde su honestidad. Por lo tanto, ese "Defiendo mi vida" que da nombre a la película se convierte en un "defiendo mi integridad" (y no me refiero al físico) por parte de la atribulada pareja.
Seiler envuelve algunas escenas con un halo de romanticismo fascinante. Es cierto que en ocasiones lo anula de manera abrupta. Pero cuando lo deja fluir, extenderse, acariciar o susurrar, es una bocanada absolutamente mágica y purificadora. Lo hace dos veces. Primero, en la prodigiosa secuencia de la despedida en la carretera (duelo de miradas acorde a los virtuosos cambios de plano) y, más tarde, en la habitación de un hotel. Ocultos entre luces y sombras, el persistente rótulo de neón emite señales en blanco y negro mientras los enamorados se abrazan, apasionada, casi dolorosamente, y se escucha el dulce susurro: "Sabía que no serías capaz de robar".
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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