arrow

Ya no creo en el amor (1954)

Ya no creo en el amor
75 min.
6,7
884
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Disponible en:
Suscripción
Sinopsis
Una mujer casada que tiene un amante comienza a recibir amenazas de una joven que le pide que confiese su infidelidad a su marido. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Non credo piu all'amore (La paura)
Duración
75 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-Alemania del Oeste (RFA);
Grupos
Adaptaciones de Stefan Zweig
Links
8
Ya No Te Querré Siempre.
Otra maravilla que sumar a la saca de Rossellini y un giro en su filmografía de lo más inesperado. A tenor de las pocas puntuaciones que alberga en nuestra web amiga y la ausencia de reseña alguna me esperaba una obra menor con todas las letras, pero la presencia inabarcable de Ingrid Bergman hizo que me lanzara de cabeza. E hice bien. Aquí Rossellini factura un drama preñado de su habitual desesperanza pero dotado de un suspense hitchcockiano logradísimo que prácticamente convierte la película en una intriga trepidante y absorvente, comprimida en 72 minutos (la versión USA contiene 12 minutos más de metraje pero no logré dar con ella) de un vigor narrativo sin fisuras. De nuevo, una Ingrid Bergman más allá del elogio, como bien la definió Bucco recientemente a colación de la extraña y fascinante Stromboli, se erige en absoluta reina de la función. Memorable también la hipnótica BSO, que parece compuesta por un primo hermano de Bernard Herrmann. Y como no, de nuevo una gran labor de Rossellini a los mandos, aunque esta vez el guión no lleve su firma. Quizás se venga un poco abajo en ultimísima instancia, con un final un tanto abrupto y discordante, aunque puede que aquí esa versión USA tuviera algo que decir.
Muy recomendable.
[Leer más +]
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Chantaje.
140/17(23/08/19) Interesante drama italiano que apunta más de lo que al final ofrece. Dirigido por el maestro del neorrealismo Roberto Rossellini y protagonizada por su entonces esposa Ingrid Bergman (en la última de sus cinco colaboraciones que tuvieron), con sin acreditar del realizador romano, junto a Sergio Amidei (“Roma: Ciudad Abierta”), y Franz von Treuberg (“La conciencia acusa”), basándose libremente en lanovela de Stefan Zweig “Fear” (1920), en lo que Rossellini quiso proyectar una alegoría sobre la reconstrucción de Alemania desde un punto de vista material y moral diez años después de hacer su anterior película alemana, Alemania Año Cero, filmando en Munich y grabando simultáneamente en alemán e inglés. Un relato intenso en el que se radiografía la mentira y los sentimientos de culpa, la redención y las ansias de huir de tus errores. Film que tiene mucho de cine negro, mucho de expresionismo gótico, y sobre todo mucho del fatalismo-pesimista de director, con momentos de gran intensidad y tensión, donde la mítica actriz sueca interpreta a una esposa que se enfrenta a problemas matrimoniales tras haber cometido adulterio. Es una cinta que puede atraparte en sus malsanas redes, en el modo en que Ingrid expresa la angustia existencial ante un chantaje que la asfixia en un crescendo opresivo, pero todo es llevado al límite, se pasan de rosca, y cuando llega el rush conclusivo los acontecimientos se precipitan de modo inverosímil, todo para desembocar en un final que manipula al espectador, dejando por el camino algunas lagunas que hacen del film.

Irene Wagner (Ingrid Bergman), la esposa del destacado científico alemán Profesor Albert Wagner (Mathias Wieman), había tenido una aventura con Erich Baumann (Kurt Kreuger). Ella no revela esto a su esposo, con la esperanza de preservar su inocencia y su "matrimonio perfecto". Esto la llena de ansiedad y culpa. Sin embargo, Johann Schultze (Renattew Mannhardt), la ex novia celosa de Erich, se entera del asunto y comienza a chantajear a Irene, convirtiendo la tortura psicológica de Irene en una dura realidad.

El pionero del neorrealismo se salta aquí muchos de sus dogmas como es el introducir música, voz en off, o retroproyecciones tras vehículos en marcha. Ello en un film con algunos elementos hitchcockianos, empezando por un argumento que recuerda al film del mismo año “Crimen perfecto”, donde al igual que uno de los mantras del orondo realizador londinense se examina la culpa, el peso de la conciencia dañada, y como esto puede ir oprimiéndote hasta hacerte explotar.Rossellini cubre el relato con dosis de intriga, ello en un crescendo que siento se reitera demasiado en un y más y más sin aportar demasiado. Aunque por en medio está el mejor tramo del film, el de la visita del matrimonio Wagner a la vivienda rural en los Alpes (deduzco por la vestimenta), donde residen con una nodriza los dos hijos pequeños de la pareja. Creando una alegoría ingeniosa sobre lo que le sucede a Irene, y es que la hija se ha enfadado y cometido una travesura que no quiere reconocer, el padre la presiona sobre liberarse con la verdad, hasta que confesarse culpable. En realidad las palabras de Albert parecen dirigidos a Irene, y ella se mimetiza con la situación de su retoña y pide al marido que la perdone del castigo impuesto, hasta conseguir que se ablande y la perdone. El resto del film deja una revelación que da un giro sustancial a lo visto, pero que resulta un poco artificioso, y tramposo, y sobre todo se precipita en una última fase, que tiene su zenit en una reunión entre chantajista y víctima en un club que se desarrolla de modo chirriante. Para tener un final muy metafórico, pero a la vez forzado.

Entre las taras está la laguna de que no sepamos por qué este matrimonio acomodado, dueño de una empresa química, tienen a sus dos hijitos viviendo lejos de ellos en las montañas, no se entiende si los quieren porque no los tiene con ellos en su vivienda en la ciudad, esto me resulta estridente y hace que uno no sienta mucha simpatía y comprensión por Irene; También encuentro estridente la narración en off, que solo demuestra inseguridad en que el espectador no note lo que piensa la protagonista, impropio de Rossellini, es un recurso que se incrustó en una versión posterior.

Ingrid Bergman da una buena actuación con un rol melancólico-angustiado que lo refleja en su rostro y en su gestualidad nórdica, pero le falta un fondo de motivaciones que le de solidez al rol; Mathias Wieman es muy bueno como Albert, el esposo de Irene, demostrando cariño, ternura, y un grado de rectitud que da un gran contraste con la fragilidad de Ingrid, manteniendo con ella gran química; Renate Mannhardt está estupenda como Johann Schultze, antigua amante de Enrico, demuestra perfidia y mucha malicia mordaz; Kurt Krueger encarna a Enrico, amante de Irene, un rol que en lo poco que se ve me cuesta creer pudo estar emparejado a la refinada; Como anécdota del reparto mencionar que Klaus Kinski aparece en un extremo, actuando en un cabaret.

La puesta en escena sirve para proyectar sensaciones dramáticas, fundamentada en la cinematografía en glorioso b/n de Carlo Carlini (“Los inútiles”), y Heinz Schnackertz (“Die feuerrote Baronesse”), creando emociones con sus patinaos grises, jugando con el expresionismo alemán, con sombras, luces, con calles desiertas que emiten aislamiento en metáfora con el alma de la protagonista, con profundidades que campo que empequeñecen a los personajes; Se suma la música es del hermano del director, Renzo Rossellini (“Roma, ciudad abierta” o “Paisà”), acentuando el desasosiego.
[Leer más +]
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre Ya no creo en el amor
Fichas más visitadas