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PTU (Police Tactical Unit) (2003)

PTU (Police Tactical Unit)
87 min.
5,9
329
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Trailer VOSI
Sinopsis
El PTU es una unidad especial militarizada de la policía de Hong Kong. Tras una persecución con una banda de ladrones, en la que uno de sus colegas cae en combate, el resto de la unidad retorna a sus hogares. En el transcurso de la noche uno de sus jefes, tras un curioso envite con un joven líder pandillero local, caerá victima de una trampa por la que será apaleado. De resultas de este incidente, él mismo perderá su pistola. Como queda poco más de un mes para su retiro, y esto le perjudicaría gravemente, convendrá con sus compañeros ocultar el incidente unas horas, mientras buscan el arma en posesión de los secuaces del jefecillo... La película derivó en dos nuevos capítulos, "Tactical Unit: The Code" y "Tactical Unit: Comrades in Arms", dirigidos por Law Wing-Cheong en 2008 y 2009 respectivamente. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Thriller Yakuza & Triada
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Hong Kong Hong Kong
Título original:
PTU (Police Tactical Unit)
Duración
87 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Tactical Unit
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2
El señor de la pistola.
Comienza la peli con que unos mafiosillos de tres al cuarto estan en un bareto, y mientras unos se van a apalizar a un poli estereotipado y odioso, al jefecillo lo apuñalan. Aquí terminan el interés y el argumento, y solo han pasado cinco minutos.
El resto: un montón de caminatas interminables por callejones oscuros que parecen ser siempre el mismo (esto sí que es una peli de gente caminando, como diria el señor Smith), diálogos mínimos y carentes de coherencia, interpretaciones de un patetismo absoluto, y un final mongoloide e incomprensible, con los únicos tres minutillos de acción que hay en todo el metraje.
Absurda, vacia y, sobre todo, aburridísima, es tan recomendable como fumarse un porro en una entrevista de trabajo.
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14 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Tiroteo en Canton Road
Ha caído la noche y las bestias agazapadas en las sombras han salido para hacerse con el control de la ciudad como si fuese su jungla particular.
Y es en un rincón de la gran Canton Road de Hong Kong donde todas van a confluir en una salvaje lucha por defender algo muy importante: sus propias reglas.

Es el escenario perfecto para que uno de los maestros del "thriller" de acción asiático por excelencia prepare un cóctel visceral y elegante como a él le gusta y como sólo él sabe hacer. Podría, pero se queda en una verdad a medias. Mucho hay detrás de la presente "P.T.U.", y es el esfuerzo de un hombre por hacer el proyecto que quiere siguiendo sus deseos; de un guión que habían escrito dos de los trabajadores de Milkyway Image (Nai-Hoi Yau y Kin-Yee Au), el inefable Johnnie To se va a volcar en ello como un proyecto personal con una libertad creativa increíble.
Por eso, mientras empieza a realizarla a principios del 2.000 con un presupuesto más reducido de lo habitual y una dificultad importante para conseguir permisos en exteriores, se dedica a parar de vez en cuando e irse a rodar otras cosas que le aseguran un éxito de taquilla, para volver a su empresa con capital fresco para invertir; lo mejor es que cuenta con actores a quienes conoce y sabe que van a permanecer fieles. La historia, iniciada desde un furgón del Escuadrón de Unidad Táctica hongkonés, parece que destila cierto aire amargo; Simon Yam, de oficial Ho, alecciona a sus subordinados sobre la muerte de un compañero.

¿Es este un alegato del director por defender esa moralidad y rectitud dentro del cuerpo que rara vez se ve en el cine policíaco? Ni muchísimo menos. Como todo lo que hace, esto también tiene su parte de apariencia; la premisa no podría comenzar de forma más dudosa cuando el sargento Lo (Suet Lam de protagonista, señores) se ve envuelto en un conflicto con un grupo de jóvenes delincuentes de pacotilla. Una introducción realmente extraña, en espacios cerrados, con coincidencias irónicas, diálogos cortos y ácidos y una saturación de "gags" visuales absurdos (pero de comedia "slapstick") cuyo contraste con la cruda violencia deriva en lo surrealista.
Es ese humor tan peculiar de To que sólo él entiende, y el cual viene a desencadenar todo un argumento. ¿Lógico? No. Quizás entretenido. El idiota de Lo se pelea con los tipos estos y pierde su arma; un incidente que sirve de catalizador del movimiento humano, tanto de un lado de la ley como de otro, ya que el líder de la pandilla ("Mǎwěi") es acuchillado mientras tanto. Teniendo en cuenta que más tarde sabremos que es el hijo de un importante mafioso ("Tūtóu") la trama podría haberse centrado en las rencillas internas del submundo de las Tríadas; sin embargo los guionistas amplían esta visión y hacen parte de ella a las fuerzas policiales.

Esto permite a To utilizar la oscuridad urbana de Hong Kong para ensombrecer a sus personajes y cubrir el espacio de una luz tenue, una neblina perpetua, que revele sólo la mitad de las personalidades (Siu-Keung Cheng hace un magnífico trabajo de fotografía). En breve nos introducimos en el círculo interno de los diferentes organismos que operan en la ciudad, que se agolpan y compiten entre sí; la policía local, la Unidad Contra el Crimen Organizado, la Unidad Criminal del Distrito, todos se miran por encima del hombro, cada uno sigue sus propias reglas y aparecen categorizados en una fría jerarquía que cumplen con resignación.
La pistola de Lo y la muerte de "Mǎwěi" es lo que de repente les une a todos, pero sólo Ho y la inspectora Cheng (bella e implacable Cheuk-Ling Wong) se inmiscuyen en el caso. A partir de este trío de oficiales el director deja al descubierto, y con detalles escabrosos, las más míseras tácticas que usan estos supuestos defensores de la ley y el orden para obtener sus objetivos, rebajándose incluso más que los villanos contra los que luchan. Uso de la fuerza atroz, facilidad pasmosa para falsear las pruebas, excusas indignas para tapar serias negligencias; entre ellos se ayudan a regañadientes, pero fuera de su círculo todo está a su merced.

Este trasfondo cobraría un significado más serio si la historia no fuese tan débil. La peripecia del gordo e imbécil Lo para recuperar su arma vale para una comedia de acción, pero intentar generar con ello una sombría crítica de los organismos policiales es una maniobra que queda coja, principalmente porque hay muchos personajes secundarios e interesantes subtramas que no se exploran a fondo (la mejor y más desaprovechada: la rivalidad entre "Tūtóu" y "Dàyǎn" (Eddy Ko, aparece unos segundos y se merienda la pantalla) ) y por este libreto de Yau y Au tan carente de verdaderas interacciones humanas y de mínimos diálogos, casi crípticos por su extrañeza.
La suma, la coincidencia, la unión y la separación de aliados y enemigos, aunque aquí la moralidad, el heroísmo y la ética brillan por su ausencia en ambas partes, hace hervir la intensidad dramática hasta dirigirse a uno de esos colofones tan únicos del "thriller" hongkonés: violencia brutal a ras de acera servida en una puesta en escena súperestilizada de travellings y planos-secuencia en "slow motion", sello del director. En esta intersección de Ap Lei Chau disfrazada de Canton Road es donde, mientras se suceden hechos inexplicables (¿el puñetero niño de la bicicleta qué pinta ahí?), se revelan las verdaderas formas de ser.

Así, Lo demuestra que nada le importan los esfuerzos de sus compañeros; Ho y los suyos no median en ningún enfrentamiento, lo resuelven con la violencia pura y dura; y esa arrogante Cheng exhibe una cobardía vergonzosa. Pero en la confesión al estilo "Rasho-mon" sólo la mentira perdura y oculta la cara más ruin de la defensa de la ley.
To jugó sobre seguro con este controvertido experimento; sabía que fracasaría en taquilla y así fue, pero no le preocupó lo más mínimo. Pese a ello recibió muchos reconocimientos y galardones y una saga nacería inesperadamente, protagonizada por Yam...
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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